El falso emprendedurismo y la privatización del espacio público
Una reflexión del artista, actor, escritor y artesano tarijeño, Sadid Arancibia Sánchez, acerca de lo que es de todos, pero pocos administran.



En los últimos años, el nulo crecimiento económico y el apagón de los espacios laborales, han llevado a un falso discurso de emprendedurismo. Mirado desde los ojos del capitalismo, se aprovecha esto para pintar en la cabeza de las obreras y obreros, artesanas y pequeños productores la idea de que su capacidad y esfuerzo se refleja en el de una empresa. Desde el municipio de Cercado, se ha capacitado a decenas de personas bajo este concepto, para alejarnos de los derechos ya conseguidos por los compañeros artesanos (Ley N° 306, del 9 de noviembre del 2012, Ley del Promoción y Desarrollo Artesanal).
De manera más simple, si te consideras emprendedor, sales de los límites que protegen el trabajo del artesanado, ya que se te tomará como “pequeño empresario”.
En 2024, el Gobierno Autónomo Municipal de Tarija (GAMT) da el “Golpe De Plaza” prohibiendo el trabajo en espacios públicos estratégicos, como plazas y parques, donde el artesanado puede ofrecer sus productos con la seguridad de que estos serán adquiridos. Se ha usado de chivo expiatorio al barrio Las Panosas, pretextando que los vecinos se quejan por la obstrucción del paso, o que los puestos de las ferias tapan banquetas de la plazuela. Sin embargo, los locales de comida al frente de la Plaza Luis De Fuentes y la Plazuela Sucre tapan veredas con mesas, sillas y sus comensales.
Desde el GAMT se habla de la “reorganización de la ciudad”, moviendo algunas ferias y eliminando otras, entre estas las ferias artesanales, a cuyos miembros se ha ofrecido como alternativa el Campo Ferial del barrio El Constructor, lugar maravilloso, pero con una compleja maraña de obstáculos para llegar, lo que genera quejas hasta de los feriantes que lo ocupan en fechas como Santa Anita o Navidad. Otro argumento es que “nuestras ferias a la vista de sus hermosos ojos no son estéticas para el turismo”, pero “que te tapen el paso para que veas como tragan comidas impagables es muy bello”.
La privatización del espacio público está en marcha, a paso lento, pero cada vez son más los lugares de los cuales se nos excluye para ofrecer nuestro trabajo. Las opciones que ofrece el GAMT no logran convencer al sector, por ello, desde los espacios culturales y los patios grandes, resistimos, mientras ellos se llenan la boca de mierda que les atraganta cuando salen en televisión.
En el libro La Muerte De La Plaza, de Rolando Pérez, se narra cómo desde la fundación de Tarija y la construcción del casco viejo de la ciudad no se permitía que los indígenas y campesinos toquen la plaza principal, o que lo hagan con restricciones, porque se la percibía como un espacio señorial. El tiempo es cíclico y lastimosamente ahora nos toca vivirlo como antes, como nuestras abuelas que migraron a la ciudad, como los chapacos, campesinos y soldados que podían entrar tan solo hasta ciertas horas a la plaza. Nos toca vivir esto porque el trabajo solo se le permite a unos cuantos.
Artesano, feriante, cada vez más lejos, cada vez buscando nuevos espacios que sentirlos públicos, pero con la misma rabia en el corazón, por ser excluidos del privilegio de estar, vender, vivir o comer en sus plazas y veredas.
Me represento a mí mismo, y me hago cargo de las porquerías que no quieren escuchar. Porque así lo siento, y eso aún no lo prohibieron.