11S, el día que “cambió” el mundo

La salida en tromba del aeropuerto de Afganistán, dejando atrás a miles de colaboradores, y escuchar al nuevo presidente Joe Biden negar una y otra vez la evidencia de la derrota, demuestra el fin de una época

Han pasado 20 años desde que dos aviones hicieron impacto en las dos Torres Gemelas de Nueva York. Después de unos minutos de agonía, ambas se derrumbaron. Apenas había Internet, nada de redes sociales, fue el último gran evento seguido exclusivamente por televisión. Al caer, ya todo el planeta le había echado la culpa a Osama Bin Laden y su grupo terrorista Al Qaeda, La Base, que tardó en reivindicar el atentado.

Murieron unas 2.000 personas, las que habían llegado temprano a trabajar y quedaron atrapadas en los pisos altos. Los periódicos al día siguiente le pusieron el tinte bélico al considerarlo el primer ataque militar - no exclusivamente terrorista - perpetrado en su territorio. Fue parte del relato para justificar la inmediata intervención en la Afganistán de los talibanes (que EEUU había patrocinado en los 80 frente a la URSS) y a quienes se acusó de dar cobijo a los terroristas de Bin Laden.

Aquellas imágenes marcaron a una generación en doble sentido, el poder hegemónico de Estados Unidos, vigente desde la segunda Guerra mundial, se veía amenazado. Por primera vez la potencia armamentística se sentía amenazada en su propio territorio. El mundo entero esperaba una reacción, pero la reacción no dejó tampoco indiferente a nadie, como no lo ha dejado 20 años después de aquella venganza general.

No era cómo empezaba, sino cómo ha acabado. Estados Unidos empezaba entonces su primera guerra del siglo XXI con George Bush hijo a la cabeza y entre mil recomendaciones que le auguraban una derrota y le sospechaba intereses pragmáticos en la intervención, aunque los acontecimientos del 11S impedían cualquier rechazo abierto a la medida.

En estos 20 años, Bush renovó mandato con un increíble pucherazo en Florida; Obama gobernó ocho años prometiendo el cielo y la tierra y no solo no paró ninguna guerra, sino que apadrinó el caos de las "primaveras" árabes donde quiso (no en Egipto, que volvió a dictadura militar, por ejemplo); y finalmente un Donald Trump histérico acabó por arrugar la figura presidencial, convirtiendo a Estados Unidos es un Estado mezquino.

La salida en tromba del aeropuerto de Afganistán, dejando atrás a miles de colaboradores, dejándolos incluso caer desde el fuselaje de los aviones de carga que despegaron pisando a quien fuera, sin el mínimo decoro, y, sobre todo, escuchar al nuevo presidente Joe Biden negar una y otra vez la evidencia de la derrota, demuestra el fin de una época.

El siglo XXI no parece ser el tiempo de EEUU. El tiempo de la unilateralidad ya pasó. Los jóvenes de hoy, en todos los países del mundo, serán quienes asuman la suerte de un siglo, donde ninguna potencia es más grande que todos los demás pueblos unidos con la razón, con la verdad, con la necesidad, y con la Justicia. Aquel 11 de septiembre cambió el mundo, y el mundo tiene que adaptarse a esos paradigmas.


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