Del Libro “La Batalla de La Tablada 200 Años” De: Juan Ticlla Siles
4 Batalla de La Tablada 35 Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach



1.- TARIJA Y LA REVOLUCIÓN DE MAYO
Hubo hechos que dieron como resultado la participación temprana de Tarija en la guerra por la independencia. Napoleón invadió España y tomó preso al rey, lo que motivó que en Buenos Aires se desconociera al gobierno que se había formado con los invasores y desconociera al Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, que gobernaba las provincias del Rio de la Plata de las que formaba parte Tarija por pertenecer en ese entonces a la intendencia de Salta.
La apacible villa de San Bernardo de Tarija tomó conocimiento de la revolución de Buenos Aires de 25 de mayo de 1810, a través de la circular enviada por la Junta Superior Gubernativa de 27 del mismo mes, la que fue recibida por el Cabildo el 23 de junio.
El cabildo de Tarija, el 25 de junio de 1810, informó a la Junta Gubernativa que había recibido la convocatoria y que «por estrechez del tiempo de correo no se ha podido elegir diputado de este pueblo que previene y de su cumplimiento daremos aviso en el próximo Correo». Esta comunicación que firmada por el presidente Mariano Antonio de Echazú, el alcalde de segundo voto José Antonio Reguerín y los regidores Francisco de Ruyloba y Ambrosio Catoira.
Estas comunicaciones que han sido calificadas como los documentos primigenios de la historia de la Revolución Americana en Tarija, revisten singular importancia por que significaron un reconocimiento tácito a la junta de Buenos Aires y llevaron implícita la adhesión de Tarija al nuevo orden gubernativo del Río de La Plata. Los cabildantes tarijeños resultaron ser las primeras autoridades patrióticas del lugar con una transición pacífica al régimen instaurado.
Por estos antecedentes, el 25 de junio de 1810 se constituye en una de las fechas primordiales del calendario histórico tarijeño.
2. EL CABILDO DE 18 DE AGOSTO DE 1810
Las comunicaciones recibidas de Buenos Aires dieron lugar a que se convocara a un Cabildo Abierto que bajo la presidencia de Mariano Antonio de Echazú, se llevó a cabo en la villa el 18 de agosto de 1810, del cual participaron junto con los miembros del Cabildo, las autoridades religiosas y clero; administradores de las Rentas Reales de Correos y Tabacos, capitanes y oficiales del Regimiento Provincial, personas de mayor representación y mérito y vecinos de la villa.
Esta calificada reunión multitudinaria fue entonces la primera manifestación masiva de la población de Tarija a favor de la Revolución de Mayo, expresada en forma orgánica por un cauce institucional tradicional como era ese congreso de vecinos.
El cabildo, sobre un total de 42 asistentes, eligió diputado por 38 votos al Dr. José Julián Pérez de Echalar quien tuvo, además, la aclamación del pueblo.
El Cabildo de Tarija, en 20 de agosto de 1810 se dirigió al Presidente y Vocales de la Junta de Buenos Aires, sobre la obediencia prestada y la elección de Dr. José Julián Pérez de Echalar, como Diputado. Hace saber, en forma adicional, que el marqués del Valle de Tojo, ha ordenado al comandante accidental José Antonio Larrea apreste el regimiento provisional para que marche a Jujuy.
3. JULIÁN PÉREZ DE ECHALAR
El Dr. Julián Pérez de Echalar fue el político tarijeño más eminente durante el movimiento emancipador del Río de la Plata. Por su clara inteligencia, sus principios, su sólida formación profesional, su ponderado criterio y sus dotes de diplomático, llegó a ocupar en Buenos Aires en un determinado momento histórico las más encumbradas funciones políticas y administrativas. Fue miembro de la Junta Grande y gobernó la Argentina como miembro del segundo Triunvirato. Con justicia se ha dicho de él que fue una de las figuras más ilustres de la historia tarijeña.
Nació en Tarija el 16 de febrero de 1780, hijo de Juan Pérez de Estrada del reino de Galicia, miembro del ayuntamiento, y de Agustina Echalar Ichazo, ambos síndicos del Convento de San Francisco de Tarija.
4 LA BATALLA DE SUIPACHA
Esta batalla, que culminó con una victoria, es la primera en la que participan tropas tarijeñas en apoyo a las patriotas que con Castelli al mando del Primer Ejército Auxiliar Argentino ingresó al Alto Perú, con el objetivo de controlar la región frente al avance de las tropas realistas y de consolidar en dominio de la Junta.
El grueso de las fuerzas patriotas, de conformidad con lo que se había acordado en Tupiza en el seno de la Junta de Observancia, inició su marcha para establecer su campamento en Suipacha.
En la noche del 5 de noviembre de 1810, parte de la vanguardia patriota ocupó la pequeña población de Nazareno. El resto de las fuerzas fue acantonado en Suipacha. Los patriotas habían recibido un refuerzo de 200 hombres, en su mayoría originarios de Tarija, más armas y municiones. También se incorporaron 140 soldados más 2 piezas de artillería; ellos provenían de Chichas y lugares aledaños.
5. BATALLA DE LA TABLADA
El Cuarto Ejército Auxiliar Argentino al mando de La Madrid ingresó en territorio altoperuano, tomó el rumbo noroeste y descendió por la cuesta del Inca para entrar a la quebrada de Tolomosa y aproximarse a la villa por la cuesta del Gallinazo.
Allí se incorporó el audaz caudillo chapaco Eustaquio Méndez a la cabeza de cien personas para cubrir la vanguardia patriótica.
