Todo sobre las amígdalas
Las amígdalas consisten en extensiones de tejido linfoide que encontramos situadas en la faringe. Constituyen el conocido como anillo de Waldeyer, donde los linfocitos entran rápidamente en contacto con los diferentes gérmenes patógenos que hayan podido penetrar tanto por la nariz como por la...



Las amígdalas consisten en extensiones de tejido linfoide que encontramos situadas en la faringe. Constituyen el conocido como anillo de Waldeyer, donde los linfocitos entran rápidamente en contacto con los diferentes gérmenes patógenos que hayan podido penetrar tanto por la nariz como por la boca. Básicamente consisten en una acumulación de tejido linfático que se encuentran situados a ambos lados de la garganta.
A tomar en cuenta
En el caso de las más populares son también conocidas con el nombre de tonsilas o médicamente con el nombre correcto de amígdalas palatinas, aunque ¿sabías que en realidad también tenemos otros tipos de amígdalas? De hecho, dependiendo del lugar donde las amígdalas se encuentren reciben en realidad distintos nombres.
Consisten en dos masas que encontramos situadas en la parte posterior de la garganta, cerca de la entrada de las vías respiratorias donde precisamente son capaces de atrapar los distintos y diferentes gérmenes causantes de las infecciones. Y esa es, sobre todo, una de sus principales funciones: la de proteger a nuestro organismo frente a las infecciones causadas por virus y bacterias.
De hecho, todas poseen una ubicación estratégica, convirtiéndose así en el primer grupo de defensa contra todos aquellos gérmenes que hayamos ingerido o inhalado. Esto es debido a que, tal y como creen muchos científicos, las amígdalas forman parte de nuestro sistema inmunológico, siendo capaces de filtrar gérmenes que tratan de invadir nuestro organismo, y ayudando a su vez al desarrollo de anticuerpos útiles contra los gérmenes.
Curiosamente esta función es de vital importancia durante los primeros años de vida, que es cuando se realiza. Sin embargo, según van pasando los años y a medida que el niño crece, esta importancia va desapareciendo poco a poco. Es decir, intervienen de forma importante en la defensa de nuestro organismo y la lucha contra la enfermedad en etapas tempranas de la vida, pero poco a poco dejan de tener esta misión.