Economía, apuntes para la confrontación decisiva en Bolivia

En una palestra como la que ofrece la Sesión de Honor de la Asamblea Legislativa Plurinacional en plena campaña electoral, el presidente Evo Morales no desaprovechó la ocasión para colocar con certeza los principales mensajes que su equipo ha trabajado para salir victorioso en la contienda...

En una palestra como la que ofrece la Sesión de Honor de la Asamblea Legislativa Plurinacional en plena campaña electoral, el presidente Evo Morales no desaprovechó la ocasión para colocar con certeza los principales mensajes que su equipo ha trabajado para salir victorioso en la contienda del 20 de octubre. Más por libre fue el Vicepresidente Álvaro García Linera, que se centró más en las propuestas “millenials” – medio ambiente, formación y tecnología, género –, y lanzando un alegato en favor del extractivismo y los planes más agresivos en hidrocarburos que desentonó en el discurso.

Morales no se salió del guión. Muchas referencias a la integración de todos los sectores, muchas referencias a los indicadores más ortodoxos sobre crecimiento, siempre en base al PIB, y muchos ejemplos concretos de lo que su Gobierno sí ha hecho y no el resto. Esta vez hubo menos cifras rimbombantes y más fotos tangibles, desde el etanol a EBA pasando por el litio, el GLP o las plantas de cemento.

Morales ni siquiera quiso dar batallas que podían haber generado más polémicas: no habló de BOA, en horas bajas últimamente; no habló del SUS; no habló de reservas de hidrocarburos y apenas hizo unas pocas promesas para el Beni y, una vez más, para licitar la planta petroquímica de Yacuiba.

El mensaje es “estabilidad, estabilidad y estabilidad”, algo que el Vicepresidente Álvaro García Linera interpretó a su manera en un tono mucho más electoral y confrontando específicamente en la naturaleza extractivista del Estado. La alocución no dejó de sorprender, porque son trece años hablando de superar la dependencia del gas con industrialización y diversificación, y de repente, en un momento de debilidad sectorial por la incertidumbre de sus reservas y las pocas expectativas de mercado y el retraso en los propios proyectos soberanos.

"Hay quienes dicen que hay que aniquilar la economía extractiva en 10 años. ¿Qué harán con los 120.000 cooperativistas que producen? ¿Qué harán con los 30.000 mineros privados y estatales asalariados? ¿Qué harán con los 10.000 trabajadores petroleros y sus familias? ¿Relocalizarlos? ¿Cómo van a sustituir los 7.000 millones de dólares del gas de las exportaciones de gas y petróleo?", cuestionó el Vicepresidente.

Es cierto que hasta el momento, los políticos de oposición que aspiran a gobernar se han dedicado a cuestionar sin mucho éxito los indicadores económicos, y sin embargo no han detallado sus propuestas al respecto. Tal vez García Linera solo buscaba una provocación que haga que pase algo ante la inacción reiterada. Algo así como cuando en 2014 Samuel Doria Medina deslizó su 50 y 50 en materia tributaria de la materia, abriendo un boquete en proa por el que se escurrieron todas sus posibilidades de alcanzar una segunda vuelta.

El escenario está armado. El Gobierno no le teme a la confrontación porque maneja los datos y tiene los ejemplos, mientras el resto parece tener miedo a plantear cosas diferentes. Tener miedo al error. El ejemplo de Mauricio Macri en Argentina, paladín de la ortodoxia financiera que ha provocado un debacle sin precedentes con el peso a niveles nunca vistos y el FMI entrando a galope es demasiado cercano. Bolivia necesita un modelo a medida de sus desafíos, que es mucho más concreto en la práctica que en la doctrina. El que calla otorga, y el silencio contribuye también a la estrategia del MAS.

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