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Covid-19: El Gobierno amigo y la desidia con Tarija

Después de casi dos meses de cuarentena a la espera de que el Gobierno Central materializara sus promesas para con Tarija, urge acabar de profundizar el cambio de estrategia y tomar en serio una nueva dirección. Si alguien creyó que era suficiente con “un Gobierno amigo”, ha quedado en...

Después de casi dos meses de cuarentena a la espera de que el Gobierno Central materializara sus promesas para con Tarija, urge acabar de profundizar el cambio de estrategia y tomar en serio una nueva dirección. Si alguien creyó que era suficiente con “un Gobierno amigo”, ha quedado en evidencia que no se trata solo de amistad, sino sobre todo, de capacidad ejecutiva.

Tarija no es el departamento peor preparado, a pesar de todas las carencias, sin embargo, de forma sistemática ha sido sometido a riesgos que son difícilmente explicables por parte del Gobierno Nacional. Lo normal en cualquier estrategia médica de contención, más con una cuarentena salvaje de por medio, es asegurar las zonas con menos infectados y posteriormente, concentrarse en las más afectadas. Es decir, que si en los departamentos periféricos hay pocos casos, hubiera sido lo conveniente investigarlos a fondo y de forma rápida para frenar su expansión lo antes posible.

La práctica indica todo lo contrario. En Tarija se han hecho apenas 60 pruebas y a cuentagotas. En el país se han hecho más de 10.000. El jueves, por ejemplo, se hicieron a nivel nacional 943 test de laboratorio según los datos del Ministerio de Salud, pero no se consideró ninguna de las 15 de Tarija.

Siete de esas 15 pruebas llevaban esperando más de una semana. Tres resultaron positivas al día siguiente. Los dos positivos del martes también tuvieron que esperar nueve días según señaló la jefa de epidemiología del Servicio Departamental de Salud, Claudia Montenegro. ¿Desidia? ¿Negligencia? ¿Quién es quien decide qué se mete en los cartuchos de las máquinas del Cenetrop – el laboratorio de referencia en Santa Cruz – y qué no?

La Organización Mundial de la Salud y los países que mejor se han desempeñado contra la crisis tienen clara la estrategia: test, test, test. Identificar a los enfermos, aislarlos, identificar a todos los contactos y someterlos a las pruebas - cuanto más fiables mejor –, es la estrategia esencial. En Bolivia, sin embargo, sigue vigente el instructivo del Ministerio de Salud que señala que se debe esperar a tener dos o más síntomas luego de haber estado en contacto con un positivo o en un lugar con contagio comunitario.

Es posible que Tarija sea el único departamento donde se han cumplido esas normas, pues en Beni han confesado numerosas autoridades médicas que la mayoría son asintomáticos y la propia Presidenta Jeanine Áñez se compadeció de la esposa del ministro de Salud, Luis Fernando López, que era “positiva sin síntomas”. Tal vez sea por eso que hace 48 días se prometió un laboratorio en 48 horas por parte del Ministro de Hidrocarburos, Víctor Hugo Zamora, y hasta la fecha, nada. Esto sin entrar a valorar respiradores, ítems y otras promesas que igualmente se han difuminado.

El Gobernador Adrián Oliva ha dado pasos en esta crisis al margen de sus alianzas políticas. Adelantó el cierre de límites departamentales y adoptó las pruebas rápidas como forma complementaria para perseguir la enfermedad, dado que la respuesta nacional nunca llegó. Pasados los días, la situación sigue igual, pero además, las necesidades sociales empujan a una cuarentena ya insostenible, sobre la que además el Gobierno Nacional ha deslindado la responsabilidad hacia Gobernaciones y alcaldes.

Es tiempo de dar otro paso. Tarija parece estar a tiempo de vencer al virus. Ya se ha esperado demasiado una “mano amiga”.

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