Las cosas de la coca

El dato de la producción de hoja de coca sigue siendo controversial y generando polémica por demás. Primero porque es una competencia prácticamente delegada en instituciones extranjeras, que tienen sus propios intereses, y segundo, porque la extensión tiene poco que ver con el rendimiento....

El dato de la producción de hoja de coca sigue siendo controversial y generando polémica por demás. Primero porque es una competencia prácticamente delegada en instituciones extranjeras, que tienen sus propios intereses, y segundo, porque la extensión tiene poco que ver con el rendimiento. También porque el dato se suele usar con fines políticos sea Bolivia, Perú o Colombia, con uno u otro gobierno en el poder, el que registre incrementos o decrecimientos.

Los datos también impulsan directamente el viejo debate entre productores y consumidores y sobre quien debería hacer más esfuerzos y en qué sentido para evitar el consumo de drogas, sin duda uno de los grandes males de esta sociedad postmoderna a nivel mundial.

Este año los resultados resultaron buenos, aunque perfectamente podían haber sido malos, e igualmente están por encima de lo que dice la ley. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (UNODC, por sus siglas en inglés) presentó el jueves los resultados del Monitoreo de Cultivos de Coca, que concluyen que existió una reducción del 6% de cultivos en 2018, pasando de 24.500 hectáreas en 2017 a 23.100.

"Es una buena señal que este año se haya reducido la superficie de cultivos de coca, si bien se reportó una reducción del 6 por ciento, los cultivos siguen por encima de lo que dice la Ley. Recomendamos mantener los esfuerzos invertidos para lograr la reducción en todo el territorio nacional", detalló el representante de esa instancia, Thierry Rostan.

Los datos indican que entre 2017 y 2018 la superficie cultivada con coca registró un decremento de 1.400 hectáreas. Un 65 por ciento de la superficie total cultivada está en los Yungas, un 34 por ciento en el Trópico de Cochabamba y en el norte de La Paz existió un crecimiento del 57 por ciento.

Las reacciones no se han hecho esperar; mientras la oposición fustiga al Gobierno al grito de “narcococalero” y derivadas, el Gobierno pondera los números al tratarse del informe de Naciones Unidas, y además, contra la costumbre, el propio Evo Morales habló de los desvíos de la coca al narcotráfico.

El mercado de la coca no funciona con lógicas comerciales. Este invierno ha subido de precio en Tarija. En Argentina han cerrado mercados y con la devaluación, se ha multiplicado de precio, y la reducción de hectáreas no parece ser la explicación.

El año tampoco ha sido fácil entre los productores, con conflictos en el Chapare y en los Yungas, y con una guerra soterrada que tiene demasiados intereses; y tampoco entre los “comercializadores”, pues en un año han caído más narcos de “alta gama” que en los últimos cinco, incluyendo algunos extranjeros que llevaban años escondidos en el país.

Lo cierto es que hoy hay más droga en el país y no solo para su exportación, sino que acecha a toda una generación en un país en el que hasta ahora se había mirado el problema como algo externo. Es necesario tomar medidas y previsiones también en este campo y no seguir debatiendo sobre hectáreas arriba y abajo, mientras se descompone la sociedad.

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