En el Día de la Revolución Agraria Productiva y Comunitaria
La agricultura campesina: a 67 años de la Reforma Agraria
La agricultura campesina ha sido un sector olvidado y marginado por la política pública de este país. Sin embargo, la crisis sanitaria nos recuerda la centralidad que tiene para la sostenibilidad de la sociedad



Han pasado 67 años desde aquel 2 de agosto de 1953, en el que, en la localidad de Ucureña (Cochabamba), se proclamó el decreto de Reforma Agraria. Medida que dio lugar a un amplio reparto de la tierra en el occidente del país.
Este hecho sucedió como respuesta a una rebelión indígena en curso por la recuperación de tierras y la eliminación del latifundio. Fue una de las medidas que, junto a la nacionalización de los hidrocarburos y a la implementación del voto universal, se consideran hitos de la Revolución Nacional. En estas casi siete décadas, sin embargo, la mayor parte de las promesas de esa Reforma Agraria han quedado archivadas.
Se ha consolidado una estructura agraria dual, con una elevada concentración de la tierra en el oriente del país ‒tierras más productivas‒, mientras que el altiplano y los valles han quedado compuestos por pequeñas y medianas propiedades.Por el otro lado, la dinámica económica del país ha generado procesos de marginación de la agricultura campesina e indígena, a la vez que se apuntaló el desarrollo de la agroindustria y de otros procesos agrarios capitalistas.
Un poco de historia agraria
En un viejo texto del investigador Xavier Albó, se señala que el 2 de agosto de 1953, en Ucureña, “llegó el presidente de la República para leer, entre los aplausos de doscientas mil manos endurecidas por el trabajo de la tierra, el célebre decreto de Reforma Agraria. El decreto se leyó en castellano, en quechua y en aymara. Hubo libaciones a la Pachamama, la Madre Tierra, a la que por fin se trataba con justicia”.
No era para menos. Para la mayoría de campesinos, la “independencia” boliviana no había significado otra cosa que la expansión de la hacienda a través de los procesos de colonialismo interno. Entre la fundación de la República y la Reforma Agraria, las comunidades del país se redujeron de 11.000 a 3.783, la expropiación de tierras y su concentración en pocas manos fueron promovidas desde el Estado.
En este sentido, la Reforma Agraria, la eliminación del latifundio y la distribución de tierras significaban un logro importantísimo, aunque este proceso se llevó a cabo solo en el occidente del país. El otro problema de esta distribución individualizada de la tierra fue la progresiva parcelación de la propiedad, con consecuencias importantes sobre la productividad, y, junto a ello, un incipiente proceso de apoyo productivo técnico y de ampliación del riego.
Sin embargo, como señala el especialista en el tema, Miguel Urioste, la Reforma Agraria también dio lugar al “nacimiento del neolatifundismo en las tierras del oriente a través del reparto, a diestra y siniestra, de gigantescos territorios a supuestos hacendados”.Además, este investigador señala que “dos décadas más tarde, a mediados de los años 70, la Reforma había sido abandonada. Quedó arrinconada en los archivos de algunas oficinas, en medio de papeles y miles de expedientes, sin voluntad política ni orientación. Todos los gobiernos fueron negligentes en la conducción del proceso iniciado en 1953”.
2 de agosto: una fecha importante
Esta fecha marcará el devenir de la historia rural del país. Cabe señalar su importancia. El día en que se firmó el decreto de Reforma Agraria se recordaba en ese entonces el Día del Indio, “otro de los principales hitos en la trayectoria libertaria del campesino: la fundación de la escuela rural de Warisata en 1931 tras una lucha contra viento y marea de Elizardo Pérez y sus colaboradores”, explica Albó.
El 2 de agosto de 2013, en un evento frente a 15.000 trabajadores agrarios, el entonces presidente, Evo Morales, anunció un nuevo decreto que modificó la denominación de esa fecha como “Día de la Revolución Agraria, Productiva y Comunitaria”, que es como legalmente se lo conoce en el presente.
Marginalización de la economía campesina e indígena
Luego del “abandono” de la Reforma Agraria, el país retomó el tema en distintos momentos, como cuando en 1984 la CSUTCB promovió la Ley Agraria Fundamental (LAF), o cuando el Estado implementó la Ley INRA en 1996, o la Ley de Reconducción de la Reforma Agraria, durante los primeros años del gobierno del MAS.
Lo cierto es que más allá de estas medidas, como señala el investigador en temas agrarios del CEDLA, Enrique Ormachea, “los datos del Censo Agropecuario de 2013 permiten señalar que la estructura agraria del país no ha cambiado sustancialmente en los últimos 30 años”.En su análisis, este investigador muestra que para 2013 el 92,2% de las Unidades Productivas Agropecuarias (UPA) tenían acceso solo al 20,6% de las tierras agropecuarias, mientras que el 3,9% de las UPA tenía acceso al 79,4% de las tierras agropecuarias.
Es decir, es esta gran concentración de la tierra la que sigue marcando la dinámica agraria del país.Ormachea, sin embargo, puntualiza que el mayor cambio que ha sufrido la agricultura ha sido el incremento de relaciones capitalistas. Según su análisis, para el año 2013 solo el 10% de los alimentos en el país fue producido por economías típicamente campesinas, mientras que el 90% de los alimentos provenían de procesos productivos capitalistas. Y, junto a lo anterior, también nos encontramos con que el país debe importar cada vez más alimentos, ya que gran parte de los que son producidos por la agroindustria se exportan de manera directa.
Lo que también tiene que ver con que “los pobladores rurales dejan el campo porque el retorno monetario el ingreso familiar que generan las actividades agrícolas es muy bajo comparado con otras posibilidades de empleo”, señala un informe de la Fundación Tierra.