Vino a la altura

Productores y bodegueros deben llegar a acuerdos básicos en la región que garanticen la mayor calidad del producto, hagan frente al contrabando y permitan seguir creciendo

El reciente Encuentro Internacional de Viticultura en Tarija ha vuelto a poner en valor una cadena productiva que es de por sí la más importante del departamento, pero, además, la que más posibilidades de desarrollo a mediano plazo tiene a poco que los diferentes actores involucrados empujen en la misma dirección.

El producto elemental, que es la uva, es de probada calidad. El trabajo que han dedicado las familias bodegueras y agricultoras para darle unas particularidades reconocibles no ha sido en vano. Es así que a partir de un buen producto, la transformación en vino también cuenta con legitimidad y la calidad para ser reconocido.

En Chile, Uruguay y Argentina se consumen alrededor de 24 litros por persona al año, en Bolivia el consumo apenas llega a 1,2 litros por persona al año

Los expertos coinciden en que Tarija tiene la potencialidad para hacer un buen producto de exportación, a partir de una suerte de Denominación de Origen Tarija, y a partir de ahí tratar de copar nuevos mercados tanto en el país como en el exterior. El sello de Vino de Altura no es exclusivo de Tarija, pues lo utilizan tal vez fraudulentamente otros destinos de características parecidas, pero en pocos casos realmente coincide con un vino criado a 2.000 metros de altitud como es nuestro caso. Explotar esa característica, vuelven a recordar los expertos, depende de las buenas sinergias que se acuerden entre todos los actores, principalmente productores y transformadores, pero también autoridades, transportistas, comercializadores y medios de comunicación.

La comercialización del vino tiene todavía mucho margen de mejora en el interior del país, tanto en Bolivia como en Tarija, un mercado que es necesario educar incluso antes de lanzarse a la aventura internacional. Estudios de revistas especializadas en el sector señalan que el consumo anual de vino en Bolivia se encuentra entre los más bajos del continente. Así, mientras en Chile, Uruguay y Argentina, los tres países con tradición productiva, se consumen alrededor de 24 litros por persona al año – una media botella a la semana -, en Bolivia el consumo apenas llega a 1,2 litros por persona al año. Es evidente que una vez fijados los conceptos de beber con responsabilidad, es necesario difundir más las bondades del vino en la salud y también en la economía nacional. El vino no deja de ser un producto de alto standing cada vez más asociado a la intelectualidad y la sofisticación.

Tarija necesita convertirse en un reducto conjurado en favor de su vino, donde productores y bodegueros lleguen a acuerdos básicos en la región que garanticen la mayor calidad del producto, hagan frente al contrabando y permitan seguir creciendo siempre con la raíz puesta en el departamento, pues allá donde vaya, el nombre de Tarija seguirá íntimamente ligado a sus bodegas.

Se acerca la vendimia 2023 en un año en el que parece se empiezan a vencer los fantasmas de las crisis y de las pandemias. Es tiempo de mirar al futuro con optimismo.


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