El tiempo pasa sin Asamblea

Transcurrieron los primeros seis meses del año con problemas económicos en los poderes ejecutivos y con la Asamblea Legislativa en KO técnico

Transcurridos los primeros seis meses del año 2022 y con las gestiones ya más que consolidadas a todos los niveles ejecutivos, empieza a imponerse la necesidad de hacer balance sobre lo realmente ejecutado en las instituciones tarijeñas, porque las cuentas empiezan a no salir.

Hasta el momento, el relato de la crisis se impone en casi todo. La Gobernación lleva prácticamente quebrada desde la gestión de Lino Condori, que prometió alegremente decenas de proyectos por todo el territorio de los que se pagaron anticipos y nunca, pero nunca avanzaron. Algún día alguien rendirá cuentas, pero la mayor parte quedaron resueltas con acuerdos que no fueron a tribunales mientras que otras sí se encuentran por ahí entrampadas.

Este relato inunda también el día a día, sobre todo de la gobernación, que ha dedicado más tiempo a tratar de cuadrar los números que a hacer gestión, confiando en que la propia dinámica de subsistencia post-covid vaya incentivando la economía. Al gobernador Óscar Montes no le ha temblado la mano a la hora de incumplir algunas de sus promesas de campaña en nombre de la austeridad y el saneamiento, como los ajustes en las canastas de la tercera edad, el “sacrificio” del Susat y, sobre todo, el fallido cierre del Servicio Departamental de Carreteras (Sedeca), para el que se eligió un tono incorrecto que le ha hecho perder la oportunidad y la iniciativa, pues los trabajadores ya están de vuelta con su consiguiente pago.

La “buena noticia” en el caso departamental es que el petróleo se ha vuelto a disparar y que, si nada se tuerce, lo normal es que aparezcan regalías extras luego de que el presupuesto se calculase con un barril a 50 dólares y lleve dos meses por encima de los 100.

Ahí el Gobernador deberá decidir sus prioridades, pues se acumulan meses sin licitar nada, con la obra pública parada y con demasiada gente sacrificando su presente y su futuro laboral en nombre de la austeridad. Nadie olvida que hubo promesas de trabajos muy bien pagados y de reactivar algunos programas que ciertamente será difícil que vuelvan a ver la luz.

La Alcaldía de Cercado, que por volumen es la que más mueve la economía, acumula también problemas propios derivados del no ingreso, pero, además, se empieza a complicar con las promesas realizadas: mover el botadero, abrir la segunda circunvalación y cerrar la DOT, tres asuntos que tienen que ver más con la tierra y la gestión que con la propia capacidad financiera, y que por el momento ya hay plazos del calendario quedando atrás.

Las demás alcaldías no están especialmente mejor. Los proyectos concurrentes no avanzan y el dinero del nivel central tampoco llega como antes, así que toca nomás resistir con lo que hay sin dar demasiados problemas.

Sin duda que Tarija necesita algo más de coordinación y de convicción, que se resuma en un Pacto Fiscal que va más allá de los números, ya que debe hablar de problemas y de futuros, pero lamentablemente, la Asamblea Legislativa ni respira. Así estamos.


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