El censo y la migración rural

Hay diferentes causas que pueden explicar este fenómeno que mantiene a la población fija en su provincia de origen, pero fundamentalmente, distancia e inversión

Uno de los datos más urgentes que se necesita actualizar en Bolivia en general y en Tarija en particular es el del porcentaje de población que vive en las grandes ciudades respecto a la gente que se mantiene en el área rural, y con ese dato, todas sus derivadas de migración. Un dato que necesariamente debe tomarse del Censo de Población y Vivienda.

Actualmente el Banco Mundial estima que el 70 por ciento de la población vive en las ciudades, un porcentaje que ha ido creciendo desde que se empezaron a sistematizar esos datos en 1960. Entonces se cifró en 32%. El equilibrio del 50 por ciento de población urbana y 50 por ciento de población rural se dio en 1984. Fue precisamente en los años 80 y 90 cuando más se aceleró esa migración que no se ha detenido.

Es verdad que el censo puede reflejar trampas. Normalmente los alcaldes de las zonas rurales tocan a rebato pidiendo a sus oriundos que retornen a sus casas al menos esos días para que los funcionarios del INE los encuentre allí y se inflen los números, importantes después para hacer el reparto de fondos. Sin embargo, otros estudios señalan que el impacto de esa trampa es mínimo, pues la gente es consciente de donde realmente son necesarios los recursos para estar bien atendido.

Tarija es el departamento territorialmente más pequeño del país y ya en 2012 superó a Oruro en población, aunque con la corrección final volvió al odio de cola junto a Pando y Beni, sin embargo, lo que merece especial atención es el reparto de población en sus provincias, mucho más habitadas que el promedio nacional.

Hay diferentes causas que pueden explicar este fenómeno que mantiene a la población fija en su provincia de origen. El más importante, probablemente, es que la distancia que hay que recorrer para acceder a ciertos servicios no es insalvable como en otros departamentos mucho más grandes, incluso teniendo mejores infraestructuras carreteras.

El otro gran factor es precisamente el de la inversión en el territorio. Inversión real, de la que genera movimiento económico y crea puestos de trabajo. En Tarija, con todas sus críticas al modelo, se ha priorizado y mucho la inversión en las provincias gracias a la cuenta de regalías, que evidentemente es más abultada que la de otros departamentos. Para ello, la creación de los ejecutivos seccionales o subgobernadores en su momento, con su capacidad de hacer gestión, y también los proyectos concurrentes de los municipios, han sido clave, pues han creado empleos y han mantenido expectativas.

Claro que ese modelo de descentralización no ha estado exento de críticas, que la corrupción siempre ha planeado por sobre ellas y que en varias ocasiones el gasto corriente se presentó como un dispendio innecesario por muy bien que le hiciera al productor local. Con todo, no es menos cierto que Tarija es un departamento de frontera y que velar por la soberanía se hace con familias asentadas en el territorio, trabajándolo y sufriéndolo, más que con escuálidas unidades militares que apenas ven lo que pasa ante sus ojos.

El censo dará luz sobre el camino a seguir. Ojalá lo antes posible.


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