Cambio climático: respuestas de ricos y de pobres

Las respuestas de los países ricos ante la pandemia o la guerra en Ucrania son un peligroso antecedente para lo que puede suceder cuando llegue el momento de la verdad con el clima

Es imposible abordar el cambio climático desde posiciones nacionalistas cerradas. No se puede hacer frente a una amenaza global cada uno desde dentro de sus fronteras, porque todas las acciones tienen consecuencias en algún otro lugar del mundo, pero esto no se está abordando ni con la mínima ética ni desde ningún prisma de equidad, y alguien tendrá que decirlo. Sudamérica es probablemente el continente que más tiene que perder en esto sin haber sido responsable apenas de un 5 por ciento del problema global.

Se pueden tomar algunos de los ejemplos recientes para suponer lo que con probabilidad pase cuando llegue el momento de cambiar definitivamente, por ejemplo, la respuesta ante la pandemia. Desde que la Organización Mundial de la Salud dio la voz de alarma, los países pobres nos limitamos a imitar lo que hacían los países ricos con enormes redes de protección social: rápidamente cerraron los vuelos, cerraron las fronteras y declararon cuarentenas y confinamientos mientras investigaban el virus activando sus máquinas de hacer dinero, y mientras esperaban, en el sur se arruinaron las familias, se destruyeron los empleos y se llegó a la convicción mucho antes de que había nomás que convivir con el virus porque lo que no te mata te hace más fuerte y para comer había que trabajar, aunque fuera a medio gas.

Cuando empezaron a controlar el virus y llegaron las vacunas, los países ricos acapararon todas ellas y no tardaron en reabrir sus espacios para volver a gastar, mientras que los países pobres seguíamos asustados, sin vacunas y muriendo como moscas. A la fecha la vacunación en África sigue siendo irrisoria.

El otro ejemplo es la reacción ante la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Los países ricos se indignaron muchísimo y empezaron a imponer sanciones al mismo tiempo que sus voraces mercados alarmistas acaparan la producción y agravan la inflación que ya se venía disparando con el retorno a la normalidad desigual en las diferentes regiones del mundo. La respuesta de los países ricos a esto es más de lo mismo: elevar las tasas de interés, que acabarán afectando a la deuda pública de los dependientes mientras se saltan por emergencia sus propias disposiciones sobre el clima: Alemania ha reabierto las demonizadas minas de carbón y media Europa alarga la vida útil de sus centrales nucleares.

Lo “bueno” de tener las capacidades instaladas es que precisamente las puedes utilizar si la situación (política, social o lo que sea, pero de los tuyos) así lo requiere. Mientras, en Sudamérica se desincentiva la instalación de refinerías o termoeléctricas, amén de las mismas minas de carbón y se aplaude la construcción de grandes plantas solares o eólicas de tecnología cara con patente de país rico y dudosa eficiencia. ¿Alguien se ha parado a pensar como será andar por este continente con coches eléctricos?

No hay duda de que, en los países ricos, al mínimo problema, volverán a prender su termoeléctrica y su mina de carbón; los plazos del calendario apremian y no hay soluciones ni garantías de equidad que prueben que los países pobres no acabaremos siendo más pobres después de toda esta aventura.


Más del autor
Tema del día
Tema del día
YPFB y los falsos discursos
YPFB y los falsos discursos