Luis Alberto Sánchez, un soldado que fue leal a Evo



Luis Alberto Sánchez hizo toda su carrera profesional dentro de Yacimientos. El mismo explicó que entró a la institución como asistente de un fiscal de campo y acabo siendo vicepresidente de Contratos y Fiscalización con sede en Villa Montes. De ahí saltó al Ministerio de la mano de Evo Morales, que siempre fue su gran valedor.
En su defensa cabe decir que Sánchez recibió una misión y básicamente se dedicó a ejecutarla. Su formación de base es la Administración de Empresas en la UAJMS, donde precisamente no se impartían conocimientos marxistas ni pegados al pachamamismo.
En su pragmatismo, abrió todas las puertas para lograr el objetivo de tener más reservas y más producción, que era la única manera de abrir más mercados y completar los proyectos de industrialización sin descuidar el gasto en el aparato y proselitismo de Estado. Así, el fracking, el biodiésel transgénico o la exploración en áreas protegidas se empezó a ver como normal.
Al mismo tiempo cambió el paradigma que se venía posicionando desde 2006. La industrialización quedó en segundo plano y su lema fue: Bolivia, corazón energético de Sudamérica, es decir, se recuperó la idea de la exportación de materia prima o, como mucho, transformada en energía en termoeléctricas convencionales.
A Sánchez le tocó administrar un periodo complicado, de precios a la baja: se empezaron a hundir desde los 100 dólares a finales de 2014 y tocaron fondo en enero de 2016 a 30 dólares por barril para subir muy lentamente después hasta los 70, pero la producción nacional nunca logró volver a los 60 millones de metros cúbicos.
El 10 de noviembre de 2019, en cuanto Morales pidió a sus ministros que renunciaran, el presentó su carta. Fue tal vez el primero en hacerla pública. No hubo marcha atrás. Tampoco hubo embajada donde refugiarse. Se quedó en Tarija y hay quien señala que hizo de nexo con Víctor Hugo Zamora, su sucesor en la cartera, para que todo se traspasara sin sobresaltos.
Hoy sigue viviendo en Tarija, administrando una ferretería y en silencio sepulcral.