Los rebeldes capturaban a cuanta persona encontraban en el camino, hombres como mujeres, para que la marcha no fuera develada ante las autoridades coloniales. Sobre esta extraña decisión, la Madrid decía: «mi objeto al tomar una determinación tan cruel era el de liberarme por este medio, que las personas que nos veían, de cualquier sexo o edad, transmitieran la noticia».
El 14 de abril las fuerzas que conducía La Madrid en la dirección que llevaban dejaron al pueblo de Concepción a la derecha y amagaban a Tarija por el Este.
A las cuatro de la tarde se encontraban en la cuesta del Gallinazo, pero antes de llegar a este punto el jefe argentino había dispuesto que Manuel Toro, capitán de la primera compañía de Húsares se situara en el campo de las Carreras ante la posibilidad de que se reuniera la caballería enemiga. Llevaba a sus órdenes a los capitanes Alejo Colet, Juan Alejandro Carrasco de la milicia de Tucumán y al capitán de gauchos de Santa Victoria José Antonio Ruiz.
Con La Madrid quedaban los montoneros que comandaba el intrépido Eustaquio Méndez, el ‘Moto’. Allí se encontraban los capitanes tarijeños Juan Esteban Garay y Matías Guerrero.
Enterado Mateo Ramírez, consciente de que algo grave acontecía, decidió salir al frente en la creencia de que eran gauchos comandados por Uriondo y dijo a su cuerpo «vamos a correr a esos gauchos», pero cuando su tropa empezó a cruzar el río Guadalquivir, los patriotas rompieron el fuego, hecho que obligó a la autoridad española a replegarse al centro de la plaza.
Después de este incidente, la hueste patriota ocupó las alturas de Tarija a las cinco de la tarde y tomó posesión de la colina conocida como la Loma de San Juan, donde fueron instaladas las dos piezas de artillería de montaña que portaban. Allí se recibió el importantísimo refuerzo de más de mil guerrilleros comandados por José María Avilés, Manuel Rojas y Juan Ignacio Mendieta. El filántropo tarijeño Joaquín Tejerina brindó un valioso apoyo a los insurgentes.
Los patriotas encontraron que los principales accesos a la villa habían sido modificados, lo cual obedecía a un plan trazado originalmente por el general José de La Serna y ejecutado por el coronel Baldomero Espartero, quien más tarde fue Regente de España. El gobernador de Tarija coronel Mateo Ramírez ejercía mando sobre los “Granaderos del Cuzco”. En el Valle de Concepción los realistas contaban con un escuadrón de 80 jinetes y 50 infantes bajo las órdenes del comandante Andrés de Santa Cruz, quien llegó a ser Presidente de Bolivia, creador y protector de la confederación Boliviano-Peruana.
Luego Gregorio Araoz de La Madrid ocupó la colina de San Roque, lugar en el que se levanta una pequeña capilla y desde donde apreciaba los movimientos que se llevaban a cabo en las inmediaciones del Cabildo. Este emplazamiento no tuvo mayor dificultad debido a que el enemigo se había atrincherado en la plaza, en consecuencia, los suburbios de la villa quedaron al descubierto, lo que facilitó el acecho.
La Madrid decidió suspender el fuego para enviar como emisario a Manuel Cainzo, con una intimación a Ramírez que decía: «Si en el término de media hora no se rinde usted a discreción con la división a su mando, tanto usted como ella serán pasados a cuchillo. Dios guarde a usted muchos años. Puerta del Gallinazo, abril 14 de 1817, Gregorio Araoz de La Madrid».
El gobernador español, envanecido, contestó en los siguientes términos:
He recibido el oficio de Usía en el que impone pena de ser pasada a cuchillo la guarnición de mi mando, si en el término de media hora no me entrego a discreción, lo haré cuando solo me queden veinte hombres y estos sin municiones útiles para batirse. Dios guarde a usted muchos años. Tarija y abril de 1817. - El gobernador de esta plaza Mateo Ramírez.
Ante esta respuesta que La Madrid calificó de altanera, ordenó que durante la noche continuara el fuego de cañón sobre la plaza para que ingresara la caballería patriota conducida por los caudillos tarijeños, presencia que aumentó la tensión en ambos bandos beligerantes. El jefe argentino en sus memorias dice:
Por la noche hizo repetidos esfuerzos por salir el teniente coronel graduado Andrés Santa Cruz, que era entonces el que mandaba el escuadrón que yo había dejado a mi retaguardia en el valle de Concepción, por no hacerme sentir por los de la plaza; pero todos los esfuerzos fueron vanos; igualmente que los que repitieron toda la noche los diferentes chasques que despachó el jefe sitiado, ya a la fuerza de Santa Cruz que se encontraba en dicho valle, como el general Vivero que se hallaba en Cinti con otra división.
El martes 15 de abril de 1817 el teniente coronel Gregorio Araoz de La Madrid, en las primeras horas del día, inspeccionó personalmente sus fortificaciones para proceder al asalto de la villa en un esfuerzo en el cuál los patriotas tarijeños jugarían un rol preponderante, a la cabeza de los guerrilleros chapacos.
A las nueve de la mañana, el comandante argentino fue informado que una fuerza enemiga compuesta por 150 hombres, avanzaba por el camino que él había transitado en la víspera. Este contingente provenía de Concepción, en razón de que el comandante Santa Cruz se encontraba accidentalmente en Tarija, estaba conducida por el coronel español apellidado Malacabeza, quien resolvió dirigirse a la villa para reforzar a Ramírez pues había escuchado el tronar de la artillería, lo que permitió percatarse del peligro que enfrentaban sus superiores.
La Madrid tomó la inmediata determinación de salir al encuentro del enemigo, encomendando el asedio a su segundo el mayor Antonio Giles.
