El día que volvamos al mar

La llegada del fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el próximo 1 de octubre en un contexto altamente politizado en Bolivia no puede convertirlo en un arma arrojadiza ni un argumento ventajista, sino que más bien debe convertirse en un elemento organizador de la propuesta política...

La llegada del fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el próximo 1 de octubre en un contexto altamente politizado en Bolivia no puede convertirlo en un arma arrojadiza ni un argumento ventajista, sino que más bien debe convertirse en un elemento organizador de la propuesta política y de desarrollo hacia el país.

Como antecedente; la última vez que el MAS quiso utilizar políticamente el mar, pues cabe recordar que la iniciativa para el referéndum del 21 de febrero llegó a la Asamblea Plurinacional apenas tres días después de que la Corte admitiera la demanda, le fue mal.

Los que siguen más de cerca el asunto y tienen más conocimiento sobre el procedimiento y la forma de pensar y actuar de la Corte Internacional de Justicia; y también algunos analistas y políticos chilenos que empiezan a poner la curita culpando al anterior Gobierno de Bachelet; aseguran que el fallo será positivo a Bolivia, puesto que será una continuidad de los argumentos ya establecidos cuando rechazaron el incidente chileno que interpusieron para no reconocer la competencia en el asunto.

En esas, el Gobierno y particularmente el Vicepresidente Álvaro García Linera han empezado a ensalzar la figura de Evo Morales y su papel trascedente en la demanda. El propio Carlos Mesa, declarado portavoz del 21F y canalizador de las críticas a la deriva gubernamental, pero también vocero de la demanda marítima ante la comunidad internacional, otorgaba un papel central a Evo Morales en su artículo dominical.

El fallo de La Haya, en las mejores condiciones para Bolivia, exigirá una negociación de buena fe y poniendo un plazo determinado para que se logre un acuerdo. Lo normal sería que simplemente exhorte al diálogo facilitando a Chile llevar el fallo al terreno de lo indefinido. Como sea, ambos bandos ya tienen claro su escenario post – Haya; para el MAS, Evo Morales ha conseguido el fallo positivo y solo con él en el gobierno llegaremos al mar; para los otros, Morales y todo el equipo ha conseguido el fallo positivo y hay que elegir a los buenos interlocutores para que la negociación sea efectiva en el futuro. Mesa en su artículo recordaba que Morales ni siquiera pudo lograr un acercamiento con Bachelet, con quien tenía mayor afinidad ideológica, para decir sin decir que con Piñera le sería imposible.

Más allá de esto sería importante que tanto unos como otros expliquen que, de verdad, quieren que el país haga cuando volvamos al mar. Respondan a la pregunta básica de ¿para qué?

Los dos proyectos más importantes vinculados al mar son: el tren bioceánico, que necesariamente desemboca en Ilo, para contar con el respaldo peruano y básicamente es de interés de China y Brasil; y la planta de licuefacción para ingresar en la exportación de Gas Licuado a través de barcos metaneros sobre la que el gobierno ha incurrido en contradicciones permanentes, pues un día explica que está en estudio, otro que ya está lista la superplanta y otro que pasará por el retorno al mar.

Volver al mar es sin duda el escenario más esperanzador para la sociedad boliviana, pero los sueños no quedan más que en eso si no se acompañan de las necesarias medidas que los hagan realidad, y eso no pasa por retórica, cálculos políticos ni verbigracia rimbombante ni belicosa, sino por programas de gobierno específicos respaldados económicamente. No solo es tiempo de los nombres, sino de las ideas.

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