Áñez y el tremendo lío en el que se está metiendo Arce

Encarcelar a Áñez era una demanda del núcleo más duro del MAS, pero ensañarse con el más débil sin atreverse con los aparentemente fuertes no genera admiradores, sino todo lo contrario

El Gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) sigue empeñado en complicarse la vida hablando del pasado y repitiendo actitudes que le penalizan hacia dentro y hacia afuera.

A estas alturas de la película, nadie entiende que Jeanine Áñez sea la única persona en prisión preventiva en el marco de una investigación por la supuesta sedición y conspiración para un Golpe de Estado en la que, en todo caso, ella figuraría como beneficiaria.

Áñez fue recogida en Trinidad por los aparatos de la Fuerza Aérea Boliviana siguiendo los dictados de los poderosos, que se reunían en los salones de la Universidad Católica Boliviana (UCB), cuando ella prácticamente ya había asumido su condición de jubilada política por desavenencias con Rubén Costas. Su llegada a La Paz fue prácticamente transmitida en directo y aunque es verdad que enseguida asumió su rol, exigiendo, por ejemplo, la movilización del Ejército para controlar la seguridad en la hoyada, es exagerado señalarla como organizadora del plan ejecutado.

Otra cosa es lo que hizo o no hizo en su gestión, que es algo sobre lo que se debe dar cuentas siguiendo las normativas vigentes. Áñez asumió la responsabilidad de dirigir un Gobierno sin legitimidad popular que empezó, además, dando licencia para matar a las Fuerzas Armadas; continuó dividiendo al país entre buenos y “salvajes” y acabó enfangado en vergonzantes hechos de corrupción.

Con todo, y aun así, las formas deben cuidarse. El propio informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales que ha investigado los sucesos entre octubre y diciembre de 2019 ha denunciado el uso y abuso de la detención preventiva y la manipulación política de la Justicia, señalando a la propia Áñez y su brazo derecho Arturo Murillo, pero haciéndolo extensivo a todos los demás.

Áñez era ya un cadáver político cuando renunció a su candidatura a la Presidencia con Juntos, y no quedó ni para las alimañas tras la soberana derrota como candidata a la Gobernación del Beni, donde apenas fue tercera. Áñez es el eslabón más débil de “la pitita” que operó aquel año 2020, sin embargo, el Gobierno en general y el Ministro Del Castillo en particular han decidido cebarse con ella mientras exoneran al resto. ¿O alguien entiende que Áñez esté presa y no Carlos Mesa que arengó las movilizaciones asegurando que iba a la presidencia o a la cárcel? ¿O Luis Fernando Camacho que dirigió todo el operativo y reconoció en un video que su papá “cerró con los militares”?

Este Gobierno ha convertido a Áñez en una víctima por un encierro injusto y poco ajustado a derecho – no hay riesgo de fuga, ni posibilidad de reincidir, ni de destruir pruebas, etc., - que a la larga va a impedir purgar responsabilidades de forma legítima. Encarcelar a Áñez era una demanda del núcleo más duro del Movimiento Al Socialismo (MAS), pero ensañarse con el más débil sin atreverse con los fuertes no genera admiradores, sino lo contrario.

El GIEI ha dado la oportunidad de volver a empezar. Le toca al Gobierno mover ficha.


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