Los realistas habían ocupado las torres y techos de la villa para ver lo que acontecía y luego atacar a los patriotas por la retaguardia, pero los guerrilleros mandados por Méndez, Avilés, Mendieta y otros caudillos ocuparon la ribera del río Guadalquivir, se batieron heroicamente con los granaderos del Cuzco, a quienes redujeron sus trincheras.
La Madrid, a la cabeza de un grupo de los húsares, partió hacia La Tablada, vasta planicie a una legua del centro urbano. Le acompañaban el capitán Lorenzo Lugones y los ayudantes Manuel Cainzo y Victorio Llorente, más otros que se le plegaron en el trayecto.
En La Tablada La Madrid apreció que la fuerza enemiga era muy superior, por lo que resolvió enviar al ayudante Victorio Llorente con orden a Giles para que le enviara como refuerzo una compañía de húsares al mando del capitán Mariano García.
Ante la precipitación de los acontecimientos en La Tablada, el jefe argentino ordenó a Lorenzo Lugones que atacara con 14 hombres por la izquierda y que Manuel Cainzo lo hiciera por la derecha, el resto permaneció en el centro. Dio la voz: «Carabinas a la espalda, sable en mano y a degüello, a ellos que son unos cobardes».
El encuentro fue muy veloz, cuando llegó el capitán García con el refuerzo, la situación estaba prácticamente definida. El resultado arrojaba 40 prisioneros y 63 muertos en el bando realista. De la tropa rebelde había muerto, únicamente, el negro herrador.
La Madrid retornó a Tarija y se incorporó a los patriotas que se encontraban en la colina de San Roque donde estaban tres compañías de infantería; luego se trasladó con la artillería a la Loma de San Juan; previamente había dispuesto que dos prisioneros heridos que estuvieran en condiciones de hacerlo, ingresaran a la villa para que relataran lo acontecido en La Tablada.
Ufano con la victoria, La Madrid se dirigió nuevamente a Mateo Ramírez, informándole que sus comunicaciones dirigidas a Cotagaita, Cinti y Potosí, mediante las cuales pedía auxilios, habían sido interceptadas; y en una segunda intimación le decía: «Si el jefe que guarnece esta plaza no se rinde a discreción en el término de cinco minutos, será pasado a cuchillo, igualmente su tropa».
Ante su imponencia por mantener la plaza, Mateo Ramírez aceptó rendir sus armas con las condiciones de que se le concediesen los honores de la guerra, el uso de espadas a los oficiales y que fueren bien tratados los paisanos que habían sido obligados a tomar las armas a su favor.
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BATALLA DE LA TABLADA Y TOMA DE TARIJA[36]
Luis Paz
Tal era al estado de la insurrección popular del Alto Perú, cuando la expedición de La Madrid penetrando en su territorio, cortó la línea de comunicaciones de los invasores da Salta a la altura de Yavi. La Madrid, faltando a sus instrucciones, en vez de operar por el despoblado se inclinó sobre su derecha, dejó a su izquierda el río y la quebrada de Sococha y determinó dirigirse sobre Tarija, dando como causal de esta variación la falta de cabalgaduras para llenar aquel objeto[37]. «De éste modo -dice al historiador Mitre- una simple diversión se convertía en una verdadera operación de guerra ofensiva, sin base, sin plan y sin más objetivo que la buena o mala estrella del aventurero jefe de aquella expedición». La expedición de La Madrid, que tenía por segundo al mayor de artillería don Antonio Giles, partió de la plaza de Tucumán el 18 de marzo de 1817, con encargo de dirigirse a la ciudad de Oruro. A ocho días llegó al valle de San Carlos, donde la dio alcance un oficial de milicias de Tucumán, conduciendo 74 caballos de buen servicio y un oficio del general Belgrano en que decía a La Madrid que eran esos los únicos caballos buenos de que podía disponer.
En ese acto resolvió el jefe expedicionario variar la dirección, separándose de las instrucciones qua había recibido y contestó a su general diciéndole que él sabría proporcionarse las cabalgaduras necesarias en Tarija para una marcha tan dilatada y expuesta; y continuó su viaje tomando la dirección hacia los campos del Marqués de Yavi, por Casabindo, con el ánimo de atravesarlos y dirigirse a Tarija A la altura de Cangrejillos, una de las partidas de la expedición sorprendió un destacamento enemigo, el 8 de abril, que de Tupiza se dirigía con comunicaciones al ejército invasor de Salta, matando seis soldados y un oficial, de los doce que lo componían y tomando prisioneros al resto, sin que uno solo escapase.
Casi al mismo tiempo que La Madrid comunicaba al cuartel general de Tucumán esta primera hazaña de la expedición, le alcanzó una comunicación del general Belgrano, reprochando duramente su falta de cumplimiento a las instrucciones militares que le había dado. La Madrid se dio por ofendido, considerando injusto el reproche, y continuó su marcha, «resuelto a sacrificarse para hacer conocer a su general el acierto de su deliberación»[38].
Desde la altura de Cangrejillos tomó el rumbo del noroeste, y marchando con suma rapidez de día y de noche, trasmontó la sierra bajando la cuesta del inca, y entrando por la quebrada de Tolomosa, penetró al territorio de Tarija por la abra llamada Puerta del Gallinazo. Allí se le reunió el caudillo don Eustaquio Méndez, con más de 100 hombres de caballería, los más naturales de San Lorenzo. Éstos, conocedores del país, sirvieron desde allí de avanzada y secuestraron a más de 100 personas de ambos sexos, que encontraron en el camino, a fin de que no dieran noticia de su marcha.
Así avanzó cubierta por la vanguardia del guerrillero tarijeño la división expedicionaria de La Madrid, sin que se hubiese sospechado su presencia en aquellos lugares, hasta que el 14 de abril se presentó sobre las alturas que dominan la villa de Tarija[39].
