La intolerable tercera dosis contra el Covid

El mensaje de la comunidad científica sigue siendo el mismo: Nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo, pero los poderosos no quieren entender

Es prácticamente un hecho que los países más desarrollados del mundo piensan ya en colocar una tercera dosis de refuerzo de la inmunización contra el Covid-19 en su población. Lo piensan hacer pese a la tibieza de las farmacéuticas y pese a la reflexión tajante de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y también pese a la incertidumbre que esto está generando entre muchas capas de la población, que no acaban de entender un proceso que les decían acabado.

No se trata de alimentar tesis antivacunas, pues a estas alturas ya se han dado muestras de la eficacia de la protección de la vacuna ante los casos más graves de hospitalización y muerte – aunque hace falta mayores desgloses por edad -, sino de recordar la profunda injusticia que supone para la teorizada igualdad mundial.

Una vez hechas las tareas en sus casas, los países hegemónicos decidieron permitir la venta de vacunas de los supuestos “laboratorios top” a los países en vías de desarrollo, que hasta bien entrado el segundo semestre no pudieron ni plantear la operación. Es más, para limpiar sus conciencias han empezado a donar sus excedentes y sobrantes, sobre todo de las vacunas que peores resultados han tenido, como la polémica AstraZeneca o la Jansen, que llegó tarde al mercado. Sin embargo, ante la incertidumbre, los mercados de vacunas se vuelven a tensionar.

En general aún no hay ni un 20 por ciento de la población mundial con la pauta completa de inmunización según los reportes internacionales, y no porque el 80% de los que faltan sean antivacunas, sino porque el acceso sigue siendo imposible. Europa y América del Norte pasan del 60 por ciento; China e India no llegan al 15%; en Sudamérica solo Chile (con vacuna china) y Uruguay pasan del 60% y el resto, incluido Brasil, no llegan al 20% y en África… la mitad de los países no han avanzado nada y el más adelantado es Marruecos con 30%.

La excusa de la avaricia actual es la famosa “variante Delta”, una mutación del virus original que cada cual caracteriza a su manera, y que por lo general se acepta que es más contagiosa y más virulenta, aunque el hecho de que haya muchos contagiados vacunados no permite probar este extremo con claridad.

La cuestión es básica: mientras enormes nichos de población sigan sin vacunar, el virus seguirá corriendo y mutando, y en esas, llegará de nuevo a Europa y Estados Unidos. Tal vez incluso en una de esas mutaciones, el virus logre burlar a la inmunización de la vacuna siendo más fuerte o menos detectable en origen o quién sabe cómo. La cuestión es que esto es política mundial y una enorme oportunidad perdida para hacer reales esos discursos del mundo compartido y comprometido en el que todos debemos avanzar… pero que, a la hora de la verdad, no existen.

El mensaje de la comunidad científica sigue siendo el mismo: Nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo. No parece que los políticos de las potencias más poderosas del mundo acaben por entender este concepto.


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