El SOS de las fronteras tarijeñas

A medida que se encarecen los productos en origen y cambian los márgenes de beneficio, para determinadas organizaciones va a dejar de ser atractivo llegar hasta Bolivia

Hace tiempo que las fronteras tarijeñas vienen dando alaridos de ayuda sin que nadie le de especial importancia, y claro, lo habitual en esos casos es primero comenzar medidas de presión. El riesgo es siempre que, ante la ignorancia sistemática, lo anormal se normalice, y lo anormal suele ser lo ilegal.

Bermejo merece un monumento en lo más alto del museo de la bolivianidad. 100 años sentando soberanía en un territorio climáticamente inhóspito sin agua y sin luz. Hasta hoy sigue siendo una tragedia el mantener mínimamente estable la electricidad y disponer de agua ante cualquier eventualidad sin exponerse al dengue u otras enfermedades transmitidas por los zancudos.

Su gran emprendimiento industrial, el Ingenio Azucarero de IABSA hace décadas que es un dolor de cabeza y su sustituto, el de la planta procesadora de cítricos, es otro.

Yacuiba también ha hecho Patria por demás. Hacia donde huyas es Argentina, y ahí sigue en pie marcando frontera con calles que se convierten en ríos a cada lluvia más o menos torrencial, con los problemas de siempre en los servicios básicos y cada vez más golpeada por la inseguridad ciudadana.

En Yacuiba también han llegado las iniciativas industriales, la última, la planta Separadora de Líquidos que no ha tenido continuidad en el detalle y por ende, no ha supuesto una explosión económica como alguna vez se predijo, y es que tampoco las autoridades locales han previsto la posibilidad de que así sea, complementando la iniciativa estatal con otros proyectos de transformación final o al menos la construcción de un parque industrial.

Casi todo en las fronteras se ha dejado en manos del liberalismo clásico. El “libertarismo” tan de moda ahora. Las fronteras son en general un mercado inmenso a cielo abierto donde compradores y vendedores se dan sus mañas para maximizar sus beneficios. La mayor parte está abonada al contrabando puro y duro, pero la debilidad del Estado y la desproporción lo hacen prácticamente inevitable. Toda la economía local está armada en base a ese dinamismo de lo ilegal.

Yacuiba y Bermejo sufren cada vez que baja el peso argentino, que provoca unas condiciones específicas: las condiciones instaladas y la gente que vive de ellas requieren insumos para funcionar, y eso a menudo se encuentra en lo irregular. Cada vez más porque la demanda en occidente ha crecido. Sí, estamos hablando de narcotráfico.

Los expertos advierten de que el contrabando está ayudando hoy por hoy a contener la inflación en Bolivia, pero también señalan que a medida que se encarecen los productos y cambian los márgenes de beneficio, para determinadas organizaciones va a dejar de ser atractivo llegar hasta Bolivia. Ahí tal vez se genere un problema económico de ámbito nacional, pero lo que seguro sucede es que la gente de las fronteras deberá volver a poner en marcha su instinto de supervivencia. Y de nuevo, sin contar con casi nadie.


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