BATALLA DE LA TABLADA Y TOMA DE TARIJA
La villa de Tarija estaba guarecida por un batallón de Granaderos del Cuzco, mandado por el coronel don Mateo Ramírez. Se habían levantado trincheras en los contornos de la plaza y estaban atrincheradas las principales entradas, «trincheras fuertes y bien construidas por dirección del mismo general La Serna». En el inmediato valle de Concepción estaba acampado un escuadrón, protegido por 50 hombres de infantería, del cual era jefe el teniente coronel don Andrés Santa Cruz, tan célebre después, quien por un accidente se hallaba aquel día en Tarija. La Madrid, en la dirección que llevaba, dejó a Concepción a su derecha, interponiéndose entre ambas fuerzas, y amagó a la villa por la parte del Este. En la quebrada colectó algunas cabalgaduras y pudo acelerar su marcha. El 14 avistó Tarija, y cuando se apercibió Ramírez que tenía fuerzas enemigas al frente, creyó que era una partida de Uriondo, y se apresuró a salir a su encuentro, diciendo: «Vamos a desparpajar a esos gauchos»[40].
En esos momentos la columna patriota descendía de La Tablada, cuando las tropas realistas empezaban a pasar el río, La Madrid mandó desmontar los cañones y formar en batalla su infantería, rompiendo el fuego, río por medio. Intimidado Ramírez por los cañonazos, se reconcentro a la plaza.
La Madrid ocupó el morro de San Juan que domina la villa, estableciendo en él sus dos piezas de artillería, ocupó los suburbios, e intimó rendición al enemigo, en estos términos:
Si en el término de media hora no se rinde usted a discreción, con la división de su mando, tanto usted como ella, serán pasados a cuchillo. Dios guarde a usted muchos años. Puerta de Gallinazo, abril 14 de 1817. Gregorio Araoz de La Madrid. Señor comandante de la guarnición de Tarija D. Mateo Ramírez.
La respuesta inmediata de Ramírez fue esta:
He recibido su oficio de usted en el que se me impone pena de ser pasado a degüello con la guarnición de mi mando, si en el término de media hora no me entrego a discreción. Los oficiales de honor solo por tirar cuatro tiros no se entregan a discreción; lo haré solo cuando me queden veinte hombres, y estos sin municiones útiles para batirse. Dios guarde a usted muchos años. Tarija, y abril 14 de 1817. El gobernador de esta plaza Mateo Ramírez-Señor D. Gregorio Araoz de La Madrid comandante de la división que se me presenta al frente en el campo de esta Villa.
Durante la noche del 14 de abril, continuó el fuego sobre la plaza y la caballería patriota ocupó todas salidas del pueblo, donde se situaron los guerrilleros tarijeños que se habían incorporado conducidos por sus caudillos. Dice el general La Madrid que esa noche fueron tomados varios chasquis que mandaba Ramírez a las fuerzas que guarnecían Concepción, y a las del general Vivero que se encontraba en el partido de Cinti, pidiéndoles auxilio, y que el teniente coronel don Andrés Santa Cruz, repetidas veces hizo inútiles esfuerzos para salir de la villa para traer las fuerzas de su comando[41].
Al día siguiente, l5 de abril, por la mañana, se presentó en el campo denominado de La Tablada, la fuerza de Concepción, que al ruido de los cañonazos acudía en auxilio de la plaza en número do 50 jinetes y 50 infantes. La mandaba el segundo de Santa Cruz, llamado Malacabeza. Anoticiado de ello La Madrid, dejó el asedio de la plaza a su segundo, el mayor don Antonio Gilés, y salió personalmente al encuentro de la columna enemiga al frente de sus húsares. Lo siguieron el capitán Lorenzo Lugones, sus ayudantes Manuel Cainzo y Victorio Llorente y algunos más que se incorporaron en el trayecto.
Los realistas de la villa ocuparon torres y techos para presenciar la contienda. Alistándose a salir de sus trincheras para atacar por retaguardia a La Madrid; pero los guerrilleros, que durante esa noche y el día anterior se incorporaron a la expedición, mandados por Uriondo, Méndez, Avilés y demás caudillos, ocuparon la cuenca del río Guadalquivir, batiéndose bravamente con los granaderos del Cuzco, sin dejarlos salir de sus trincheras. Sin el oportuno concurso de los caudillos tarijeños, hubiera sido tomada la retaguardia do los patriotas por las tropas de la plaza.
Cuando llegó La Madrid al sitio del combate se convenció de la superioridad del número de sus enemigos: la caballería se le venía encima, precedida de los infantes desplegados en tiradores. Entonces, mandó a su ayudante Llorente, con orden de pedir a Gilés destaque la primera compañía de húsares al mando de su capitán Mariano García.
Dice La Madrid, que comprendió él, que volver las espaldas en espera del refuerzo pedido era desanimar a sus soldados, que nunca lo habían visto sino cargando en primera línea, por lo que ordenó a Lugones que con 14 hombres ataque por la izquierda, y con los otros a Cainzo cargue por la derecha, y con el resto por el centro dando la voz de: «Carabinas a la espalda, sable en mano y a degüello, a ellos que son unos cobardes». Se lanzaron los patriotas como un huracán sobre los realistas. Agrega La Madrid, que en el destacamento enemigo venía un capitán Vaca, cinteño, al que conocía mucho, y que este al verlo y oír su voz dio media vuelta y echó a correr aterrado, que el escuadrón compuesto en su mayor parte de milicianos lo siguió en su huida.
