Nacionalizar el ahorro o el nuevo ciclo de Arce

Arce también puede marcar época con una nacionalización: el ahorro de los bolivianos se está yendo a terceros países y grandes bancos y nadie parece estar haciendo nada para evitarlo

La nacionalización de los hidrocarburos fue sin duda la medida estrella de Evo Morales y la que le permitió mantener una unidad de discurso durante los 14 años de Gobierno. Sirvió porque la ejecutó nada más llegar al poder y de acuerdo a lo que se había hablado en la agenda de octubre. Era el golpe soberanista clave que Bolivia daba para dentro y para fuera.

Era evidente lo que iba a suponer a nivel de ingresos, pero también lo que suponía a nivel internacional: un país pobre con un Presidente indígena se enfrentaba por primera vez a toda la oligarquía del petróleo que llevaba años gobernando el país. El eco fue positivo: Morales se hacía respetar.

La evidencia de que la nacionalización era absolutamente necesaria es que ninguna de las petroleras abandonó el país y no tardaron en sentarse a renegociar los acuerdos con los hombres de paja del vicepresidente Álvaro García Linera.

El gesto ha marcado una era que se asocia indivisiblemente a Evo Morales y tiene que ver con la reivindicación histórica, pero también con que se hiciera en un momento en el que abundaba el dinero y los buenos sentimientos.

Los años han pasado y el sector se ha agotado. El Gobierno de Arce debe decidir ahora si va a elegir la vía tradicional, que ha cosechado demasiados fracasos en los últimos años, o si se va a desentender de la Madre Tierra para volcarse con las técnicas no convencionales que pueden dejar el subsuelo como un queso gruyere.

La decisión parece obvia, y salvo que Arce quiera pasar a la historia por ello, lo normal es que pronto articule otro discurso sobre un eje que pueda dar por superado este punto. Lo normal también es que Arce busque en su entorno más cercano un cambio de paradigma, como buen exministro de Economía.

Arce lo tiene tan cerca que capaz quiera pasarlo por encima: el ahorro de los bolivianos se está yendo a terceros países y nadie parece estar haciendo nada para evitarlo. Como se oye; entre las AFP, las SAFIs y sus variados Fondos Abiertos o Cerrados, además de los Seguros y las mismas Reservas de Divisas, Bolivia está utilizando su propio ahorro interno, ese que los trabajadores guardan en el banco o ahorran en el Mercado de Valores porque no tienen muchas más opciones alternativas, se utiliza para financiar inversiones de grandes transnacionales, bancos e incluso al Gobierno de Chile.

En 14 años se ha hablado ya de estas condiciones y se han sugerido algunos ajustes siempre en el mismo sentido: ordenar las inversiones, eliminar a los bancos como propietarios de Bolsas, Agencias de Bolsas y SAFIs, exigir que las carteras de inversiones de las AFP y SAFIs tengan también acciones o lo que sea de empresas productivas locales e impedir que los ahorros de los bolivianos acaben en grandes corporaciones y bancos transnacionales, pero lo cierto es que nunca se ha hecho nada. Por el contrario, se han profundizado las normas regulatorias para que ese esquema heredado desde 1997, subsista.

Luis Arce tiene ante sí una gran oportunidad de crear su propio legado en un momento en el que no hay liquidez para las empresas y en el que los bancos miran para otro lado e incluso han sacado divisas del país en sus momentos críticos. Es hora de nacionalizar el ahorro interno. Es tiempo de hacernos crecer sin esperar ninguna obra de caridad.


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