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La necesidad de una visión departamental

El debate por la modificación de la distribución de regalías en el departamento de Tarija ha entrado en el absurdo de la amenaza y la violencia. Diferentes declaraciones exacerbadas, que pretenden por sobre todas las cosas mantener despierta la llama de la reivindicación, precisamente para no...

El debate por la modificación de la distribución de regalías en el departamento de Tarija ha entrado en el absurdo de la amenaza y la violencia. Diferentes declaraciones exacerbadas, que pretenden por sobre todas las cosas mantener despierta la llama de la reivindicación, precisamente para no tener que explicar otras cosas de su gestión, han empezado a sobrepasar los límites de la razón y la seriedad, apelando a la testosterona para conseguir los objetivos. Nada más absurdo e irresponsable, pero que da muestra del punto y la madurez con la que se pretende afrontar un debate de fondo en la Autonomía Departamental.

Los números son elocuentes, la nueva Ley del 45% generaría diferencias muy marcadas entre tarijeños de uno u otro municipio. Mientras Cercado recibiría apenas 185 bolivianos por persona, los entrerrianos recibirían casi 13.000. Mientras un vecino de Yunchará rondaría los mil dólares, uno de Villa Montes, municipio que genera el 70 por ciento de la producción, apenas recibiría 4.000.
La nueva Ley de Regalías no habla de dónde se sacarían los recursos para programas como el Prosol, que en Cercado resultaría inalcanzable
No es ese aspecto el peor de una propuesta de Ley en trámite en las Comisiones de la Asamblea Legislativa Departamental y cuyo tratamiento se exige ya mediante notificaciones de cabildo en la propia plaza Luis de Fuentes y amenazas de cerco provincial a la capital tarijeña, principal perjudicada con una normativa de ese calibre; sino que deja en el aire la definición de los intereses departamentales y aspectos más mundanos como quien, en esas circunstancias, acabará pagando los programas departamentales tipo Prosol o Susat, además de colar por la puerta de atrás la supervivencia de los subgobernadores electos y con gestión mastodóntica de recursos, algo de por sí vetado por el Tribunal Constitucional Plurinacional.

Todos esos proyectos, en el caso del Chaco, salen del mismo 45 por ciento, aunque tengan aún tramitaciones extraordinariamente burocráticas pasando por varias manos antes de llegar al destino final. En el caso de que esos proyectos se tuvieran que pagar con la nueva asignación de regalías, para Cercado resultaría traumático, pues sus porcentajes per cápita acabarían siendo ínfimos.

Lo mismo ocurriría si lo que se pretende es que salga del 40 por ciento reservado “para la administración departamental”, que junto a la Ley del 8 por ciento y el pago de los créditos y fideicomisos contratados – otra fórmula que no se dice cómo se solucionaría – acabaría vaciando las arcas.

Tarija necesita pensarse como unidad, pero las actuales autoridades a todos los niveles están tan preocupadas en su propia supervivencia que son incapaces de mirar un poco más allá del día siguiente. Tarija necesita definirse por regiones e invertir, necesita fijarse sus metas en educación e invertir, necesita fijarse sus prioridades en la transformación de la matriz productiva, que seguramente pasa por el Parque Industrial del Chaco, por la inversión en la agroindustria en el valle, por la experimentación en la zona alta, etc. Tarija necesita hacer todo eso y más, pero para eso necesita no fijarse en si pone un peso más o un peso menos en tal o cual municipio; sino tener bien identificadas las prioridades y el plan para atajar los problemas. Eso se llama Pacto Fiscal, y el debate es ineludible.

 

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