Contra los feminicidios, más acción y menos verbo

No se trata de convocar cumbres, de hacer análisis o levantar informes. Se trata de actuar rápido con los recursos disponibles, bien utilizados

Las palabras se quedan cortas para describir los datos de violencia de género que cada año por estas fechas inundan los medios de comunicación. Datos fríos que ponen vergonzosamente a Bolivia a la cabeza de un continente que ya de por sí encabeza los ránquines mundiales, pero que son algo más que datos y cifras. Detrás de los números están las mujeres asesinadas, las familias destruidas, y una serie de hechos demenciales que requieren justicia que casi nunca llega, pero, sobre todo, un verdadero cambio de paradigma que frene esta sangría infinita.

Los datos duelen. Cada asesinato, cada feminicidio en cualquier rincón del país tiene su historia particular, una historia que debe ser consolada y reivindicada, porque detrás de cada una de las muertes hay sueños frustrados.

Por estas cuestiones de la frivolidad que recorre el mundo y que todo lo quiere relativizar, cada vez hacen falta más eufemismos para explicar este vergonzoso fenómeno, que en sí requiere despojarse de ideologizaciones e ir al cuerpo caliente de la víctima, que tiene poco de teórico y mucho de dolor.  Cada día hay mujeres muriendo a manos de hombres, demasiadas veces de hombres de confianza, parejas o ex parejas, que decidieron ejercer la mayor de las violencias para acabar con la vida de quien se supone era un ser amado. Ni leerlo tiene sentido.

Sí, es el patriarcado, años de dominación y de aprendizajes sesgados, de repetir patrones conductuales, aunque a algunas y a algunos les estremezca más el término que el cuerpo asesinado e inventen universos paralelos para proteger a no se sabe a quién. Al final del debate y los pudores, son hombres matando mujeres porque creyeron que eran de su propiedad, porque creyeron que tenían el derecho de doblegar su vida a voluntad, porque creyeron que esa mujer les debía algo. Es macabro desde cualquier punto de vista.

El calendario hoy nos convoca sobre el Día para la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres, y con seguridad veremos muchas cifras, grandes aspavientos, condenas y muchos compromisos de los políticos, pero lo cierto es que es urgente hablar menos y hacer más, porque se está demostrando que donde se han empezado a hacer cosas, los números cambian y las mujeres, sí, se empoderan. De momento toca atender la emergencia y su crudeza con los recursos que se tienen, con los SLIM, con los policías, con todo su personal sabiendo lo que debe hacer; después (en realidad en paralelo) toca trabajar duro para cambiar el paradigma que somete a las mujeres a la voluntad de sus asesinos.

No se trata de convocar cumbres, de hacer análisis o levantar informes. Se trata de actuar rápido. Es urgente porque nos están matando y el compromiso es claro: Ni Una Menos.


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