Argentina y la mala o buena hora
Los reportes bursátiles que reflejan la situación argentina pintan un panorama desastroso a corto plazo para los compatriotas al sur de Bolivia. Repasemos lo que llega: Son 97 empresas locales que lideran su cotización de acciones en la Bolsa de Comercio en Buenos Aires, según un reporte...
Los reportes bursátiles que reflejan la situación argentina pintan un panorama desastroso a corto plazo para los compatriotas al sur de Bolivia.
Repasemos lo que llega: Son 97 empresas locales que lideran su cotización de acciones en la Bolsa de Comercio en Buenos Aires, según un reporte de Página 12. Consiguientemente, el precio de las acciones de cada una de ellas, sumados, arrojan el valor de mercado del conjunto.
“En enero de 2018, sumaba en total el equivalente a 116 mil millones de dólares. Fue cuando el índice de acciones líderes MerVal había alcanzado el récord de 1800 puntos medido en dólares”. Un día después de las elecciones primarias argentinas “se derritió el capital bursátil desde el mencionado máximo de 116 mil millones de dólares a unos 24 mil millones de dólares… El quebranto es impactante: de enero de 2018 a fines de agosto de 2019, la pérdida de valor de empresas locales que cotizan en bolsa es de 80 por ciento”, afirma el reporte, añadiendo que esa tendencia aún no ha concluido y podría continuar a la baja.
Para tener una idea de las cantidades expuestas, Bolivia tiene un Producto Interno Bruto (PIB), que es la suma a valor de mercado de todos los bienes y servicios producidos en un año, de cerca de 40 mil millones de dólares. Las reservas de divisas alcanzan a unos 8 mil millones de dólares. Sólo la pérdida de valor de mercado de esas 97 empresas argentinas se más del doble del PIB estimado de Bolivia.
“La economía macrista no ha dejado espacio por destruir; también lo hizo con el valor de mercado de las grandes empresas locales, como los bancos Galicia, BBVA, Macro y Supervielle, las energéticas Pampa, Edenor y Central Puerto, la petrolera YPF, Telecom, Aluar, Cresud, Cablevisión, entre otras”, abunda el reporte citado.
Y luego viene lo que para unos podría ser espeluznante y para otros una oportunidad: “Las compañías argentinas líderes están a precio de mercado ganga para tentar a grandes firmas e inversores del exterior. Hay que ver si se produce otro desembarco de esos capitales, como sucedió en los noventa, luego de la hiperinflación, y en el comienzo del nuevo siglo, después del corralito, megadevaluación y default. Las ventas o el traspaso del paquete de control se hicieron con el valor de las empresas devaluado”.
En la lógica del capitalismo centrado en Nueva York y los centros financieros mundiales, es la hora de cosechar luego de la debacle articulada por el mismo Fondo Monetario Internacional (FMI), que financió el vaciamiento argentino.
Pero también podrían ser las oportunidades de la mayor integración económica sudamericana si países y empresas de esta región actúan con sentido de oportunidad. Las inversiones del ahorro interno (Reservas de Divisas y ahorro previsional), ahora destinado a potenciar a bancos y países exponentes del capitalismo extractivo, bien podrían volcarse a comprar acciones de empresas cuyos bienes son importados por nuestros ciudadanos (acero, energía, alimentos u otros).
Los analistas del Banco Central y la Gestora Pública podrían recomendar acciones rápidas, con sentido de oportunidad, para modificar la cartera de inversiones, mejorar la rentabilidad y ganar valor en el mediano plazo. ¿Existen riesgos no reglamentados? Tendrán que modificar los reglamentos y ajustarlos a una visión integradora de la región latinoamericana.
Bolivia disfrutó de una década de ingresos extraordinarios, que pudo haber derivado también en el fortalecimiento patrimonial relevante de empresas que se desempeñan en diversos sectores de la economía (minería, agroindustria, construcción, etc). Algunas lo hicieron. Bien podrían acompañar una estrategia de compra de acciones de empresas en el vecino país cuya producción está no sólo vinculada a su propio consumo interno, sino también al consumo boliviano, como se anotó.
