Bolivia exporta más materia prima y menos manufactura
En el contexto del comercio internacional, Bolivia enfrentará “un panorama adverso”, debido a la caída de los precios de las materias primas, la reprimarización de su economía, la disminución del ahorro interno, el aumento de la deuda y la mayor dependencia de la producción...
En el contexto del comercio internacional, Bolivia enfrentará “un panorama adverso”, debido a la caída de los precios de las materias primas, la reprimarización de su economía, la disminución del ahorro interno, el aumento de la deuda y la mayor dependencia de la producción industrializada externa que condiciona patrones de consumo.
Esa es una de las conclusiones que se desprenden del informe de Evaluación del Sistema Generalizado de Preferencias de la Unión Europea en Bolivia (SGP+), elaborado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), con el apoyo de la Unión Europea en el marco del Programa “Promoviendo Derechos Humanos y Laborales a través del SGP+”.
Asimismo, el documento advierte que la dependencia boliviana también se evidencia fuertemente en la “necesidad de inversión extranjera directa para hacer efectiva la extracción de materias primas”.
Un ejemplo concreto de esto es la evidente incapacidad de YPFB de asumir el control efectivo de toda la cadena de hidrocarburos, reflejado en la falta de descubrimientos de nuevas reservas y la insistencia en dar incentivos a las transnacionales que siguen dominando el sector.
Desindustrialización y reprimarización
“En cuanto a la estructura económica y del comercio exterior de Bolivia, se ve una tendencia a la profundización del carácter primario exportador, no solo impulsado por empresas transnacionales, sino también, en los últimos años por formas de producción atrasadas que concentran un alto porcentaje de la producción ocupada, las cuales son recreadas por el capital para obtener mayores ganancias”, puntualiza el informe del CEDLA.
Esta “dependencia estructural respecto a economía mundial ha limitado el desarrollo de un aparato productivo para el mercado interno, las exportaciones proveen de divisas para las importaciones de bienes para la producción y el consumo importados”, agrega.
Ya el año 2013, el economista Juan Carlos Zuleta había realizado una investigación en la que demostraba que el carácter primario exportador y extractivista de la Bolivia seguía intacto, y peor aún, la producción industrial de manufacturas estaba disminuyendo, generándose lo que él llamó desindustrialización de las exportaciones.
Según el CEDLA, usando datos del Banco Central de Bolivia (BCB) y de UDAPE, la estructura productiva de Bolivia “no ha cambiado sustancialmente, tanto bajo el patrón de acumulación estatal como bajo el liberal”.
En este sentido, las actividades agropecuarias y extractivas tienen una “caída lenta” en la participación en el PIB, desde el 26% en 1990 a 23% en 2016. La industria se mantiene casi constante con alrededor del 16% de participación a lo largo del mismo periodo. Sólo las actividades de servicios han crecido, llegando al 61% de participación en el PIB en 2016.
La estructura de las exportaciones también es reveladora, pues está concentrada casi exclusivamente en minerales y gas, e incluso las exportaciones no tradicionales también son materias primas con un bajo nivel de transformación, como la soya, quinua, castaña y otros similares.
Manufactura que no es
Justamente Zuleta hizo notar hace 5 años que lo que el gobierno y el INE califican como Industria Manufacturera es un sector que en realidad está inflado.
Para el experto, los rubros que componen la refinación de petróleo, procesamiento de elementos químicos y fundición de minerales, no pueden ser considerados realmente parte de la “Industria manufacturera”, sino que son conforman la “Extracción de hidrocarburos” y la “Extracción de minerales” (sector primario exportador).
Asimismo, los rubros de Cacao, Azúcar, Café elaborado, Algodón e Hilados de Algodón, Cueros y Manufacturas de Cuero y Maderas y Manufacturas de Madera, también incluidos por el INE en la actividad “Industria Manufacturera”, deben ser clasificados como parte del sector primario de “Agricultura, Ganadería, Caza, Silvicultura y Pesca”.
El propio Zuleta explicó en su momento la razón de esta interpretación: “Si bien dichas actividades generan valor agregado, la nueva forma de los materiales tratados no cambia su esencia como materias primas. Aun cuando pasan por un cierto proceso de agregación de valor antes de su comercialización en el extranjero, siguen siendo parte de cadenas de valor que concluyen en la fabricación de bienes diferentes, por lo que tendrán que pasar por nuevos procesos de transformación industrial para su consumo efectivo. En otras palabras, no dejan de ser materias primas a ser utilizadas en posteriores procesos de industrialización. Por todo esto, no resulta razonable que sean incluidos en el sector secundario (Industria manufacturera) de la economía”.
Desaprovechando las preferencias arancelarias
Para el CEDLA, gran parte de esta situación se debe a que la política comercial externa boliviana carece de “una estrategia integral basada en la estructura productiva nacional y su capacidad real para incrementar la oferta exportable”, y de una idea clara sobre cómo facilitar la inserción de los productos nacionales en los mercados internacionales.
