La debilidad del Gobierno de Luis Arce

El Gobierno queda muy tocado después de una gran derrota política que viene a minar su poder pese al 55%, ya que además se exhibe como un Gobierno con miedo a ser desestabilizado

El Gobierno decidió suspender indefinidamente el tratamiento de la Ley contra la Legitimación de Ganancias Ilícitas justo un día después de que se había puesto un plazo de un mes para alcanzar el objetivo, que perfectamente podía haber sido su muerte lenta y silenciosa, como ya ha pasado con otras recientes como la del impuesto a Netflix – que no paga nada en Bolivia – o inversiones como la del tren a Arica, que simplemente no funciona.

La decisión de suspenderla con ruido y acto formal de la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, que precisamente no se prodiga demasiado por los escenarios de confrontación pese a su cargo, lleva implícitamente un mensaje que tampoco es fácil de descifrar.

Prada y el Gobierno quieren hacer guiños a sus bases y quitar protagonismo a la oposición en esta decisión, pero a la vez hablan de un riesgo de desestabilización de un Gobierno elegido hace solo un año y con un amplísimo 55 por ciento en primera ronda que bien querrían para sí cualquiera de los gobiernos del entorno.

La Ley viene a ser una de las leyes “sugeridas” desde ámbitos supranacionales, aunque en este caso no impuesta por lobbies propiamente dichos. El objetivo es acabar con paraísos fiscales y con reductos donde se puedan esconder recursos de dudosa procedencia, y en este caso, Bolivia está cerca de ser un paraíso por la inacción de las propias autoridades.

Comunicacionalmente, siempre encerrado en sus aduladores, el Gobierno ha manejado mal el asunto desde el primer día, justo al contrario que la oposición, que ha logrado sembrar la semilla de la discordia entre las propias bases del MAS, que efectivamente son sectores populares muchas veces con prácticas no tan transparentes, por decirlo suave. Todos estos sectores han manifestado su desacuerdo con una Ley que dota de instrumentos más ágiles al Gobierno para investigar irregularidades cada cual por su propia inquietud, pero en general, por desconfianza hacia el que maneja los hilos, que ahora es Luis Arce, pero que mañana puede ser cualquier otro.

Es otra consecuencia de la polarización política, un mecanismo político planificado y no espontáneo que logra minar todo tipo de confianza en las instituciones y en los poderes del Estado, y que una vez bien instalada, impide cualquier avance en cualquier dirección.

El Gobierno queda muy tocado después de una gran derrota política que viene a minar su poder, ya que además se exhibe como un Gobierno con miedo a ser desestabilizado, algo expresado textualmente por la ministra de la Presidencia, pese a la exultante victoria de hace solo un año.

El reconocimiento de esta situación convierte al Gobierno en un Gobierno débil sin un claro horizonte para el país y que tendrá dificultades para imponer cualquier medida o decisión de aquí en el futuro, y con lo que viene en plena “recuperación” post Covid, no parece ser la mejor posición. Ojalá Luis Arce sea capaz de tomar las mejores decisiones para el país, por el bien del país.


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