El Censo y el sentido de Estado

Aplicar los resultados del Censo en la distribución de escaños es elemental y negarlo atenta a la configuración democrática de la política

Después de casi dos meses de conflicto intenso, el pulso por la ejecución del Censo de Población y Vivienda parece llegar a su conclusión, aunque para ello debe superar el trámite en el Senado. Allí ingresa sin la presión del brutal paro cívico que se ha sostenido por 36 días en la capital oriental y que ha derivado en esperpénticas escenas de violencia y una ruptura total de la conexión entre el pueblo y sus líderes.

Al Senado ingresa sin tener muy claro cuál será su recorrido precisamente por la influencia que está ejerciendo el expresidente Evo Morales sobre una parte minoritaria de la bancada del Movimiento Al Socialismo (MAS). Morales ha desatado una furibunda guerra interna con la excusa del Censo contra los diputados que han propiciado el consenso con la oposición para resolver las diferencias con una Ley donde se establecen los plazos y compromisos para aplicar los resultados que emanen de la consulta y que tendrá efectos sobre la distribución de recursos y también de escaños para la próxima elección.

Morales habla de “traición” y de retorno a la “democracia pactada” por el simple hecho de que la política se haya ejercido

El pulso venía de lejos y tuvo su punto álgido en el momento en el que su candidato a presidir la cámara de diputados pierde frente a Jerjes Mercado, promovido desde el entorno de la Presidencia. El Censo ha logrado poner números: solo 23 diputados de los 75 de la bancada del MAS estaban en el hemiciclo para votar no a la Ley mientras que el resto apoyó lo consensuado con el resto de bancadas.

Morales habla de “traición” y de retorno a la “democracia pactada” por el simple hecho de que la política se haya ejercido en la casa de la democracia que es la Asamblea Plurinacional, y teniendo en cuenta que la Ley simplemente resume las obligaciones ya contempladas en la normativa jurídica del Estado, que es hacer un Censo cada diez años y aplicar ipso facto sus resultados, porque básicamente es lo justo, no parece proporcional el tamaño del “enojo” con las decisiones tomadas, por lo que se hace evidente que hay cuestiones de fondo por resolver.

Morales ha llegado a lanzar una amenaza contra los diputados de su propio partido que, en realidad, es una amenaza contra la estabilidad del país. “Advertimos que aunque no se defina la distribución de escaños en la “ley del censo” coordinada desde el Ejecutivo con la presidencia de Diputados a espaldas de la Asamblea, la pérdida de curules para uno o más departamentos, será atribuida a diputados que aprueben esa imposición” dejó escrito en sus redes sociales en un mensaje evidente, pero insostenible, pues la redistribución de escaños es ineludible.

Lo importante de hacer un censo es que sea confiable, que evidencie la situación del país y todas sus virtudes y carencias. Aplicarlo es de ley, pues no se puede sostener un equilibrio democrático si no se corresponde con los pesos demográficos que reflejen la verdadera naturaleza de la voluntad popular. El asunto no debe enfocarse desde la pérdida y mucho menos, desde la revancha, sino desde una comprensión profunda de la realidad nacional y sus dinámicas, que evidentemente deben ser atendidas desde la redistribución de recursos, que tampoco puede limitarse a la simple distribución por peso poblacional, ya que solo garantizará un país eternamente despoblado.

El presidente Luis Arce debe tomar nota y actuar en consecuencia. Los pulsos de partido no pueden seguir amenazando a la estabilidad del país y no se pueden administrar partidos sin sentido de Estado.


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