El combate fue tan rápido, que cuando llegó al campo el capitán García con sus húsares, encontró que habían sido tomados 40 prisioneros. Recorriendo La Madrid al campo encontró 63 muertos, y agrega que él no perdió sino al negro herrador que marchaba a su lado y que solo tuvo cinco heridos[42]. Se distingue en este encuentro, el capitán Lorenzo Lugones, que en calidad de aventurero seguía la expedición. Regresó La Madrid envanecido de tan prodigioso y rápido triunfo, y se incorporó a Gilés que ocupaba al alto da San Roque con las tres compañías de infantería y las dos plazas de artillaría. Mandó a los prisioneros que estaban levemente heridos, que penetraran a la plaza y contaran el desastre qua habían sufrido, trasladándose él con la artillería al morro de San Juan. Acto seguido dirigió una segunda intimación a la plaza, previniendo al jefe de ella, que las comunicaciones en que pedía auxilios a Cotagaita, a Potosí y Cinti habían sido interceptadas, y la dio de plazo cinco minutos para decidirse.
El jefe español, olvidando su arrogante respuesta anterior, contestó que, aun cuando tenía fuerza suficiente para sostenerse, pedía capitulación, y se entregaba prisionero con su guarnición sin más condiciones que los honores de la guerra, garantías para los paisanos a quienes había obligado a tomar las armas, y el uso de la espada para los oficiales, con seguridad para sus bagajes.
En el acto contestó La Madrid, del Alto de San Juan, admitiendo la rendición de la plaza, bajo los tres artículos propuestos, «en la inteligencia de que ahora mismo deberá salir con toda la guarnición a rendir las armas al campo de las Carreras, situado al este del pueblo, con sus respectivos jefes y oficiales»[43].
En consecuencia, en el mismo día rindieron sus armas en el campo de las Carreras, 3 tenientes coroneles (entre ellos Santa Cruz), 18 oficiales y 274 soldados, siendo los trofeos de este triunfo 400 fusiles, 114 armas de toda especie, 5 cajas de guerra y muchos otros pertrechos militares.
El general Belgrano cuando recibió el parte de la toma de la importante plaza de Tarija, felicitó efusivamente a La Madrid por el éxito de su empresa, confiriéndole el grado de coronel efectivo, y premió con el ascenso de un grado a los que concurrieron a ella. Después de la rendición de la plaza, se dedicó el vencedor a reorganizar su división. Los patriotas tarijeños le proporcionaron caballos, armas, municiones y cuanto género de bagajes pudiera necesitar para proseguir la campaña. Sesenta jóvenes tarijeños voluntarios se incorporaron a la expedición, dándose de alta en el escuadrón Húsares.
Una vez que terminó sus aprestos el jefe patriota, y después de una permanencia de 20 días en Tarija, dejando el mando de la plaza y de la provincia toda a don Francisco Uriondo, el 5 de mayo de 1815 emprendió viaje con rumbo a Potosí, al frente de una división de más de 400 hombres de las tres armas, siendo acompañado de algunas partidas de guerrilleros con sus respectivos caudillos.
INJUSTICIA DE LA MADRID CON LOS CAUDILLOS TARIJEÑOS
Con razón dice el general Ramallo, que la lectura del parte oficial en que La Madrid da cuenta de su triunfo al general Belgrano entraña una injusticia que no sabemos cómo calificar.
En ese documento recomienda y aplaude la bravura de sus tropas, elogiando hasta a los cadetes que fueron con él desde el Tucumán, y no dice una sola palabra de la actitud resuelta y oportuna de los valerosos guerrilleros tarijeños que con él tomaron la plaza, contribuyendo eficazmente al éxito de la empresa.
Méndez, desde la cuesta del Inca, lo auxilió con 100 guerrilleros a caballo, con cuya cooperación pudo ocultar sus movimientos al enemigo. Fueron los guerrilleros de Méndez los que impidieron que persona alguna les tomara la delantera a Tarija, secuestrando en el camino a más de 100 personas de ambos sexos. Uriondo se incorporó el día 14 con 1000 montoneros de los comandos de Mendieta, Rojas y Avilés; estos hicieron el servicio de seguridad en los caminos y contornos de la villa, y no dejaron pasar a los emisarios que envió Ramírez a Concepción, Tupiza y Cinti. Conocedores de las más extraviadas sendas su vigilancia era irremplazable por los soldados de La Madrid, que no conociendo el terreno en el que operaban, no hubiera sido extraño que pasando los emisarios mandados por el jefe realista hubiesen acudido Lavín, 0’Relly, o Vivero en su auxilio, y La Madrid no hubiese podido conservar la plaza en su poder los 20 días que quedo en ella.
Por otra parte, el número de montoneros el día 15 fue abrumador, porque en la noche del 14 se incorporaron todas las partidas que merodeaban por esos contornos. Hemos visto cómo guardaron la retaguardia de La Madrid cuando fue al encuentro de las tropas reales a La Tablada, y es por eso que la rendición tan pronta de las trincheras obedeció al cúmulo de los montoneros que se presentaron alrededor de ellas, porque Ramírez pudo haberse batido sin mucho esfuerzo con los soldados de La Madrid, cuyo número apenas superaba al de la guarnición, siendo en mucho superior en calidad y disciplina la de los renombrados granaderos del Cuzco.
Por temor a los montoneros, al verlos en tan gran número y apoyados por las tropas de línea, dictó Ramírez el artículo 3°. del tratado que como capitulación mandó a La Madrid, que decía: «que entre a la plaza sólo las tropas de línea», precisamente porque los realistas temían a los montoneros más que al fuego, porque estos no daban ni recibían cuartel, y tenían muchos agravios que vengar. Por esto, quiso Ramírez capitular cuanto antes con el héroe argentino, quien en justicia debió haber dicho algunas palabras de aliento, elogiando la conducta valerosa y patriota de los hijos de Tarija, que tan esforzadamente coadyuvaron a su victoria. Pero no se ve en el parte una sola palabra de justicia para ellos, y ni siquiera se menciona su concurrencia[44] a la toma de la villa de Tarija, cuya plaza quedó a cargo de ellos cuando para proseguir su campaña la desocupo La Madrid[45].
