Liga española
El Real Madrid hizo los deberes ante el Mallorca
Un afortunado gol de Tchouaméni y las intervenciones de Lunin permiten a un errático Madrid llegar sumar tres puntos muy sufridos ante el Mallorca antes de visitar al City y recibir al Barcelona
El Real Madrid hizo los deberes en Son Moix con más pena que gloria para llevarse un valioso triunfo que le permite llegar al Clásico con el colchón como mínimo de ocho puntos sobre el Barcelona y afrontar el duelo contra el City sin urgencias ligueras. Un afortunado gol de Tchouaméni en el amanecer de la segunda parte y un par de intervenciones salvadoras de Lunin permitieron sobrevivir al equipo de Carlo Ancelotti, tan errático que acabó pidiendo la hora ante un corajudo Mallorca.
El entrenador italiano dibujó un once con cinco rotaciones pensando en el duelo del miércoles con el Manchester City y el Madrid salió a verlas venir, sin ímpetu ni intensidad, como si la victoria fuese a caer de su lado por pura inercia. Aunque se daba por sentada la titularidad de Militao, el brasileño empezó en el banquillo, por lo que todo apunta a que será suplente también en el Etihad.
El primer tiempo del Madrid fue pírrico, con un fútbol insípido y previsible que no inquietó lo más mínimo a un Mallorca bien plantado en la retaguardia y muy agresivo en los duelos individuales. Los blancos no comparecieron en el área de Rajkovic y la única ocasión de gol en los primeros 45 minutos fue un disparo lejano de Bellingham que se estrelló en el travesaño. El resto, la nada.
Las suplencias de Rodrygo y Vinicius fueron una losa para un Madrid sin chicha ni colmillo. Brahim y Bellingham hacían la guerra cada uno por su cuenta y Joselu era un náufrago en la tupida defensa bermellona. Ya es curioso que cuando juega el internacional español, un especialista en el juego aéreo, los jugadores de banda apenas prueben los centros laterales
El trote cochinero del Madrid más ramplón de los últimos meses lo aprovechó el Mallorca para hacerse fuerte en defensa y generar algo de peligro en las jugadas de estrategia. A la salida de un saque de esquina Raíllo puso a prueba los reflejos de Lunin en el único acercamiento venenoso del Mallorca.
El tirón de orejas de Carlo Ancelotti a sus jugadores en el descanso debió ser de aúpa porque en la reanudación la cara del Madrid fue totalmente distinta. Más velocidad en la circulación y más presencia en el área rival se tradujeron en el 0-1 de Tchouaméni en el minuto 48. El francés recogió un balón en el balcón del área y ante la pasividad de los defensas, se animó con un disparo que rozó en Morlanes y sorprendió a Rajkovic. El portero balcánico se quedó petrificado para alivio del Madrid, más liberado en cuanto se vio por delante en el marcador.
El 0-1 abrió el partido como un melón. El Mallorca, hasta entonces pertrechado en su campo, se vio obligado a desplegarse y la entrada de Abdón Prats y Darder le dio más empaque ofensivo al conjunto de Aguirre. El Madrid gozaba de más espacios y ahí apareció Brahim, que primero pecó de egoísta para resolver un mano a mano cuando tenía solo a Joselu y después, con todo a favor y Rajkovic vencido, se confió a la hora de definir y se topó con los pies del portero serbio, providencial para mantener con vida a los suyos.
El Madrid, ya con Vinicius sobre el verde, amenazaba con matar el partido en cualquier ocasión pero el Mallorca siempre se mantuvo en pie, con un Muriqi más liberado desde la entrada de Abdón. El equipo de Ancelotti se recreó en exceso en el área rival y Valverde perdonó el 0-2 con Rajkovic ya batido. Raíllo sacó el balón bajo palos y eso animó al Mallorca.
El intercambio de golpes fue la tónica en los últimos compases y Darder pudo lograr el empate con un voleón desde fuera del área que obligó a Lunin a lucirse con una gran estirada. El Madrid tomó buena nota del susto y trato de adormecer el partido con Tchouaméni, Valverde, Camavinga y Modric marcando el ritmo en la sala de máquinas.
Aguirre quemó las naves con el ingreso de Larin para jugar con tres delanteros y Ancelotti respondió dando entrada a Militao para contrarrestar con tres centrales el arreón final del Mallorca, que acabó muriendo en la orilla y con Muriqi perdonando el empate en el último suspiro.