La paciencia de la prensa libre

Probablemente el poder absoluto lleva a estas deformaciones; años rodeado de adulones que regalan los oídos convierten en un ejercicio tortuoso escuchar o leer la realidad de lo que pasa fuera de la burbuja

Cada vez que un poderoso amenace a la libertad de prensa responderemos desde este editorial, porque sin duda vivimos tiempos convulsos a nivel mundial, tiempos de polarización extrema que se está saltando el mínimo del decoro para colocar mensajes que, al final, solo conducen a la violencia y al odio. No es tiempo de tener miedo.

Evo Morales ha sido el Presidente más poderoso de la historia de Bolivia, ni el mejor Víctor Paz Estenssoro gozó del poder ejecutivo y legislativo que sí tuvo en sus manos Morales y que extendió por todos los resortes del Estado con la aquiescencia de la comunidad internacional, que siempre lo ha protegido. Cuesta entender que aún así fuera “golpeado”, como sostiene, pero más cuesta entender su enfermiza fijación con la escuálida prensa libre.

El MAS de Evo Morales copó los medios estatales – como cualquier gobierno en la región – e invirtió en ellos cualquier cantidad de recursos, sobre todo en Bolivia TV, pero también en ABI, en Cambio y en el resto. Además, cooptó medios privados por las buenas o por las malas por todo el país, como señalan sindicatos de la prensa y de soslayo, la patronal de la comunicación, y aún así, en aquellos departamentos donde a pesar del duro asedio no lo pudo hacer, encargó a familiares o amigos crear medios afines con apariencia de independiente que le hiciera el trabajo sucio. Tarija es uno de esos departamentos donde la avaricia y el afán de poder le llevó a probar todas las estrategias, y, aun así, sigue siendo el departamento donde no logra vencer las resistencias.

Probablemente el poder absoluto lleva a estas deformaciones; años rodeado de adulones que regalan los oídos convierten en un ejercicio tortuoso escuchar o leer la realidad de lo que pasa fuera de la burbuja. Contrastar los deseos con la realidad suele desembocar en reacciones violentas cuando la imagen se vuelve estridente.

Probablemente al MAS le hubiera ido mejor invirtiendo en educación, por lo que supone en la formación del pensamiento crítico, que gastando millones en propaganda efímera que creó amigos adulones tan fugaces como el gobierno de Jeanine Áñez, pero no lo hizo, al contrario, optó por el aplastamiento total cortando financiación, arremetiendo con impuestos e increpando a periodistas, pero una vez más se evidencia que la prensa no se debe al poder, sino a sus lectores, y que estos responden cuando se les presenta una línea editorial clara y no un compendio de ideas mal ordenado sobre el calor y el color del momento y del partido. Por eso sobrevive. Por eso sobrevivimos.

El derecho a la información y a la libre expresión son derechos protegidos en la Constitución Política del Estado y como tal deben ser honrados y respetados por todos, pero está claro que ni este gobierno, ni el anterior, ni el anterior admiten que la prensa libre radiografíe los acontecimientos a diario.

No hay nada más incómodo para un gobierno que un medio al que no pueda silenciar, y eso está claro que solo se logra con el respaldo diario de los lectores, de aquellos que no quieren que el pensamiento único se imponga y saben exigir coherencia y compromiso.

Las amenazas sobran.


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