PRIMEROS RESULTADOS DE LAS VICTORIAS DE LA MADRID EN TARIJA
La noticia de la rendición de Tarija, fue la primera que tuvieron los realistas de la expedición argentina, y cayó como un rayo en las provincias del Alto-Perú. La fama abultó su importancia, dando a La Madrid un cuerpo de tropas de dos mil hombres, suponiendo una combinación con el ejército de Tucumán, por la vía de Orán, lo que hizo cundir por todo el país la alarma en unos y la esperanza en otros. Los jefes españoles, completamente sorprendidos, en la ignorancia de la suerte del ejército de La Serna, en medio de poblaciones dispuestas a la insurrección, podían contar por lo pronto con las guarniciones fijas de Potosí, Chuquisaca y Cotagaita, y algunas columnas volantes sobre Cinti y el río San Juan, que reunidas alcanzaban a 1800 hombres de línea, diseminados desde Tupiza hasta Tarabuco.
El general Ricafort, que mandaba en Potosí, que había sido el verdugo de los americanos en el Cuzco y La Paz, era empero un militar inteligente y resuelto, y fue el primero que se puso en campaña al frente de un batallón y varios piquetes, con cuya fuerza se adelantó hasta Tupiza. O’Relly, con dos batallones y una compañía de caballería, ocupó sucesivamente las alturas de Cinti con una columna volante.
Estos movimientos mostraban que los jefes esperaban un ataque de frente, y que precaviéndose contra él, extendían su línea defensiva, esquivando su izquierda en previsión de un avance por Cinti, a fin de mantener así el dominio del camino de comunicaciones con Humahuaca, a la vez que proteger a Chuquisaca.
La Madrid por su parte, como queda dicho, remontó su columna con 60 voluntarios tarijeños y 130 prisioneros cuzqueños, y dispuso que los grupos de partidarios que se le habían reunido y los insurrectos de Cinti se adelantasen a entretener a Ricafort, O‘Relly y Lavin, llamando su atención. En seguida encomendó a Uriondo la defensa de Tarija, y se puso en campaña con el grueso de su fuerza en dirección a Potosí, desistiendo de su primera idea de operar por Cinti, donde a la sazón se hallaba el coronel Azebey al frente de la insurrección patriota, al que dio orden de buscar su incorporación[46].
Lanzándose La Madrid por caminos extraviados, trasmontó las sierras, con su artillería a brazo y sus caballos de la rienda, y maniobró hábilmente entre las dos columnas enemigas, poniéndose a retaguardia de ellas. Ricafort, reforzado con la columna que desde Jujuy había despachado La Serna custodiando el correo, fue el primero que se apercibió de esta estratagema, y acudió prontamente a cubrir a Potosí. Sabedor La Madrid de este movimiento por las comunicaciones que había interceptado, y de que una columna al mando del comandante Ostria debía marchar en auxilio de Chuquisaca, tomó a la altura de los baños termales de Don Diego el camino que desde Potosí conduce a aquella ciudad. A mediados de mayo La Madrid atravesaba el Pilcomayo, habiendo franqueado más de 80 leguas sin ser sentido, al mismo tiempo que O‘Relly, que quedaba a retaguardia de su derecha, anunciaba oficialmente que lo tenía a la vista.
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¿DEBEMOS FESTEJAR EL 15 DE ABRIL COMO EFEMÉRIDE TARIJEÑA?[47]
Octavio O’connor D’arlach
Cronistas e historiadores nos cuentan que el 14 de abril de 1817, al rayar el alba, se presentó, en las alturas de Tarija, la expedición comandada por el teniente don Gregorio Aráoz de La Madrid, enviado por el Gral. Belgrano, desde Tucumán, para amenazar Tupiza y Cotagaita y penetrar hasta Oruro, que era la base de las operaciones del ejército realista del Alto Perú, a fin de facilitar las maniobras de los caudillos patriotas.
La Madrid al saber que era crítica la situación en que se encontraba el coronel Ramírez que ejercía, aunque transitoriamente, el cargo de Gobernador de Tarija, constantemente hostigado por las partidas de guerrilleros comandadas por Uriondo, quiso aprovechar esa circunstancia para ingresar a Tarija y proveerse de cabalgadura suficiente.
Tarija estaba rodeada de trincheras y estaban fortificadas las principales entradas a la ciudad. El Gobernador Ramírez disponía de un batallón de los famosos “Granaderos del Cuzco”, además en el valle de Concepción estaba un escuadrón de 80 jinetes y 50 infantes a órdenes del comandante Santa Cruz más tarde Presidente de la República.
En la cuesta del Inca se había unido a La Madrid el guerrillero Eustaquio Méndez y juntos habían marchado hasta Tarija. Es indudable que el infatigable guerrillero quiso aprovechar la oportunidad para dar uno de sus golpes al gobernador realista.
Por su parte La Madrid no pudo menos de sentirse halagado por la proposición de tomar bajo su mando los contingentes patriotas, obtener una victoria que se le brindaba y cumplir, además, la misión que le había encomendado el Gral. Belgrano.
Desde lo alto de San Roque La Madrid, a sugerencia de uno de los guerrilleros, envió un ultimátum a Ramírez conminándolo a que se rindiera en el término de media hora. Ramírez rechazó airado esa proposición. Por otra parte, informaron los guerrilleros a La Madrid de que en el valle de Concepción existía un cuerpo de tropas patriota. Dejando dicho pueblo a la derecha, se interpuso entre las fuerzas realistas de Tarija y las de Concepción. Se dirigió luego a la villa de Luis de Fuentes, amagándola por el Este.
