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Ahora aquel niño es este hombre

Nací el 1 de enero del verano, en la primavera de los dientes del invierno, cuando el otoño guardaba su ropa. Nací apartando la tristeza con la mano pero no me llegaba con la fuerza así que se quedó a mi lado hasta los 20.   Cuando eres niño la vida es un...

Nací el 1 de enero del verano,

en la primavera de los dientes del invierno,

cuando el otoño guardaba su ropa.

Nací apartando la tristeza con la mano

pero no me llegaba con la fuerza

así que se quedó a mi lado hasta los 20.

 

Cuando eres niño la vida es un acontecimiento.

Cuando eres niño y no te quieres

el mundo se vuelve pared

y la vida un pedazo calcado del invierno.

 

Era un inválido emocional,

les juro que lo era.

La soledad me apuntaba con sus cañones

y no encontraba consuelo en nada,

pero corría por si acaso hacia los brazos

de mi madre.

 

Ahora he crecido

y el niño que fui aún sigue presente

en cada una de las arrugas de mi rostro,

asoma la cabeza cuando sonrío

y se asombra cada vez que una persona

realiza un acto bello.

 

Sé que ese niño sufrió,

que he curado muchas de sus heridas

y que ese niño no debería volver

porque el adulto es más feliz

menos frágil.

 

Pero algunas tardes lo echo de menos

y entonces me gustaría hablarle

y decirle que me perdone

por no haberle querido algunas veces

y no haberle podido rescatar de aquella infancia

de pies planos

y calles opuestas.

 

Ahora aquel niño es este hombre.

Cuando hables conmigo,

si puede ser, míralo con ternura

que ya no está pero por algún lugar

aún sigue triste

y le vendría bien todo la calidez

que a aquellos días les faltaba.

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