Una semana laboral más corta aumenta la productividad
Diversos estudios y experimentos prácticos alrededor del mundo evidencian que semanas laborales más cortas, manteniendo el salario, generan una mayor productividad, más motivación y un menor agotamiento en la fuerza laboral. A contracorriente, en Bolivia se discute aumentar la jornada...



Diversos estudios y experimentos prácticos alrededor del mundo evidencian que semanas laborales más cortas, manteniendo el salario, generan una mayor productividad, más motivación y un menor agotamiento en la fuerza laboral. A contracorriente, en Bolivia se discute aumentar la jornada laboral.
En países como Alemania y Nueva Zelanda ya se están implementando experiencias piloto para tener una semana laboral de cuatro días, pero manteniendo el pago por cinco días. Es el caso de Planio, una compañía de software de gestión de proyectos con sede en Berlín, y de Perpetual Guardian, empresa fiduciaria de Nueva Zelanda. Ambas registraron “caídas en el estrés y un incremento en el compromiso de los empleados”.
En Japón, Gran Bretaña y España ya se está discutiendo implementar la reducción de la semana laboral de 40 a 32 horas (de 5 a 4 días).
Incluso la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya propuso introducir una semana laboral de cuatro días, aunque con la idea de tener jornadas más largas, de 10 u 11 horas, para mantener 40 horas semanales. La premisa fundamental en todos los casos es que el agotamiento es enemigo de la productividad.
Un respiro, un impulso
“Nadie ha cambiado el mundo trabajando 40 horas a la semana” fue el tuit con el que Elon Musk, jefe de Tesla, criticó la forma en que se organiza el mundo laboral actualmente, con una carga excesiva de trabajo y de horas. Similares criterios se están extendiendo alrededor del mundo.
La corresponsal en jefe de la agencia noticiosa Reuters, Emma Thomasson, citó como ejemplo una reciente encuesta reciente entre 3.000 empleados en ocho países, incluidos EEUU, Reino Unido y Alemania.
Entre los resultados, Thomasson resalta que “casi la mitad pensaba que podrían terminar sus tareas fácilmente en cinco horas al día si no tuvieran interrupciones, a pesar de lo cual muchos de ellos superan las 40 horas semanales, con EEUU a la cabeza, donde el 49% dijo que trabajaban horas extra”.
Lucie Greene, experta en tendencias de la consultora J. Walter Thompson, y también citada por Thomasson, coincide con esa apreciación.
Y la jefa de asuntos económicos del Congreso de Sindicatos Británicos (TUC, por su sigla en inglés), piensa que la semana laboral de cuatro días “reduciría el estrés de los malabares entre la vida laboral y la familiar, y podría mejorar la igualdad de género. Las empresas que ya lo han probado dicen que es mejor para la productividad y el bienestar de la plantilla”.
Este tipo de apreciaciones se hallan sustentadas también científicamente. Quizá la investigación más difundida actualmente es el del Profesor Jarrod Haar, de la Auckland University of Technology Business School, que establece que la reducción de la semana laboral sin disminución de sueldo ni aumento de horas funciona y, que de hecho, es recomendable.
Otro estudio, de la Universidad de Melbourne, concluyó que los adultos mayores de 40 años son más productivos cuando trabajan tres días a la semana o menos, indistintamente del sexo de los 7.500 participantes.
Bolivia, ¿aumentar la jornada laboral?
En más de una ocasión a lo largo de este casi extinto año 2018, el presidente Evo Morales manifestó su deseo de que las jornadas laborales de distintos sectores se extiendan (médicos, maestros, etc.), así como los horarios de clases en las escuelas y colegios.
“Quisiera que los obreros, el sector, o los servidores públicos, quisiera que aumenten a las ocho horas, una horita más. Cómo sería los resultados para nuestra querida Bolivia”, dijo, por ejemplo, en una entrega de obra en agosto pasado, para luego aclarar que respeta la Ley General de Trabajo, que dispone una jornada de ocho horas laborales.
Aunque el presidente también reflexionó sobre cómo algunos funcionarios públicos no trabajan a conciencia: “A mí me molesta porque uno se saca la mugre y otros feliz ahí jugando ajedrez, llenando crucigramas, hermanas y hermanos, hay que pensar en Bolivia”.
En ese sentido, el problema en realidad tendría que ser atendido más como uno de productividad laboral que de extensión de la jornada.
Jornada de ocho horas
En 1810, el empresario y socialista utópico británico Robert Owen difundió la idea de que la calidad del trabajo de un obrero tiene una relación directamente proporcional con la calidad de vida del mismo, y abogó por mejorar salarios, vivienda, higiene y educación de los trabajadores, además de prohibir del trabajo infantil y determinar una cantidad máxima de horas de trabajo.
Así, para 1817 formuló el objetivo de la jornada de ocho horas y acuñó el lema de “ocho horas de trabajo, ocho horas de recreo, ocho horas de descanso”, el famoso 8-8-8. A lo largo del siglo los trabajadores dieron numerosas batallas en países donde se daban condiciones de explotación.
Por ejemplo, en EEUU se tenía establecida una jornada de 18 horas diarias de trabajo. Los trabajadores organizados realizaron huelgas y otras medidas para obtener la jornada de 8 horas, objetivo logrado tras las sangrientas revueltas de Chicago y otras ciudades, el 1 de mayo de 1886.
La jornada de 8 horas fue obtenida en Latinoamérica durante las primeras décadas del siglo XX, mediante la aprobación de leyes laborales.
En Bolivia, actualmente está vigente la Ley General de Trabajo, que en su Artículo 46 establece que “la jornada efectiva de trabajo no excederá de 8 horas por día y de 48 por semana”, mientras que la jornada nocturna “no excederá de 7 horas, entendiéndose trabajo nocturno el que se practica entre horas 20 y 6 de la mañana”.