La amenaza es la OTAN

Los países OTAN demonizan a China y Rusia y anticipan un escenario de conflicto permanente para la próxima década, lo que afectará al desarrollo del sur

Avanza la Cumbre de la OTAN en Madrid bajo el guion previsto: la treintena de países que confirman la alianza militar teóricamente más poderosa del mundo toman decisiones que ponen en riesgo al conjunto del planeta, que seguirá avanzando hacia la crisis económica y alimentaria.

Vencidas las resistencias estratégicas de Turquía que negaba el ingreso de Suecia y Finlandia a la alianza, quien sabe a cambio de qué, pero probablemente a costa de que los kurdos padezcan nuevas azotes por parte de Erdogan y su ejército sin que nadie abra la boca, la OTAN vuelve a avanzar hacia las fronteras rusas incumpliendo los compromisos que en los años 90 permitieron el desmembramiento de la URSS y que básicamente consistían en dejar neutrales los países que fueron de la órbita soviética. Desde entonces ingresaron Hungría, República Checa y Polonia en el 1999; Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia y los tres países Bálticos de Lituania, Letonia y Estonia en el 2004; en 2009 Albania y Croacia y después otros dos países de la ex Yugoslavia como Montenegro en 2017 y Macedonia del Norte en 2020.

Lo esencial es el cambio de criterio oficial en su marco estratégico. En 2010 la OTAN consideraba a Rusia un “socio estratégico” mientras desplegaba el “escudo antimisiles” en las mismas fronteras rusas e invitaba a la propia Ucrania a ser parte del mismo, pero habida cuenta de que a Vladimir Putin no le ha hecho ninguna gracia el vacile eufemístico, ha pasado a ser ahora la “más significativa y directa amenaza a la seguridad de los aliados y a la paz y estabilidad el área euroatlántica”.

El documento no es menos duro con China, a quien acusa - fíjate qué cosas - de emplear una “amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares” para aumentar su poder, “mientras permanece opaca sobre su estrategia, intenciones y desarrollo militar”, y es que a los ganadores de la Guerra Fría agrupados en el club VIP que define guerras y sentencia gobiernos no le está haciendo ninguna gracia que el gigante asiático se haya convertido en el gran cooperador de los países del sur con una serie de lógicas mucho más transparentes que las que Estados Unidos lleva ejerciendo décadas, es decir, sin pedir subordinación ideológica a cambio de créditos e inversiones.

El escenario que delinea la OTAN viene a ser una declaración de intenciones, una suerte de rayada de cancha del matoncito del cole que no quiere perder su poder y renuncia a las vías políticas del pasado porque cree que sus adversarios solo van a entender la clave militar, pero evidentemente el problema al que han empujado al mundo es más urgente. Las cifras de inflación en el mundo occidental están en dos dígitos y la única solución que ha encontrado la ortodoxia de los bancos centrales pasa por subir los tipos de interés, que acaba perjudicando fundamentalmente a los países en vías de desarrollo, es decir, al sur global, que con probabilidad solo encontrará consuelo, de nuevo, en el gigante asiático y en la cooperación rusa de largo plazo.

No hay solución milagrosa, menos si no hay respeto al otro, que además viene creciendo aplicando las normas del juego que el poderío militar de la OTAN ha impuesto desde finales de los 90. Tal vez haya un desenlace militar, pero lo que es seguro es que la crisis económica y alimentaria afectará de nuevo a los más pobres mientras los poderosos defienden sus privilegios en un mundo que no visualizan ni como más justo ni como más seguro para todos, sino para ellos.


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