La guerra, YPFB y los precios del crudo

El presidente de YPFB culpa a la crisis en Ucrania de los elevados precios pagados por el combustible, pero lo cierto es que el promedio anual fue moderado

El presidente de YPFB, Armin Dorgathen, se está metiendo en un problema serio. Las cuentas son delicadas y a poco que explique, se van a ver los agujeros en la lógica. La importación de combustibles siempre ha sido un tema opaco, un asunto de esos sobre los que nadie quiere hablar, que mueve millones de dólares en la adjudicación, pero en el que participan intermediarios, camiones, y hasta los otros sectores irregulares de la economía patria. Los intereses son millonarios y estratégicos.

La denuncia es “fuego amigo”, es decir, que parte de las mismas filas del Movimiento Al Socialismo, aunque lleva la firma de dos exministros claramente aliados al evismo: Teresa Morales y Carlos Romero. Los datos son evidentes, compras probablemente muy voluminosas y precios caros en 2022, pero también, según su denuncia, en 2023.

Dorgathen responde que compró en “tiempos de guerra”, y es verdad que en enero de 2022 ya sonaban los tambores de guerra en Ucrania aunque no se desató hasta finales de febrero. Es verdad también que la reacción de los mercados, especialmente del crudo, fue mucho más moderada y progresiva que en otras crisis en oriente medio, básicamente porque Ucrania no es un gran productor y la escalada de precios ha tenido que ver con las sanciones a Rusia, que sí lo es.

Los números son claros, el precio medio en enero de 2022 fue de 83 dólares, en febrero de 91 y desde marzo se alinearon en los 100 siendo el mes de junio, con el inicio del invierno en este lado del mundo, cuando el barril WTI subió a 114 dólares. Desde agosto empezó a bajar y cerró el año en apenas 76 dólares, lo que se ha mantenido marcando un mínimo en este junio, donde apenas cotiza a 70 dólares.

Los números contrastan con los que trató de defender el hoy prófugo Víctor Hugo Zamora en 2020, con el gobierno de Áñez, cuando era ministro de Hidrocarburos y se declaró la pandemia: el crudo llegó a cotizar en negativo porque los depósitos mundiales alcanzaron su máxima capacidad debido a la inactividad, pero Bolivia compró el combustible más caro de su historia apelando a que era “más ecológico”.

Aún así, Dorgathen tendrá que emplearse a fondo para mostrar su inocencia: importar a 10 bolivianos el litro es un exceso que le está costando demasiado a los contribuyentes bolivianos, y asegurar ahora que con unos ajustes de gestión además del precio internacional, por demás volátil, se va a rebajar a la mitad, es demasiado osado para aceptarlo sin más.

Algún día Bolivia enfrentará el problema de fondo, sea con una refinería propia, sea con una “matriz energética” que no dependa tanto del combustible fósil, sea educando para reducir de una vez el consumo excesivo, mientras tanto toca exigir transparencia, luz y taquígrafos en cada actuación de la empresa más importante de los bolivianos, pues ya que cada vez más incapaz de traer divisas, al menos debe hacerse cargo de que no sean robadas.

DESTACADO.- Algún día Bolivia enfrentará el problema de fondo, sea con una refinería propia, sea con una “matriz energética” que no dependa tanto del combustible fósil


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