Durante la noche del 14 de abril continuó el fuego sobre la plaza y la caballería patriota ocupó todas las alturas del pueblo, donde se situaron los guerrilleros que se incorporaron conducidos por sus caudillos, de manera que Tarija estaba completamente cerrada, siendo imposible salir de ella.
Al amanecer del día 15 de abril, los guerrilleros informaron a La Madrid de que un destacamento de tropas avanzaba por el camino que lo trajo el día anterior. La Madrid se dirigió a La Tablada con los húsares que se presentaron al paso.
Los realistas de la villa ocuparon torres y techos, alistándose para presenciar la contienda y a salir de sus trincheras para atacar por retaguardia a La Madrid, pero los guerrilleros mandados por Uriondo, Méndez y demás caudillos, coparon la cuenca del río, batiéndose bravamente con los granaderos del Cuzco, sin dejarlos salir de sus trincheras.
El combate fue rápido. En el campo quedaron 65 muertos y los patriotas sólo tuvieron uno. Finalmente, Ramírez aceptó rendirse a condición de que se recibieran prisioneros a los vencidos, con los honores de la guerra. Aceptadas las condiciones propuestas, se presentaron en el campo llamado de “Las Carreras” 300 hombres con sus jefes y oficiales, y rindieron sus armas ante la bandera argentina.
Tal es la narración en la que están de acuerdo los cronistas e historiadores. De ella se deduce que los héroes de las jornadas del 14 y 15 de abril fueron los guerrilleros tarijeños y que La Madrid logró cosechar los laureles, omitiendo expresar el más pequeño reconocimiento a los que se los brindaron, pues, como dice el Gral. Ramallo,
... en el parte que pasó, desde Tarija, al Gral. Belgrano, debió haber dicho algunas palabras de aliento, elogiando la conducta tan noble de los hijos del Departamento de Tarija, que tanto hicieron por alcanzar la victoria. Pero no se ve en el Parte, una sola palabra para ello y ni siquiera se menciona su concurrencia a la toma de la Villa de Tarija, cuya plaza quedó a cargo de ellos, al proseguir La Madrid la misión que le encomendó el Gral. Belgrano.
Ahora bien, ¿deberíamos los tarijeños dejar de festejar el 15 de abril, para sustituir por otra esta efeméride? Eso sería adoptar también nosotros la actitud de La Madrid hacia nuestros heroicos guerrilleros, sepultando en el olvido sus inolvidables hazañas del 15 de abril de 1817. Creemos pues, que el festejo de esta efeméride debemos mantenerlo en honor a nuestros guerrilleros, haciendo abstracción de La Madrid..
7
EL CORONEL MELCHOR DAZA
UN HÉROE OLVIDADO DE LA BATALLA DE LA TABLADA[48]
Eduardo Trigo O’connor D’arlach
Entre los héroes de la batalla de La Tablada, el 15 de abril de 1817, cuyos nombres han sido cubiertos por el olvido y la ingratitud, figura el del coronel Melchor Daza quien tuvo una destacada actuación a lo largo de la lucha por la emancipación americana y luego en la fundación de la República de Bolivia.
Los actos sobresalientes de la vida militar y administrativa de este prócer han sido rescatados por su descendiente el historiador, abogado y periodista Ernesto Daza Rivero, quien recientemente ha publicado su biografía basada en abundante bibliografía y documentación conservada por su familia.
Esta obra, que sirve de base para esta reminiscencia histórica, permite acercarse al héroe y conocer su participación en acontecimientos que fueron decisivos para el nacimiento y consolidación de la vida republicana.
Melchor Daza, nacido en Potosí, muy joven se incorporó al Primer Ejército Auxiliar Argentino. Enrolado en el regimiento Húsares de la Patria abrazó la carrera militar que fue la característica más sobresaliente de su vida pública.
Después de la derrota de Huaqui se trasladó al norte argentino donde se desempeñó con eficiencia bajo las órdenes de Manuel Belgrano en las batallas de Tucumán (24 de septiembre de 1812) y de Salta (20 de febrero de 1813). En esta última fue ascendido al grado de Capitán.
Formó parte de las tropas argentinas que sufrieron las derrotas de Vilcapujio y Ayohuma. Después de estos sucesos fue destinado a Salta donde estuvo bajo las órdenes de Miguel Martín de Güemes; quien lo envió con el grado de Teniente Coronel a la Laguna, tras la muerte del caudillo Manuel Ascencio Padilla.
Estuvo en la célebre batalla de Pichincha, en la que comandó el batallón argentino Cazadores a Caballo. La victoria alcanzada el 22 de mayo de 1822, constituyó uno de los grandes hitos de la emancipación de la América hispana.
En 1817 llegó a Tarija dentro de la hueste que comandaba Gregorio Araoz de La Madrid, que alcanzó un notable triunfo en la célebre batalla de La Tablada el 15 de abril de ese año.
El jefe argentino en informe elevado al general Manuel Belgrano le decía entre otros conceptos:
La bravura de todos los oficiales y tropa, los hace acreedores a especial consideración de Vuestra Excelencia, pues desde que tengo el honor de militar bajo las órdenes de la Patria aseguro a Vuestra Excelencia... que no he visto batirse jamás con igual energía, porque todos a porfía se han distinguido en cuantos puntos han sido destinados... Mis ayudantes Don Manuel Cainzo, Don Melchor Daza y Don Manuel Rico, lo mismo que mi segundo benemérito sargento mayor Don Antonio Giles... han desempeñado sus funciones con el valor y denuedo debido...
