Espacio publicitarioEspacio publicitarioEspacio publicitario

El MAS no quiere cambiar

Han pasado dos meses desde la salida de Evo Morales del país y la asunción del Gobierno por parte de Jeanine Áñez, un periodo extraordinariamente corto aunque parezca que haya pasado una eternidad desde aquellos días de angustia e incertidumbre. El país está hoy por hoy en relativa paz,...

Han pasado dos meses desde la salida de Evo Morales del país y la asunción del Gobierno por parte de Jeanine Áñez, un periodo extraordinariamente corto aunque parezca que haya pasado una eternidad desde aquellos días de angustia e incertidumbre.

El país está hoy por hoy en relativa paz, fruto de la inicial represión - decreto mediante - de las Fuerzas Armadas a los pocos conatos de resistencia que se dieron en el territorio luego de la salida de Morales. Muchos menos de los previstos. Y fruto también de una sistemática campaña del Ministerio de Gobierno para “asustar” a los cuadros medios del partido azul y aplacar cualquier voz disidente al proceso vivido en Bolivia en este periodo.

La necesaria normalidad democrática se va imponiendo en un calendario laxo y largo, que ha fijado las elecciones para el 3 de mayo pero la presentación de candidatos para el 3 de febrero, una paradoja de esas que solo pueden descifrar los propios estrategas de las paradojas.
En el MAS hay evidentes tensiones internas entre los que huyeron y los que se quedaron, entre los que renunciaron y quieren hacer olvidar sus escarceos con Evo y los que ansían volver, entre los que creen que se cometieron errores y los que solo aceptan el victimismo como camino de salvación
En el Movimiento Al Socialismo hay evidentes tensiones internas entre los que huyeron y los que se quedaron, entre los que renunciaron y quieren hacer olvidar sus escarceos con Evo Morales y los que ansían volver, entre los que creen que se cometieron errores y los que solo aceptan el victimismo como camino de salvación.

Como pasaba en el MNR, que batió records de escisión, lo normal es que el MAS oficial siga siendo aquel reconocido por Evo Morales, caudillo entre las bases como lo era Paz Estenssoro, mientras otros sectores del partido que lograron llegar al final sin ser depurados o subordinados por Álvaro García Linera y Juan Ramón Quintana, traten de buscar nuevos relatos y propuestas desde el complejo entramado del Instrumento Político.

Nada parece indicar que el MAS oficial, el de Evo Morales, haya hecho una pizca de autocrítica sobre su papel y sus errores. Se evidenció en la entrevista publicada por este medio la pasada semana, donde Morales seguía defendiendo su Gobierno y culpando a los movimientos sociales y organizaciones que no le respondieron en el momento clave. No se entiende entonces cual es el propósito real de Morales de cara al 3 de mayo.

El MAS no quiere cambiar y no se ha acostumbrado a su nuevo rol. Difícilmente lo hará. No tiene que ver con la Ley de Garantías, que es un mero saludo a la bandera, pues nunca habrá una Ley o una Sentencia por encima de la propia Constitución, pero sí con el relato belicoso y errático que Morales empieza a tejer.

Abrazado sobre la doctrina indígena popular, demográficamente mermada en 14 años de crecimiento económico en los que también perdió esencia nacionalista, el MAS concurrirá a unos comicios sin nada que ofrecer salvo los recuerdos. Queda más huérfana una izquierda que nunca fue y que a veces se extraña.

Mientras tanto, el país, la nación, Bolivia, contiene la respiración.

Más del autor
Tema del día
Tema del día
Tema del día
Tema del día