Los límites de Tariquía

Evitar la depredación siempre ha sido una tarea mayúscula y con pocos alicientes, porque los poderosos suelen acabar colocando el relato a su medida

Diferentes sectores sociales y algunas instituciones han cerrado filas con uno de los proyectos emblemáticos de exploración petrolera en Tarija, que en realidad es prácticamente una reactivación, ya que Astilleros ya fue explorado en los 70 y los 90, al igual que Churumas. El proyecto prevé poner rápidamente en producción esos pozos, cuyos volúmenes se tratarían en las instalaciones de San Alberto, que han quedado infrautilizadas tras la declinación de ese otro campo que en su momento soportó la mayor parte de la exportación de gas a Brasil.

El asunto está prácticamente hecho porque así lo han determinado algunas instituciones clave, y porque finalmente parece haber colado aquella maniobra orquestada por el exministro Luis Alberto Sánchez, que ordenó revisar el Plan de Manejo de la Reserva Natural y, casualidades, las áreas de interés del proyecto resultaron quedar fuera del núcleo de la reserva, que no de sus zonas de influencia.

La propia interpretación es compleja y difícil de sostener. Tanto Churumas como Astilleros se sitúan justo encima del río Tarija, esencial en el ciclo hídrico de la reserva, aunque al encontrarse en su parte final, aparentemente afectaría al territorio argentino, por donde continúa la reserva en Baritú. Lo cierto es que las ONG, para variar, no han levantado demasiado la voz, y todo ha quedado en manos de ambientalistas, activistas y la sociedad en general.

Según Yacimientos, el proyecto es de los más relevantes a nivel nacional y se estima aproximadamente un trillón de pies cúbicos de gas en el lugar, es decir, una cantidad aproximada a lo que finalmente se confirmó en Margarita. En cualquier caso, los últimos antecedentes en el territorio no invitan a ser optimistas: Boyuy, en Caipipendi, resultó ser el fracaso “más profundo del continente” y el Jaguar X6, en Huacareta, parecido.

En tiempos de crisis como la que vivimos resulta sencillo colocar determinados proyectos y mensajes que parecen justificarlo todo, e incluso desdecirse y dejarlo todo a lo que anteriormente se ha negado, como aquellos que aseguraban que el gas se había acabado para siempre. La cuestión es que el debate sigue vigente, las Reservas Naturales están para algo, y no se puede acomodar su existencia a las urgencias coyunturales del Gobierno de turno, porque precisamente por eso se han considerado así. Evitar la depredación siempre ha sido una tarea mayúscula y con pocos alicientes, porque los poderosos suelen acabar doblegando el relato a su medida.

Tariquía es una Reserva de especial importancia para el departamento, para el país y, al fin y al cabo, para la continuidad del planeta, porque todo suma. Se han dado muchas vueltas para acabar aterrizando en el mismo lugar después de muchos eufemismos y palabras edulcoradas. Presente o futuro. La ambición del hoy frente a la esperanza de un futuro mejor. Tariquía vuelve a estar en el ojo de la tormenta.


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