Como se sabe Araoz de La Madrid fue muy injusto al no mencionar en su informe a los tarijeños y a sus heroicos caudillos que sitiaron a las fuerzas españolas impidiéndoles salir de la villa de San Bernardo, garantizando de esta manera la victoria patriota en los campos de La Tablada.
Daza al concluir la guerra por la independencia estuvo en la batalla de Tumusla al frente del regimiento Cazadores a Caballo. El triunfo del 12 de abril de 1825 significó el fin de la presencia realista en esta parte de América.
En la vida civil también tuvo una descollante actuación. Fue elegido por Potosí a la Asamblea Deliberante que convocó Antonio José de Sucre; en tal condición firmó el Acta de la Independencia del Alto Perú del 6 de agosto de 1825 que dio lugar al nacimiento de la República de Bolivia.
Por su patriotismo, en la vida republicana nuevamente fue llamado al servicio de las armas: Estuvo en las batallas de Yanacocha, Socabaya e Ingavi. Murió en Potosí el 12 de junio de 1866. Dejó un legado de patriotismo que le hace acreedor al reconocimiento nacional.
[35] Eduardo Trigo O'Connor d'Arlach. «La batalla de La Tablada». (Tarija: s.f.). 5 p. (mss.). [T]
[36] Luis Paz. Historia General del Alto Perú hoy Bolivia. Sucre: Bolívar, 1919: II, 483-491. [T]
[37] Memorias del general Gregorio Araoz de La Madrid, publicación oficial, Buenos Aires, 1895, t. I, pág. 116. [P]
[38] Memorias ya citadas, t. I, págs. 117 y 118. [P]
[39] Urcullo, Apuntes, pág. 104, dice que el 4 de mayo de 1817, cincuenta dragones mandados por el capitán Juan José García, batieron y tomaron prisionero un escuadrón de cien hombres, que se replegaban a la villa de Tarija al mando del capitán don Andrés Santa Cruz, y que el día 5 llegó La Madrid a Tarija. Las dos fechas, que han repetido todos nuestros historiadores, son inexactas, correspondiendo al 14 y 15 de abril de 1817; como es inexacto que cayó prisionero Santa Cruz, quien se hallaba en Tarija. Tenemos a la vista los partes de La Madrid, fechado en Tarija el 18 de abril, el del general Belgrano, de Tucumán, de 26 de abril, el de don Bernabé Araoz, gobernador de Tucumán, fecha 2 de mayo, la carta de La Madrid a don Bernabé Araoz, de Tarija el 18 de abril, el parte del capitán José Alejandro Carrasco, de Tarija, 17 de abril, otro parte de Belgrano, de Tucumán, a 3 de mayo, el parte del general don Francisco de la Cruz, de Tucumán, el 1°. de mayo, y los oficios de intimación de La Madrid y las respuestas del comandante de la guarnición de Tarija don Mateo Ramírez. Todos estos documentos están publicados en los Partes Oficiales, etc., obra ya citada, t. II, pág., 416 y siguientes. [P]
[40] Memorias de La Madrid, t. I, pág. 118. [P]
[41] Memorias, t. I, pág. 119. [P]
[42] Memorias, t. I, págs. 120 y 121. Citamos a La Madrid, de valor heroico innegable, pero cuya relación exagerada y jactanciosa inspira poca confianza. En sus Memorias dice que fueron 63 los muertos del enemigo, y en su parte 65. [P]
[43] Son varias las contradicciones que se encuentran entre el parte oficial y las Memorias del mismo La Madrid. En su parte dice que hizo la segunda intimación a la plaza con el capitán García, y en sus Memorias, que mandó a su ayudante Manuel Cainzo. Cualquiera que haya sido, es de suponer que fue también el portador de la repuesta del jefe de la plaza; pero, en sus Memorias, t. I, pág. 122, dice que el jefe enemigo en persona se le presentó en compañía del ayudante Cainzo, con el pliego de proposiciones de capitulación, lo que es inverosímil, y no hace referencia alguna de hecho tan nota-ble en su parte oficial. [P]
[44] Leyendo el Parte de La Madrid, encontramos que apenas hace mención del capitán de gauchos de Santa Victoria, José Antonio Ruiz, y de los capitanes Esteban Garay, de las milicias de San Luis de las Salinas, y Matías Guerrero, de la de San Lorenzo. Al concluir, dice: «El Capellán Dr. D. Agustín de la Serna, no se ha separado de mi lado y me ha servido de mucho». [P]
[45] Rectificación histórica. Batalla de la Tablada, por Miguel Ramallo. [P]
[46] Cuando Mariano Acebo era jefe de partidarios en Cinti, Asebey que se hallaba al lado de Güemes, fue nombrado por éste en noviembre de 1817 jefe de la Laguna en sustitución de Padilla y Belgrano confirmó el nombramiento, pidiendo para él el grado de coronel de milicias, que le otorgó el gobierno. Asebey fue hasta Cinti y regresó enfermo a Orán, siendo nombrado entonces, don Esteban Fernández jefe de la insurrección de las fronteras. Cuando Fernández marchó a Pomabamba, Asebey pasó a Cinti y relevó a Acebo en el mando de los partidarios de este punto, y allí se hallaba cuando tuvo lugar la expedición de La Madrid a quien se incorporó después, como se verá. [P]
[47] Octavio O'Connor d'Arlach. "Debemos festejar el 15 de abril como efeméride tarijeña?". Cántaro. (Tarija). 188 (abr. 15, 2000): 1-2. [T]
[48] Eduardo Trigo O'Connor d'Arlach. "El Coronel Melchor Daza. Un héroe olvidado de la batalla de La Tablada". Cántaro. (Tarija). 483 (abr. 15, 2012): [1]. [T]