Todo un año por delante

Lo bueno de que 2019 sea un año electoral es que debe dar la oportunidad para debatir los temas importantes tanto en el nivel nacional como en el departamental. Y esta vez no hay escapatoria, si en 2014 irrumpió el humor electoral en las redes sociales, todo apunta a que este dará pie a la...

Lo bueno de que 2019 sea un año electoral es que debe dar la oportunidad para debatir los temas importantes tanto en el nivel nacional como en el departamental. Y esta vez no hay escapatoria, si en 2014 irrumpió el humor electoral en las redes sociales, todo apunta a que este dará pie a la hemeroteca digital y permitirá comparar una y otra vez las promesas incumplidas por unos y por otros, para evitar, por fin que se conviertan en eternos ciclos promisorios cuando en realidad son flagrantes faltas.

El MAS quiere a Evo Morales de candidato a la Presidencia, pero independientemente de eso, su programa electoral será invariable, ya que desde hace cinco años viene apelando a la estabilidad para reproducirse en el poder. Un mensaje acorde a la mentalidad conservadora generalizada, lo que ha convertido el proceso de cambio en una serie de consignas destinadas a la supervivencia.
Los principales ejes exitosos del MAS tienen que ver con el perfil nacionalista de dignidad nacional, no así las de perfil marxista o estatistas
Los principales ejes exitosos del MAS tienen que ver con el perfil nacionalista de dignidad nacional: la nacionalización de los hidrocarburos y de ciertas empresas nacionales son el más claro ejemplo. También el diseño de la industrialización que con tan poco éxito y tanta demora se viene desarrollando. Otras medidas que han sido desarrolladas desde otros prismas han corrido peores suertes. Otras aguardan un resultado incierto en plena campaña electoral, luego de trece años de dejadez, como la implementación del Seguro Universal de Salud; una medida tan necesaria como oportunista en su planteamiento y que no ha sido enfocada desde la perspectiva de la dignidad nacional sino desde ópticas más próximas al marxismo y al capitalismo de Estado, en el que la salud se sigue enfocando como un negocio – seguro – y no un derecho – servicio.

Es cierto que el MAS no prometió nada en particular en 2014, solo mantener sus lógicas de poder y profundizar en el desarrollo económico, que en términos académicos más ortodoxos, se ha conseguido a pesar de la crisis sobrevenida y siempre negada motivada por el derrumbe del barril de petróleo de 2015 y 2016. Lo cierto es que en este tiempo la industria nacional – eminentemente micro y mini empresa – ha seguido debilitándose frente a las grandes empresas extranjeras que han seguido acaparando la mayor parte del negocio en Bolivia, con la fuga de divisas que supone, y frente a los grandes agroindustriales del Oriente, que han conseguido hacer buenos tratos con el Gobierno – desde préstamos de la AFP hasta el Etanol -.

2019 será un año propicio para recordar todo estos aspectos, fundamentalmente porque la oposición está obligada a proponer cuestiones diferentes de fondo y forma para la economía nacional. Llegada la hora, ni el 21F ni el sentimiento de amenaza a la democracia le será suficiente a una oposición que hasta el momento apenas ensaya alternativas de trazo grueso: salir de la dependencia del gas, superar el extractivismo, cambiar el modelo, apoyar al emprendedor, industrializar y otras promesas de las que se lleva hablando décadas, mientras los fracasos detrás de la macroeconomía, se siguen multiplicando.

 

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