El qué diversificar en este "Estado Autonómico"
Las malas noticias se acumulan y resulta un buen primer paso que el Gobierno lo reconozca. Los precios del barril de petróleo están por encima de lo presupuestado, pero los volúmenes exportados están un 30 por ciento por debajo, lo cual va a afectar seriamente a las cuentas públicas tanto de...
Las malas noticias se acumulan y resulta un buen primer paso que el Gobierno lo reconozca. Los precios del barril de petróleo están por encima de lo presupuestado, pero los volúmenes exportados están un 30 por ciento por debajo, lo cual va a afectar seriamente a las cuentas públicas tanto de los Ministerios como, sobre todo, de los municipios y departamentos.
La proyección ya era mala y el presidente Evo Morales se apresuró para disponer nuevos fideicomisos que sostengan la inversión pública y eviten un frenazo con impacto en el empleo en la víspera electoral. La constatación ha sido peor. Brasil compra la mitad del gas que le exige el contrato, sin que nadie diga nada al respecto, y Argentina se ciñe exactamente a la letra de la adenda concedida en febrero con la que prevé ahorrar 450 millones de dólares en dos años.
Hay más detalles, la balanza comercial sigue siendo bien negativa, el circulante empieza a desacelerar, la contratación se frena, pues ya hay amenazas de doble aguinaldo, y con las fuentes de financiación multilateral ordinarias copadas y las unilaterales sin muchas expectativas las perspectivas, como dice Fitch, son negativas.
La recomendación del ministro Luis Alberto Arce Catacora a los municipios y gobernaciones de “diversificar sus ingresos” ante la caída de regalías e IDH no pasa de ser una forma de arrojar balones fuera. El modelo se pone a prueba de nuevo.
Desde que se realizó el censo de 2012, las autoridades no han sido capaces de acordar un pacto fiscal que precisamente de una nueva dimensión a los ingresos de hidrocarburos y pondere otro tipo de esfuerzos
Desde que se realizó el censo de 2012, las autoridades no han sido capaces de acordar un pacto fiscal que precisamente de una nueva dimensión a los ingresos de hidrocarburos y pondere otro tipo de esfuerzos.
El sistema autonómico boliviano carece de una sustancia sólida, pues construido sobre unos recursos volátiles sobre los que es nula la capacidad de incidir, cualquier proyecto que dependa de esos recursos no puede tener visos de sostenibilidad. En Tarija los ejemplos son por docenas. Es cierto que esos recursos debían servir de palanca, y que por el momento, los resultados son pocos. En la reciente serie en la que hemos recorrido el departamento, hemos encontrado docenas de proyectos productivos mal planteados que han pasado a ser simples elefantes abandonados.
Pese a esto, el Gobierno no está dispuesto a ceder recursos de coparticipación tributaria, que al final son aquellos más estables y que se recaudan en función a la actividad y al incentivo económico. En la práctica, los departamentos no pueden aplicar la política estatal de implementar empresas para competir en el espacio privado – que no ha dado muy buenos resultados en el nivel central salvo excepciones – y tampoco les resulta especialmente atractivo estimular el emprendimiento y la generación de riqueza privada con fondos públicos cuando los impuestos tampoco se quedan en el lugar donde se generan.
Resulta positivo advertir de que vienen malos tiempos, pero al contrario que en 2015 y en 2016, convendría que esas advertencias vinieran acompañadas de medidas concretas que ayudaran, precisamente, a estabilizar un gigante con pies de goma como es el Estado de las Autonomías.
La proyección ya era mala y el presidente Evo Morales se apresuró para disponer nuevos fideicomisos que sostengan la inversión pública y eviten un frenazo con impacto en el empleo en la víspera electoral. La constatación ha sido peor. Brasil compra la mitad del gas que le exige el contrato, sin que nadie diga nada al respecto, y Argentina se ciñe exactamente a la letra de la adenda concedida en febrero con la que prevé ahorrar 450 millones de dólares en dos años.
Hay más detalles, la balanza comercial sigue siendo bien negativa, el circulante empieza a desacelerar, la contratación se frena, pues ya hay amenazas de doble aguinaldo, y con las fuentes de financiación multilateral ordinarias copadas y las unilaterales sin muchas expectativas las perspectivas, como dice Fitch, son negativas.
La recomendación del ministro Luis Alberto Arce Catacora a los municipios y gobernaciones de “diversificar sus ingresos” ante la caída de regalías e IDH no pasa de ser una forma de arrojar balones fuera. El modelo se pone a prueba de nuevo.
Desde que se realizó el censo de 2012, las autoridades no han sido capaces de acordar un pacto fiscal que precisamente de una nueva dimensión a los ingresos de hidrocarburos y pondere otro tipo de esfuerzos
Desde que se realizó el censo de 2012, las autoridades no han sido capaces de acordar un pacto fiscal que precisamente de una nueva dimensión a los ingresos de hidrocarburos y pondere otro tipo de esfuerzos.
El sistema autonómico boliviano carece de una sustancia sólida, pues construido sobre unos recursos volátiles sobre los que es nula la capacidad de incidir, cualquier proyecto que dependa de esos recursos no puede tener visos de sostenibilidad. En Tarija los ejemplos son por docenas. Es cierto que esos recursos debían servir de palanca, y que por el momento, los resultados son pocos. En la reciente serie en la que hemos recorrido el departamento, hemos encontrado docenas de proyectos productivos mal planteados que han pasado a ser simples elefantes abandonados.
Pese a esto, el Gobierno no está dispuesto a ceder recursos de coparticipación tributaria, que al final son aquellos más estables y que se recaudan en función a la actividad y al incentivo económico. En la práctica, los departamentos no pueden aplicar la política estatal de implementar empresas para competir en el espacio privado – que no ha dado muy buenos resultados en el nivel central salvo excepciones – y tampoco les resulta especialmente atractivo estimular el emprendimiento y la generación de riqueza privada con fondos públicos cuando los impuestos tampoco se quedan en el lugar donde se generan.
Resulta positivo advertir de que vienen malos tiempos, pero al contrario que en 2015 y en 2016, convendría que esas advertencias vinieran acompañadas de medidas concretas que ayudaran, precisamente, a estabilizar un gigante con pies de goma como es el Estado de las Autonomías.