El riesgo de la violencia en casa

En Yacuiba un niño de 11 años fue golpeado salvajemente por su propio padre hasta dejarlo en el hospital. Tras ser sometido a cirugía ingresó a la Unidad de Terapia Intensiva del hospital San Juan de Dios de Tarija. El menor presenta perforación intestinal. ¿Qué le causó esto?, aunque...

En Yacuiba un niño de 11 años fue golpeado salvajemente por su propio padre hasta dejarlo en el hospital. Tras ser sometido a cirugía ingresó a la Unidad de Terapia Intensiva del hospital San Juan de Dios de Tarija.


El menor presenta perforación intestinal. ¿Qué le causó esto?, aunque parezca increíble fueron los golpes de su padre. Tanta fue la violencia que tuvo que ser intervenido quirújicamente. 


La condición del niño -que además tiene un déficit intelectual del 83 por ciento- es todavía delicada, por lo que tendrá que estar unos 7 a 8 días sin comer con el fin de que el parche colocado en el duodeno no se suelte. El padre de la víctima está siendo investigado por el presunto caso de tentativa de infanticidio.


Este caso sucedió ayer e impactó a todo el departamento. ¿Cuál es el origen de tanta violencia a un ser que nosotros mismos trajimos al mundo?


En octubre de este año se conoció que el nivel de crueldad contra los menores subió en toda Bolivia. Lo que antes se expresaba con nalgadas y jalones de oreja, hoy ha subido decibeles macabros.


Según datos regionales dos de cada tres niños y niñas menores de 15 años experimenta algún tipo de disciplina violenta en el hogar, mientras que tres de cada 10 estudiantes adolescentes de entre 13 y 15 años son acosados regularmente en sus centros educativos, todo esto de acuerdo a un informe de Unicef titulado “Niños y niñas en América Latina y el Caribe”.


Sumado a esto, actualmente existen 70 millones de niños y niñas en la región que viven en situación de pobreza, de los cuales dos de cada tres sufren regularmente violencia física o psicológica.


Al margen de los datos alarmantes y de los daños físicos, estudios científicos de todo el mundo evidencian secuelas psicológicas a corto y largo plazo en los niños y niñas, dependiendo de la intensidad y el tiempo de duración de la situación de maltrato.


La mayoría presenta sentimientos de temor intenso, baja autoestima, dificultades para el relacionamiento con sus pares, y conductas agresivas o extremadamente pasivas.


Asimismo, un niño o niña víctima de la violencia tiene menor capacidad para aprender y alcanzar todo su potencial personal, así como también para hacer contribuciones positivas a la sociedad.


Queda en evidencia que como padres no nos hemos preguntado qué personas estamos aportando a la sociedad con este tipo de “disciplina violenta”. Tenemos un reto como sociedad de erradicar el castigo físico, durante siglos ha sido la forma más facilista de corregir a nuestros niños.


De acuerdo a la psicóloga Martha Ordoñez está comprobado que el castigo que atenta contra la integridad de nuestra niñez deja huella. Debemos buscar formas creativas y constructivas de educar y corregir sin maltratar. Debemos denunciar, no permitir que a nuestro alrededor suceda el maltrato, nadie tiene derecho a golpear a otra persona y menos si son seres indefensos. Recordemos que si los niños están bien, todos estamos bien.


También debe quedar en claro que hay una delgada línea entre una paliza “medida” a un hijo y una agresión que ya se convierte en delito y que debe ser castigada por ley.


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