Otoño caliente en Tarija

Acabado el verano y con el año 2023 plenamente consolidado, urge mirar al Gobierno Central, exigir que se cumplan los compromisos, que se asuman las inversiones

Se cierra la estación del año más importante para Tarija a nivel económico, pero también una en la que salen a flote todos los problemas estructurales que acarreamos, por lo que resulta buen momento para reflexionar antes de que los efluvios del aniversario departamental lo cubran todo.

El verano es, para diferentes rubros, la temporada más importante. Lo es para los productores de uva, que al fin y al cabo son el principal eslabón de la cadena productiva de la uva, el vino y el singani, que no solo mueven una buena cantidad de recursos, sino que forman parte del imaginario social y cultural que proyecta Tarija y que alimenta el otro gran rubro de esta temporada: el del turismo.

El verano turístico arranca ya con las fechas de fin de año, que mueve miles de personas. Por un lado, oriundos que retornan a sus lugares de origen, con sus familiares, amigos o allegados, y que aunque no hagan un importante gasto en hospedaje, sí animan la hostelería y todo el sector del ocio; por otro lado, se mueven familias que llegan a Tarija atraídos por lo pacífico de sus calles y lo benévolo de su clima para descansar en unos breves días de vacaciones.

Sin embargo, sea en fin de año, en Carnaval, o en la Vendimia Chapaca, que ya se ha colado entre el turista estrella en la temporada veraniega es el joven que llega al departamento atraído por el sonido de sus legendarias fiestas, las citas ineludibles de la temporada. En general son jóvenes acomodados que llegan a divertirse sin muchas restricciones, aunque evidentemente no son grandes consumidores de artículos de lujo ni de los productos más folklóricos. Básicamente vienen a pasarlo bien.

Así, gran parte del movimiento económico que se espera en el departamento ya se ha cumplido, por lo que las familias y las instituciones se disponen con más calma a enfrentar el resto del año con los problemas típicos de esta crisis recurrente que nunca cesa.

Enero y febrero no son buenos meses para la venta de gas, porque es verano, pero tampoco lo son para los cobros, pues tanto el gobierno argentino como el boliviano se hacen los locos amparados en la burocracia de las fechas.

Por lo demás, es el mes de sufrir por las lluvias. Porque no llegan o porque se pasan. Porque se mueren las vacas o porque se destrozan los caminos y carreteras, cada vez más deterioradas y pidiendo a gritos algo más que esos mantenimientos cosméticos que suelen aplicarse por presión popular y que no evitan los desastres posteriores.

Acabado el verano y con el año 2023 plenamente consolidado, es tiempo de que la Gobernación de Tarija concentre sus prioridades, pues es además el año central de la legislatura antes de entrar en un nuevo bucle electoral. Urge mirar al Gobierno Central, exigir que se cumplan los compromisos, que se asuman las inversiones, que se corrijan los defectos y malas mañas en las descentralizadas, que se ayude para liquidar las deudas y mejorar los servicios que se brindan al ciudadano.

El tiempo de las buenas palabras parece llegar a su fin. Es tiempo de atender a este 5 por ciento que puede pesar mucho más de lo que aparentemente los datos indican, remar todos e la misma dirección va a resultar clave y alguien debe empezar a marcar el ritmo.

DESTACADO.- el turista estrella en la temporada veraniega es el joven que llega al departamento atraído por el sonido de sus legendarias fiestas


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