El rumbo del Comité pro Santa Cruz
El desafío secesionista se ha puesto sobre la mesa, y gane quien gane, el rumbo será difícil de corregir en mitad de una batalla y con un barco cargado con tanto peso e historia
En un tiempo en el que la participación ciudadana a nivel mundial por efectos de la globalización se reduce a reaccionar con un emoticono en redes sociales, Bolivia sigue siendo un ejemplo de la influencia que pueden ejercer los ciudadanos a poco que se organicen.
El gobierno se dice ser la expresión misma de los movimientos sociales, mientras que la oposición tiene en el Comité Cívico de Santa Cruz su principal instrumento, un papel que revela las lógicas políticas del país y, a la vez, las esconde.
El Comité Cívico no es un invento moderno, al contrario, lleva desde 1950 haciendo política cívica en el país, pues por mucho que se relativice, lo que hace el Comité es política. En este siglo XXI el Comité ha participado en las principales batallas, pero su legitimidad para hacerlo le viene de mucho antes, pues el Comité ha sido clave para arrancar los principales avances y para respaldar las principales iniciativas que sirvieron para cubrir las necesidades esenciales en el departamento cruceño. El Comité en sí mismo es una expresión contra el centralismo y en su génesis está el conflicto, la necesidad, el olvido y esa necesidad de reconocimiento que no es victimismo, sino indignación. Sin acritud, la mayoría de los capitalinos no entienden esto, pero también es cierto que capitalinos hay en todo lado, y que Tarija le reclama a La Paz lo que le niega al Chaco, por ejemplo.
El Comité en sí mismo es una expresión contra el centralismo y en su génesis está el conflicto, la necesidad, el olvido y la indignación
Que el comité cruceño sea el único en el país que goza de buena salud no es casualidad. A diferencia del tarijeño, por ejemplo, que requiere de un fuerte respaldo público para poder seguir funcionando, el cruceño convoca los intereses de los grandes negocios agroindustriales que nunca han dudado en respaldar la institución para garantizar una voz propia en el debate público.
Un Comité Cívico, como cualquier otra organización privada, puede ser más o menos popular, pero no es democrática ni lo pretende ser y en ese sentido conviene tener claro quien habla cada vez. Ahora bien, el arraigo y los resultados le avalan para reclamar la representatividad del pueblo cruceño, que como el “modelo económico”, prácticamente se ha definido por intermediación del mismo comité.
Dados los antecedentes recientes desde 2019, la elección del próximo presidente del Comité Cívico trasciende las fronteras de Santa Cruz y es de interés general, ya que del carácter que tome la próxima directiva dependerá en buena medida el clima político que se respire en el país.
El desafío secesionista, invocando el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos, se ha puesto sobre la mesa, y gane quien gane, el rumbo es difícil de corregir en mitad de una batalla y con un barco cargado con tanto peso e historia. La unidad de Bolivia está en juego por mucho que desde la capital se mofen.
Toca pues desear que los protagonistas antepongan el bien común y opten por el diálogo lo antes posible. Siempre hay lugares comunes donde encontrarse antes de que sea demasiado tarde.