El POA 2022 y la luz al final del túnel

En una economía tan dependiente de los recursos del gas que administra el poder público no parece que recortar sea la mejor de las ideas, pero depende del Gobierno disponer los recursos para ello

La tramitación del Plan Operativo Anual (POA) culminó la semana pasada tras un largo debate en la Asamblea Legislativa Departamental donde se convirtió en la Ley Financial, que en realidad tiene después que ser ratificada por el Ministerio de Planificación y consolidado dentro del Presupuesto General del Estado.

El documento viene a reflejar en números los asuntos que durante todos estos meses los diferentes voceros de la Gobernación habían ido adelantando y advirtiendo. En general se plantea una drástica reducción del techo presupuestario, que baja de 1.044 a 667 millones de bolivianos como resultado de un ajuste muy conservador de los ingresos por hidrocarburos previsto por el Ministerio, más teniendo en cuenta la tendencia de precios de los últimos meses y los análisis de la evolución del mercado, y un recorte en los ingresos propios proyectados, que según el Gobernador se han sincerado a los ingresos reales y no se han inflado para cuadrar gastos.

La reducción de volumen tendrá sus efectos en el conjunto de la Gobernación y su funcionamiento, pues los márgenes del 15% y demás volverán a estar vigentes, mientras que en Tarija no se acaba de resolver el futuro de las Subgobernaciones y sus dinámicas.

En general, lo que se viene en Tarija es un ajuste importante de cinturón, con muchos recortes de gastos que no son simplemente gastos sino también puestos de trabajo y ventas de pequeños negocios tarijeños, y un bajón drástico de la inversión pública, que esencialmente se destinará a acabar lo que está en marcha, que es poco.

El objetivo es “sanear” las cuentas públicas para después concentrarse en la inversión en el desarrollo productivo, que es un compromiso de campaña que tendrá que encontrar e implementar nuevos programas. De momento, el vehículo que han encontrado para garantizar también la paz social es el del Prosol, donde no solo no se recorta sino que se incrementa el monto destinado, pasando a ser uno de los principales de la gestión, por lo que las comunidades campesinas tendrán una responsabilidad extra en este periodo.

En general las cuentas presentan un año más de sacrificios, lo propio que augura también el Gobierno Nacional, aunque lo envuelva en una secuencia de datos muchas veces jalados de los pelos que tratan de mostrar una recuperación económica que no se siente en la calle. El Covid ha arruinado las expectativas de muchos emprendedores y trabajadores, ha segado muchas vidas dejando muchas familias desestructuradas, y también ha dejado aparcados numerosos proyectos. La radiografía no es diferente a la de muchos otros lugares y países del mundo, pero la receta en Tarija está siendo el recorte y no la expansión, como si prevén, por ejemplo, Europa y Estados Unidos, con programas de inversión pública muy ambiciosos.

¿Será suficiente recortar para ganar dinamismo? En una economía tan dependiente de los recursos del gas que administra el poder público no parece que sea la mejor de las ideas, eso sí, es la única posible si no apoya el nivel central, que es quien tiene los recursos y los mecanismos para reactivar la inversión. Mientras tanto, a Tarija le toca hacer su tarea de adelgazamiento y esperar una mano. Ojalá al fin se vea la luz al final del túnel después de tantos años.


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