La extraña táctica de guardar silencio
Se ha instalado una especie de corriente de opinión, tanto en los medios oficiales como en algunos medios de comunicación y las redes sociales, que consideran que silenciando la realidad logran algún tipo de objetivo para el bien del país. Evidentemente estas conductas doctrinarias y...
Se ha instalado una especie de corriente de opinión, tanto en los medios oficiales como en algunos medios de comunicación y las redes sociales, que consideran que silenciando la realidad logran algún tipo de objetivo para el bien del país. Evidentemente estas conductas doctrinarias y militantes tienen sus propios mecanismos de acción: atacar a todo aquel que piense diferente o que se atreva a cuestionar a los nuevos tótems.
Muchos medios y periodistas ya sufrimos ataques de la nueva ola del “pensamiento único”. El más emblemático es tal vez el acoso sufrido por Carlos Valverde, a quien le cerraron su página de Facebook en tres días de encono con el líder cívico cruceño Luis Fernando Camacho, como si el comunicador no hubiera estado 14 años batallando con Evo Morales, muchas veces de formas muy poco ortodoxas y alejadas del periodismo, pero batallando al fin.
Se ha instalado una especie de corriente de opinión, tanto en los medios oficiales como en algunos medios de comunicación y las redes sociales, que consideran que silenciando la realidad logran algún tipo de objetivo para el bien del país
En el plano del ocultamiento de la información, no es de recibo que se esconda durante dos días el decreto que autoriza el uso de armas de fuego en las operaciones militares y se exima de responsabilidad penal a los participantes en esos operativos de represión y que la opinión pública deba enterarse en el marco de la queja cursada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos dos días después de su emisión y cuando en el camino ya ha empezado a aplicarse dejando más de media docena de muertos en Sacaba.
Las protestas existen y son reales; no solo en el trópico de Cochabamba, sino también en El Alto y en la carretera Oruro – La Paz. Minimizar – como ya demostró Morales y sus pititas -, no son una buena estrategia en estos días de máxima tensión. No sería bueno que aquellos que han estado durante años atacando la forma de hacer las cosas del Movimiento Al Socialismo (MAS), establezcan ahora un sistema similar en su gestión comunicacional, dirigida a ocultar los problemas y magnificar a los líderes.
El Gobierno de Áñez ya tiene claro a estas alturas que el objetivo del MAS es poner una fecha pronta y cierta de elecciones, o hacerla caer. El mismo Gobierno de Áñez insiste en que su única prioridad es precisamente esa, la convocatoria electoral, aunque por el medio se empiecen a tomar decisiones en ámbitos sensibles, como la política internacional, o de mercadotecnia, como modificar el logo del diario oficial Cambio.
La hoja de ruta para pacificar el país está clara, y no se debe perder el tiempo en ello. Trascender el periodo constitucional sería un grave error con poca justificación, pues la falta de respeto hacia la carta magna ha sido en verdad lo que ha hecho caer a Evo Morales.
Debe cuidarse la presidenta Jeanine Áñez de las ambiciones de quienes le rodean y no dejarse llevar. La responsabilidad en este tiempo es absolutamente suya y de momento ya ha asumido los riesgos de un decreto como el firmado para las Fuerzas Armadas, que contraviene varias convenciones internacionales. No debe creer que las cosas son imposibles y que los plazos no dan. Hacer que den es cuestión de trabajo y voluntad.
Muchos medios y periodistas ya sufrimos ataques de la nueva ola del “pensamiento único”. El más emblemático es tal vez el acoso sufrido por Carlos Valverde, a quien le cerraron su página de Facebook en tres días de encono con el líder cívico cruceño Luis Fernando Camacho, como si el comunicador no hubiera estado 14 años batallando con Evo Morales, muchas veces de formas muy poco ortodoxas y alejadas del periodismo, pero batallando al fin.
Se ha instalado una especie de corriente de opinión, tanto en los medios oficiales como en algunos medios de comunicación y las redes sociales, que consideran que silenciando la realidad logran algún tipo de objetivo para el bien del país
En el plano del ocultamiento de la información, no es de recibo que se esconda durante dos días el decreto que autoriza el uso de armas de fuego en las operaciones militares y se exima de responsabilidad penal a los participantes en esos operativos de represión y que la opinión pública deba enterarse en el marco de la queja cursada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos dos días después de su emisión y cuando en el camino ya ha empezado a aplicarse dejando más de media docena de muertos en Sacaba.
Las protestas existen y son reales; no solo en el trópico de Cochabamba, sino también en El Alto y en la carretera Oruro – La Paz. Minimizar – como ya demostró Morales y sus pititas -, no son una buena estrategia en estos días de máxima tensión. No sería bueno que aquellos que han estado durante años atacando la forma de hacer las cosas del Movimiento Al Socialismo (MAS), establezcan ahora un sistema similar en su gestión comunicacional, dirigida a ocultar los problemas y magnificar a los líderes.
El Gobierno de Áñez ya tiene claro a estas alturas que el objetivo del MAS es poner una fecha pronta y cierta de elecciones, o hacerla caer. El mismo Gobierno de Áñez insiste en que su única prioridad es precisamente esa, la convocatoria electoral, aunque por el medio se empiecen a tomar decisiones en ámbitos sensibles, como la política internacional, o de mercadotecnia, como modificar el logo del diario oficial Cambio.
La hoja de ruta para pacificar el país está clara, y no se debe perder el tiempo en ello. Trascender el periodo constitucional sería un grave error con poca justificación, pues la falta de respeto hacia la carta magna ha sido en verdad lo que ha hecho caer a Evo Morales.
Debe cuidarse la presidenta Jeanine Áñez de las ambiciones de quienes le rodean y no dejarse llevar. La responsabilidad en este tiempo es absolutamente suya y de momento ya ha asumido los riesgos de un decreto como el firmado para las Fuerzas Armadas, que contraviene varias convenciones internacionales. No debe creer que las cosas son imposibles y que los plazos no dan. Hacer que den es cuestión de trabajo y voluntad.