Tarija libre de violencia política

La polarización no es solo algo que esté sucediendo en Bolivia, sino que a nivel mundial las posiciones se han enquistado en sus rincones, y desde sus trincheras se dedican a descalificar e insultar al contrincante

Después de unos años de relativa calma, la violencia política parece que busca hacerse un hueco de nuevo en la vida cotidiana de Tarija, unas prácticas que, sin pretender idealizar la vida diaria tarijeña, no deberían encontrar espacio en el departamento.

En pocos días se han visto manifestaciones violentas de diversa índole y protagonizadas por diferentes sectores, aunque la mayoría responden a un lineamiento político. En común tienen también que no responden a emergencias concretas, sino a conceptos de alarma a largo plazo.

Por ejemplo, noviembre arrancó con paros en rechazo de la Ley que contemplaba la estrategia para la lucha contra las ganancias ilícitas. En Tarija no asumieron medidas los gremiales como en otros puntos del país, por lo que fueron los cívicos los que llevaron el peso hasta que se plegaron los transportistas, cuyo apoyo resultó clave para el éxito – siempre relativo -. También la Universidad Pública se sumó a las medidas.

Mientras tanto, el Movimiento Al Socialismo, espoleado desde las más altas instancias del poder, acudieron al desbloqueo en varias ocasiones con medidas expeditivas y violentas, pues aunque las narrativas fueran las contrarias, para la historia quedarán esas imágenes de docentes golpeados en plena avenida Víctor Paz, donde al día siguiente los contrarios ensayaban también cánticos racistas y se parapetaban con escudos y otras indumentarias que garantizaban pelea, aunque afortunadamente no se produjo.

Días después llegó una delegación chaqueña para exigir algo relacionado al 45% del IDH, pues ni ellos tenían muy claro que hacían parapetados a las puertas de la Asamblea, exhibiendo odio y dejando la plaza Luis de Fuentes ciertamente magullada.

La última ha sido la visita de Luis Fernando Camacho, que dictó una conferencia sobre su propuesta de Federalismo para Bolivia, pero que fue recibido de nuevo en la plaza Luis de Fuentes por grupos de choque – con altos dirigentes y exautoridades entre ellos – que no dudaron en agredir e incluso, llegaron a los puños con algunos viandantes.

Es verdad que en Tarija ha habido otros momentos de extrema violencia, como los que rodearon a las luchas autonómicas de 2008, cuando se impidió el aterrizaje de Evo Morales y hubo choques duros en el Mercado Campesino, pero no es lo habitual.

La política en todo el mundo se ha enrarecido. La polarización no es solo algo que esté sucediendo en Bolivia, sino que a nivel mundial las posiciones se han enquistado en sus rincones, y desde sus trincheras se dedican a descalificar e insultar al contrincante, buscando la negación absoluta, algo que las redes potencian al reducir las burbujas.

El fin último es el descrédito del sistema, negar la mayor, alegar fraude ante derrotas contundentes - como Trump o como Rosario Baptista – y legitimar la violencia como forma de expresión política y de toma del poder. El círculo de la polarización solo tiene un fin: destruir el sistema, negar la democracia. Después será la Ley del más fuerte.

Entre todos debemos enterrar estas prácticas violentas e inconscientes. A nade le interesa que acabemos a golpes.


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