La incertidumbre de Astillero

En Bermejo se demanda la perforación de un área que recoge las expectativas del municipio para recuperar su pujanza; además, se hacen cuentas sobre los recursos que no llegarán al departamento

Nunca llueve a gusto de todos, algo así pasa frecuentemente en Tarija, sobre todo cuando de hidrocarburos se habla. El trascendido de que Yacimientos contempla abandonar el proyecto de San Telmo Norte en Tariquía ha sido festejado en círculos ambientalistas, con las prudencias del caso dado el historial de desconfianza que se ha cimentado en los últimos años. Sin embargo, en otros foros ha causado desconcierto e incluso malestar.

La defensa de la Reserva Natural de Flora y Fauna de Tariquía fue una causa que movilizó a los ciudadanos, sobre todo de la ciudad capital, al entender que el proyecto petrolero adjudicado, sin consultas ni socialización, amenazaba en demasía a uno de los pulmones verdes más importantes del sur del país y el responsable de la dinámica hídrica del valle central.

Nadie se preocupó demasiado en explicar el proyecto por parte de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y menos por parte del Ministerio de Hidrocarburos, que se conformó con repetir las cifras económicas que reportaría, tan mareantes como increíbles dados los antecedentes, y que incluso llegó a movilizar a la Policía Nacional para romper un cordón de protesta armado por mujeres y ancianos en el camino hacia Chiquiacá que indignó al país entero.

Aquel error, como el de la torpe “consulta previa”, jamás coordinada con el Tribunal Electoral Departamental como mandan las leyes y resumida en un puñado de firmas sobre un papel en blanco sin cédula ni ningún otro elemento identificador, supusieron un punto de inflexión en el intento de imponer el proyecto y eclipsó el resto de potencialidades.

Y es que en el lugar sí hay un apoyo general al proyecto petrolero por lo que supone de desarrollo inminente en un valle cada vez más deprimido, aunque a mediano plazo, como pasa en Palos Blancos con Margarita a solo unos kilómetros, no sirva para resolver los principales problemas.

El otro apoyo soterrado era el de la clase política general, con contadas excepciones más presionadas por lo político que por lo pragmático. San Telmo es un territorio explorado, con plantas procesadoras relativamente cercanas y, por ende, una oportunidad excepcional de monetizar en el corto plazo el nuevo hidrocarburo. A nadie se le escapa que más allá del discurso, Tarija vive y seguirá viviendo de los recursos de sus hidrocarburos, porque no está en condiciones de reemplazarlo directamente por otros ingresos que puedan soportar la estructura actual.

Con todo, el mayor problema está viniendo desde el otro extremo de la reserva, en el área de Astillero, históricamente dentro de la Reserva pero que ha sido “desplazada” por el último plan de manejo aprobado. La capital del triángulo sud, donde brotó la primera gota de petróleo, se ha quedado sin gas y no hay duda que la expectativa pasa por activar ese campo que pueda dar pie a solucionar el resto de problemas.

Tarija en pleno tiene encima el debate profundo de su sostenibilidad que hay que afrontar con determinación y solidaridad.


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