Avanzar en Bolivia

Cuesta creer que en una coyuntura cargada de urgencias económicas un Gobierno legitimado en las ánforas en 2020 siga discutiendo el relato de lo sucedido en 2019, que políticamente ya fue juzgado

Lunes 9 de agosto. Aun hace frío. La incertidumbre económica planea sobre el establishment financiero mundial, que no tiene claro qué pasará después de la crisis del coronavirus. El Banco Central Europeo dice que habrá inflación; la Reserva Federal de Estados Unidos dice no tener freno; Rusia calcula si es mejor el deshielo del polo para abrir una nueva vía comercial aunque tenga que reconstruir toda Siberia y China celebra su centenario.

En las plantas automotoras faltan microchips porque en China parece han calculado mal la profundidad del impacto de la pandemia, y se teme que la escasez llegue también a los electrodomésticos grandes y pequeños.

En Afganistán, tras 20 años de ocupación estadounidense – llamada misión de paz amparada por la ONU –, los talibanes avanzan y se espera retomen el poder en cuatro meses. Tokio despide los peores Juegos Olímpicos en décadas – aunque estas cosas no se digan por la prensa porque no venden -. El Salvador convierte el BitCoin en moneda oficial contra unos y otros. Cuba aplasta otra protesta. La oposición venezolana se vuelve a meter en la boca del lobo. Chile vibra con su Constituyente. Orban gobierna contra el LGTBI en Hungría. Marruecos tumba ministros españoles. Merkel se irá de una vez. Kim Jong Un está vivo. Los poderosos se alistan para no dejar un metro de aire a Castillo en Perú. Se acaba el mandato de Duque en Colombia sin que el mundo se entere de que no gobernaba Uribe. En Haití han matado al Presidente hace un mes y todo bien. Bolsonaro ya no es tan de derechas ni tan loco, porque Lula puede ser candidato. Messi deja el Barcelona.

La democracia tiene un montón de aristas, pero en casi todos lados pasan cosas en el presente. En el hoy. El mundo se mueve a velocidades increíbles y los desafíos son cada vez mayores, y para ello los ciudadanos deben pensar rápido y decidir sus mejores opciones en las ánforas, así cada vez, porque de momento no se ha encontrado otro sistema menos malo que ese de votar cada cierto tiempo.

En Bolivia tenemos una cantidad impresionante de desafíos por delante. Desde litio hasta la salida al mar (¿o qué hacemos ahora?), desde revolucionar nuestra maltrecha educación hasta reponer nuestras potencialidades turísticas y culturales.

Peor en el día a día; el desempleo sigue rondando el 8 por ciento, el cierre de empresas sigue acelerado, el crédito no fluye, los Gobiernos Departamentales están con el agua al cuello para pagar sus gastos ordinarios, los Gobiernos Municipales apenas pueden cumplir con los servicios sociales y las inversiones públicas han pasado a la historia. Muchas cosas por hacer.

Cuesta creer en ese contexto que un Gobierno legítimo y legitimado en las ánforas en 2020 siga discutiendo el relato de lo sucedido en 2019, que políticamente ya fue juzgado. Es obvio que habrá que explicar algún día qué pasó y, sobre todo, resarcir a todas las víctimas de aquellos aciagos días, pero hay que avanzar. Con reconciliación, en paz, pero avanzar.

DESTACADO.- Es obvio que habrá que explicar algún día qué pasó y, sobre todo, resarcir a todas las víctimas de aquellos aciagos días, pero hay que avanzar


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