A cuidar el Banco Central

El Banco Central de Bolivia (BCB) es una entidad estratégica para la economía nacional y tiene un rol fundamental: “mantener la estabilidad del poder adquisitivo interno de la moneda, para contribuir al desarrollo económico y social”. A lo largo de los últimos 14 años, pasó de ser...

El Banco Central de Bolivia (BCB) es una entidad estratégica para la economía nacional y tiene un rol fundamental: “mantener la estabilidad del poder adquisitivo interno de la moneda, para contribuir al desarrollo económico y social”.

A lo largo de los últimos 14 años, pasó de ser una entidad “autónoma” pero sometida al FMI y al Banco Mundial -exautoridades del anterior gobierno recordaban que el FMI incluso tenían oficinas al interior del edificio del BCB-, a una que trabajaba “en coordinación con la política económica determinada por el Órgano Ejecutivo”.

Desde entonces, ha tenido aciertos y desaciertos, mismos que hemos apoyado y criticado según su correspondencia con los objetivos de desarrollo nacional.

Sus aciertos, compartidos con el ministerio, se centran en una gestión prudente y adecuada de la política monetaria y cambiaria, del sistema de pagos, de la emisión de la moneda. La estabilidad del tipo de cambio y la bolivianización de la economía nacional -que han permitido controlar la inflación y manejar los ciclos con mayor flexibilidad- podrían contarse entre los mayores logros.

Uno de sus mayores desaciertos ha sido la política de manejo de las RIN, que como muchas veces hemos reportado, ha reflejado la continuidad de una larga tradición neoliberal en Bolivia. Esta política ha permitido que las reservas internacionales, en su momento superiores a los 15 mil millones de dólares, sean prestados a tasas inferiores al 1% anual a bancos, agencias y países desarrollados.

Por demás está recordar que los préstamos que Bolivia recibe de entidades multilaterales (BID, Banco Mundial, etc.), bilaterales (países) y mediante su emisión de bonos soberanos, cobran intereses muchísimo mayores (estos últimos, más del 4,5% anual). Esta paradoja de prestar barato y prestarse caro persiste hasta hoy.

Quizás como un intento de remediar esta contradicción, el BCB en los últimos años asumió el rol de financiador de ciertos proyectos estatales de gran envergadura (ENDE, YPFB y otras).

Tanto antes como ahora, consideramos que era mucho más acertado prestar a empresas nacionales para fomentar el desarrollo y potenciar el aparato productivo del país, que el de países ya desarrollados. Usar el ahorro nacional para el desarrollo nacional.
Lamentamos que ello haya ocurrido tarde y de forma incompleta. Sin embargo, también advertimos que estos préstamos debían asegurar una rentabilidad, si no en términos económicos, mínimamente sociales y estructurales. Por tanto, fuimos cautos respecto de financiamientos que no mostraban un respaldo en ese sentido.

Hoy, el BCB es foco de atención y polémica por supuestos movimientos inusuales denunciados durante los conflictos sociales. Efectivamente, cualquier susceptibilidad debe aclararse, pero sin permitir que se oficie en el marco del revanchismo. De igual manera, no se puede admitir que el BCB vuelva a ser apéndice del FMI, del Banco Mundial o de cualquier organismo o país.

Hay que corregir el rumbo y ejercer mayor control y transparencia, definitivamente, pero volver al pasado sería un sinsentido con tintes suicidas. El gobierno transitorio no puede jugar con una entidad que, con sus luces y sombras, es corresponsable de que Bolivia no sea hoy como Argentina o Venezuela.

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