Lo que se esconde detrás de la última foto del abrazo entre ambos
La verdadera historia de la relación entre Tevez y Riquelme
Román sentía que tenía un dirigente opositor con su 10 y a Carlitos no le importó que su última imagen fuera con un penal errado en un partido en el que caminó
En política las fotos hablan. Aunque no siempre dicen la verdad. Se ha visto a varios candidatos a presidente que visitan un lugar humilde sólo el rato que lo siguen las cámaras. En el fútbol a veces es más simple el engaño, porque el sentimiento por la camiseta puede ser ciego. Los hinchas sueñan con que su club sea Disney, que sus ídolos se amen, que todos mueran por la camiseta como ellos. El jugador que se hace póster, entonces, suele tener licencia para matar a los ojos del fanático.
Suele alcanzar con besarse el escudo en un gol para hacer creer al mundo que jamás quiso irse. O -en el caso de Tevez y Riquelme- caminar abrazados después de la despedida para que casi todos piensen que se quieren y que se buscó enfrentarlos desde afuera. Muchísima gente pegó esta nueva foto al lado de la famosa de la época de Román jugador y Carlitos alcanzapelotas para vender románticamente un buen final. Como dice la canción, una mentira que te haga feliz vale más que una verdad que te amargue la vida. No quieren detenerse a pensar por qué nunca se los vio cerca en el año y medio de convivencia en este Boca. La contención era antes de que el último ídolo se fuera sin saber si dejaba de jugar al fútbol.
“No aguanto más. Me voy”, llegó a decirle Tevez a su mesa chica un par de días antes del anuncio oficial. Le pesa el duelo por su papá después de un largo camino de agonía. Fue muy fuerte para él tener que decirles a sus hijos que sólo quedaba esperar cuánto tiempo resistiría el corazón de Segundo. Su mamá sintió el impacto. Carlitos quiere estar cerca como en los primeros días. Es más fuerte que hacer cuentas sobre cuántos partidos le faltan a la Copa, o si algún hincha podrá pensar que se baja en medio de la competencia. No le importó tampoco que su última imagen fuera con un penal errado y un partido que caminó. No era Tevez en San Juan. O directamente no estaba. Su rebeldía no era de alguien que se rebeló ante su propio destino. Allí se abre la ventana futbolística. Carlitos analizó cuánto le puede dar a Boca a los 37 años y con su cabeza a veces en pausa. Cuál es el equipo que quedará después de tantas salidas y nombres marketineros que no llegan. Si el proyecto es ganar la Séptima este año o “cuando convenga”, como declaró Bermúdez dejando en claro que usar buenas palabras no es hablar bien. Tevez, fundamentalmente, se cansó de un día a día con conflictos, con comunicados cuando no se arreglaban contratos, como Pol Fernández. Se hartó del pedido para que Russo “tenga personalidad para sacarlo al 10 a los 70 minutos” antes del inicio del último torneo y de los mensajes para agitar cuando Carlitos no tenía un buen partido. No le gustó que se descalifique a Wanchope Abila. Cerca suyo se sospecha que Buffarini no entró para patear un penal con Racing por temor a quedar otra vez como el héroe. Más la pelea política...