Otra causa es que el SGP+ no está siendo aprovechado plenamente por los productores exportadores bolivianos. “Entre las causas están: el desconocimiento del acuerdo; insuficiente oferta frente a la alta demanda; la lejanía de este mercado; lo que incrementa el costo de transporte y la falta de cumplimiento de las normas de origen”.
Esa es una de las conclusiones que se desprenden del informe de Evaluación del Sistema Generalizado de Preferencias de la Unión Europea en Bolivia (SGP+), elaborado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), con el apoyo de la Unión Europea en el marco del Programa “Promoviendo Derechos Humanos y Laborales a través del SGP+”.
Asimismo, el documento advierte que la dependencia boliviana también se evidencia fuertemente en la “necesidad de inversión extranjera directa para hacer efectiva la extracción de materias primas”.
Un ejemplo concreto de esto es la evidente incapacidad de YPFB de asumir el control efectivo de toda la cadena de hidrocarburos, reflejado en la falta de descubrimientos de nuevas reservas y la insistencia en dar incentivos a las transnacionales que siguen dominando el sector.
Desindustrialización y reprimarización
“En cuanto a la estructura económica y del comercio exterior de Bolivia, se ve una tendencia a la profundización del carácter primario exportador, no solo impulsado por empresas transnacionales, sino también, en los últimos años por formas de producción atrasadas que concentran un alto porcentaje de la producción ocupada, las cuales son recreadas por el capital para obtener mayores ganancias”, puntualiza el informe del CEDLA.
Esta “dependencia estructural respecto a economía mundial ha limitado el desarrollo de un aparato productivo para el mercado interno, las exportaciones proveen de divisas para las importaciones de bienes para la producción y el consumo importados”, agrega.
Ya el año 2013, el economista Juan Carlos Zuleta había realizado una investigación en la que demostraba que el carácter primario exportador y extractivista de la Bolivia seguía intacto, y peor aún, la producción industrial de manufacturas estaba disminuyendo, generándose lo que él llamó desindustrialización de las exportaciones.
Según el CEDLA, usando datos del Banco Central de Bolivia (BCB) y de UDAPE, la estructura productiva de Bolivia “no ha cambiado sustancialmente, tanto bajo el patrón de acumulación estatal como bajo el liberal”.
En este sentido, las actividades agropecuarias y extractivas tienen una “caída lenta” en la participación en el PIB, desde el 26% en 1990 a 23% en 2016. La industria se mantiene casi constante con alrededor del 16% de participación a lo largo del mismo periodo. Sólo las actividades de servicios han crecido, llegando al 61% de participación en el PIB en 2016.
La estructura de las exportaciones también es reveladora, pues está concentrada casi exclusivamente en minerales y gas, e incluso las exportaciones no tradicionales también son materias primas con un bajo nivel de transformación, como la soya, quinua, castaña y otros similares.
Manufactura que no es
Justamente Zuleta hizo notar hace 5 años que lo que el gobierno y el INE califican como Industria Manufacturera es un sector que en realidad está inflado.
Para el experto, los rubros que componen la refinación de petróleo, procesamiento de elementos químicos y fundición de minerales, no pueden ser considerados realmente parte de la “Industria manufacturera”, sino que son conforman la “Extracción de hidrocarburos” y la “Extracción de minerales” (sector primario exportador).
Asimismo, los rubros de Cacao, Azúcar, Café elaborado, Algodón e Hilados de Algodón, Cueros y Manufacturas de Cuero y Maderas y Manufacturas de Madera, también incluidos por el INE en la actividad “Industria Manufacturera”, deben ser clasificados como parte del sector primario de “Agricultura, Ganadería, Caza, Silvicultura y Pesca”.
El propio Zuleta explicó en su momento la razón de esta interpretación: “Si bien dichas actividades generan valor agregado, la nueva forma de los materiales tratados no cambia su esencia como materias primas. Aun cuando pasan por un cierto proceso de agregación de valor antes de su comercialización en el extranjero, siguen siendo parte de cadenas de valor que concluyen en la fabricación de bienes diferentes, por lo que tendrán que pasar por nuevos procesos de transformación industrial para su consumo efectivo. En otras palabras, no dejan de ser materias primas a ser utilizadas en posteriores procesos de industrialización. Por todo esto, no resulta razonable que sean incluidos en el sector secundario (Industria manufacturera) de la economía”.
Desaprovechando las preferencias arancelarias
Para el CEDLA, gran parte de esta situación se debe a que la política comercial externa boliviana carece de “una estrategia integral basada en la estructura productiva nacional y su capacidad real para incrementar la oferta exportable”, y de una idea clara sobre cómo facilitar la inserción de los productos nacionales en los mercados internacionales.
Otra causa es que el SGP+ no está siendo aprovechado plenamente por los productores exportadores bolivianos. “Entre las causas están: el desconocimiento del acuerdo; insuficiente oferta frente a la alta demanda; la lejanía de este mercado; lo que incrementa el costo de transporte y la falta de cumplimiento de las normas de origen”.