En suma, las crisis como la de Argentina, producto de la acción de rapiña impulsado desde los centros financieros mundiales y articulado con los “liberales criollos” (Macri), pueden y deben servir para potenciar la integración regional en lo económico, más aún si la perspectiva política de corto plazo tendrá probablemente como presidente a un nuevo aliado ideológico del ideario de la Patria Grande.
Repasemos lo que llega: Son 97 empresas locales que lideran su cotización de acciones en la Bolsa de Comercio en Buenos Aires, según un reporte de Página 12. Consiguientemente, el precio de las acciones de cada una de ellas, sumados, arrojan el valor de mercado del conjunto.
“En enero de 2018, sumaba en total el equivalente a 116 mil millones de dólares. Fue cuando el índice de acciones líderes MerVal había alcanzado el récord de 1800 puntos medido en dólares”. Un día después de las elecciones primarias argentinas “se derritió el capital bursátil desde el mencionado máximo de 116 mil millones de dólares a unos 24 mil millones de dólares… El quebranto es impactante: de enero de 2018 a fines de agosto de 2019, la pérdida de valor de empresas locales que cotizan en bolsa es de 80 por ciento”, afirma el reporte, añadiendo que esa tendencia aún no ha concluido y podría continuar a la baja.
Para tener una idea de las cantidades expuestas, Bolivia tiene un Producto Interno Bruto (PIB), que es la suma a valor de mercado de todos los bienes y servicios producidos en un año, de cerca de 40 mil millones de dólares. Las reservas de divisas alcanzan a unos 8 mil millones de dólares. Sólo la pérdida de valor de mercado de esas 97 empresas argentinas se más del doble del PIB estimado de Bolivia.
“La economía macrista no ha dejado espacio por destruir; también lo hizo con el valor de mercado de las grandes empresas locales, como los bancos Galicia, BBVA, Macro y Supervielle, las energéticas Pampa, Edenor y Central Puerto, la petrolera YPF, Telecom, Aluar, Cresud, Cablevisión, entre otras”, abunda el reporte citado.
Y luego viene lo que para unos podría ser espeluznante y para otros una oportunidad: “Las compañías argentinas líderes están a precio de mercado ganga para tentar a grandes firmas e inversores del exterior. Hay que ver si se produce otro desembarco de esos capitales, como sucedió en los noventa, luego de la hiperinflación, y en el comienzo del nuevo siglo, después del corralito, megadevaluación y default. Las ventas o el traspaso del paquete de control se hicieron con el valor de las empresas devaluado”.
En la lógica del capitalismo centrado en Nueva York y los centros financieros mundiales, es la hora de cosechar luego de la debacle articulada por el mismo Fondo Monetario Internacional (FMI), que financió el vaciamiento argentino.
Pero también podrían ser las oportunidades de la mayor integración económica sudamericana si países y empresas de esta región actúan con sentido de oportunidad. Las inversiones del ahorro interno (Reservas de Divisas y ahorro previsional), ahora destinado a potenciar a bancos y países exponentes del capitalismo extractivo, bien podrían volcarse a comprar acciones de empresas cuyos bienes son importados por nuestros ciudadanos (acero, energía, alimentos u otros).
Los analistas del Banco Central y la Gestora Pública podrían recomendar acciones rápidas, con sentido de oportunidad, para modificar la cartera de inversiones, mejorar la rentabilidad y ganar valor en el mediano plazo. ¿Existen riesgos no reglamentados? Tendrán que modificar los reglamentos y ajustarlos a una visión integradora de la región latinoamericana.
Bolivia disfrutó de una década de ingresos extraordinarios, que pudo haber derivado también en el fortalecimiento patrimonial relevante de empresas que se desempeñan en diversos sectores de la economía (minería, agroindustria, construcción, etc). Algunas lo hicieron. Bien podrían acompañar una estrategia de compra de acciones de empresas en el vecino país cuya producción está no sólo vinculada a su propio consumo interno, sino también al consumo boliviano, como se anotó.
En suma, las crisis como la de Argentina, producto de la acción de rapiña impulsado desde los centros financieros mundiales y articulado con los “liberales criollos” (Macri), pueden y deben servir para potenciar la integración regional en lo económico, más aún si la perspectiva política de corto plazo tendrá probablemente como presidente a un nuevo aliado ideológico del ideario de la Patria Grande.