Riquelme sentía que tenía un dirigente opositor con su 10. Así fue desde el primer día. Román lo tenía en la cornisa a Tevez pero no lo empujó. No quiso repetir un acto angelicista. Evitó la remake de su propia historia. Pero nunca fue la reposición de La Familia Ingalls. Porque nunca estuvo contento de tener al último ídolo. Siempre sintió íntimamente que dormía con el enemigo. Tal vez el problema para Boca fue que no hubo un sinceramiento pese a la chapa y el poder que le generó su época de futbolista. El escenario para el capitán fue incómodo. Tevez lo blanqueó. “No tengo mucho diálogo con el Consejo”, dijo en enero de este año, más allá de que se portaron bien cuando murió su papá. Román trató como estrella a Carlitos de la boca para afuera. Hacía rato que los dividía el ego, la forma de manejarse, los objetivos, la cercanía a Maradona, hasta el golf. Un round fue la renovación del contrato, a mediados del 2020. Ahí los dos jugaron fuerte en los medios, en on y en off. Fueron los días en que Tevez avisaba que iba a hacer beneficencia con su sueldo y Bermúdez-Cascini -casi en simultáneo- lo trataban de ex jugador. Fue una política de comunicación para bajarle el precio al capitán. Pareció solucionarse cuando entró en escena Riquelme. Pero antes se había dado una charla telefónica durísima de los tres ex jugadores del Consejo con Tevez. En el medio, Bermúdez posteó una nota en la que se hablaba de las aspiraciones políticas de Carlitos y su asociación al macrismo. La foto de Tevez con Angelici en una playa no se tomó como una simple imagen de una señora cholula con dos hombres del mundo Boca.
Lejos había quedado el primer paso conciliador. Tan cierta es la disputa como que Tevez volvió a ser titular en este ciclo. Riquelme, a días de entrar saltando al cuarto oscuro y elegido vicepresidente, fue al sorteo de la Copa Libertadores. Era de astuto estar cerca de la Conmebol después de “perder en el escritorio”. Esa vez declaró que quería hablar con Carlitos porque hacía dos años que había perdido las ganas de jugar. “En mi barrio se juega a la pelota y en el de él también”, lanzó en modo Román. Charlaron. Riquelme, con el poder del voto y con la chapa de ser el ídolo más grande del club. Tevez, más disminuido, se puso a disposición. Aun cuando ya se miraron mal cuando el ídolo dirigente se enteró que el ídolo jugador tenía una renovación automática que no había contado. Igual se armó un equipo para que él termine las jugadas como 9.
“Tiene que ser un cumpleaños en la Bombonera cada 15 días”, dijo Román entre asados y mates de postre. Boca fue campeón en 7 fechas con un gol de Tevez, quien volvía a ser el muchachito de la película. Con ese festejo en el alambrado mató su desprolija salida a China. Por lo bajo, igual, uno no hablaba del otro por su nombre sino con apodos irónicos.
Ya se había roto todo hacía tiempo. “Cuando pierde Boca y gana River, sale Riquelme a hablar. Me tocó vivir un año y medio en el que, cuando perdíamos, salía él a matar a Boca. Cuando jugaba, Riquelme no tenía amigos periodistas y ahora toma mates con ellos. Yo digo las cosas de frente y no me las callo”, disparó Tevez desde Shangai. “Cuando él se tuvo que ir, se fue. Al Barcelona, después al Villarreal... Es fácil hablar de afuera. Cuando salimos campeones salió y dijo ‘una Libertadores vale 10 campeonatos’. Yo por dentro me decía ‘si vos sos de Boca te alegrarías’. Pero siempre trata de tirar para abajo a los jugadores. No le hace bien al club ni a los pibes que juegan en Boca. Es un ídolo y siempre lo va a ser por lo que hizo en la cancha. Pero afuera deja mucho que desear”. Ese mensaje bomba fue hace 4 años. Pero en estos tiempos de convivencia forzada tampoco volvieron a comer un asado juntos. Aun cuando el primero en saber la decisión fue Riquelme. El después despertó a Ameal para decirle que Carlitos le quería hablar. Tanta desconfianza se tenían que estaba firmado por contrato que si Tevez se iba ahora tenía que dar una conferencia explicando los motivos. “Carlitos se tiene por poner el cassette. O el pen drive, si usamos una frase más moderna. No puede decir lo que siente”, susurró antes de la despedida una de las pocas personas que tienen el nuevo teléfono de Carlitos. Ahora se irá de vacaciones a Estados Unidos y tal vez en un tiempo volverá allá a jugar. Román y Palermo también han aparecido a los abrazos en la cancha o en una práctica y todos saben cómo era su no relación. Será cuestión de tiempo descubrir que el abrazo de Riquelme y Tevez fue una foto para la tribuna.