Los sueños de San Roque
Los santos están vivos
De las ciencias que estudian el mundo sobrenatural, las que mas me agradan no son las que buscan determinar su existencia, sino aquellas que analizan su impacto en la sociedad humana



El anterior domingo, para la fiesta de San Isidro Labrador les pregunté a don Rómulo y a don Adrián si no escuchaban cómo el santo les estaba hablando, porque a mi me estaba reventando las orejas. Era como si estuvieran hablando por altavoz, él y la virgen. Recuerdo cómo todavía en mi camino de regreso los seguía escuchando fuerte y claro, en la lejanía. Este es un fenómeno que como antropólogo me resulta normal. Mi campo de investigación tiene que ver con creencias, y las creencias religiosas populares están pobladas de vírgenes y santos que le hablan a la gente, que se enojan y se alegran, que crecen o se vuelven tan pesados que no los pueden sacar de la iglesia. Santos que llaman los vientos y atraen la lluvia, santos que deciden quedarse a vivir en algún lugar y que curan a la gente. San Roque es uno de ellos.
Don Félix me cuenta que el San Roque del Lazareto era para Tarija. Lo trajeron por el camino de la patanka y se quedaron a pasar la noche en el Lazareto. Al día siguiente cuando quisieron seguir camino el santo se negó, volviendo cada vez que se lo querían llevar. Hasta que decidieron construirle una capilla en la comunidad, al borde del camino. Pero ni siquiera allí quiso ir: cuando lo estaban por llevar se derrumbó la capilla que le habían preparado. Terminó viviendo en la casita donde descansó la primera noche.
Lo mismo le pasó al San Roque de Reynecillas: era para Tarija. Lo habían fabricado en el Cusco y lo estaban trayendo a pie en una urna de madera amarrada a la espalda. Se quedaron a descansar a orillas del San Juan del Oro, en el pueblo de Reynecillas. Dejaron la imagen sobre una roca plana, a la sombra de un algarrobo. Al día siguiente se cargaron el santo al hombro y subieron hasta Tajzara. Cuando despertaron no había el santo. Lo buscaron por todos lados, hasta que volvieron al lugar donde habían pasado la noche anterior y lo encontraron sobre la piedra plana. Intentaron una segunda vez, pero cuando volvió supieron que ahí se quería quedar. Le construyeron su iglesia y nunca mas se movió. Mucho tiempo después trataron de llevarlo a otra comunidad y no pudieron sacarlo, porque cada vez que llegaba a la puerta soplaba un viento huracanado que volteaba a las personas. Una vez se enojó y se volvió tan pesado que no lo pudieron sacar en procesión.
La virgen de las Mercedes de Erquiz también sabe enojarse. Su día es el 24 de septiembre, pero en Erquiz la festejan el segundo domingo de octubre. Esto tiene su historia. Dice que después de que la aceptaron y le empezaron a bailar, los chunchos se enojaron y se pelearon entre ellos. La dejaron a la virgen abandonada y se fueron cada uno por su lado. Entonces llegó una granizada tal que no dejó árbol en pie. Desde entonces le bailan en octubre y ya no le fallan. Años después un quenillero se enojó con los chunchos y se fue a tomar solito a la chichería. ¿Imaginen qué? Volvió a granizar.
El San Isidro de Erquiz también tiene su historia. Una vez hubo sequía, así que decidieron sacarlo en rogativa hacia El Rancho. La cosa es que cuando llegaron al Rancho vinieron las gentes de Sella y se lo llevaron hasta allá. Y de Sella se lo llevaron al Monte. Tardó tres días en volver y cuando estaba llegando se largó una hermosa lluvia. Le hicieron la rogativa tres años seguidos.
El muñador de San Jacinto en Reynecillas es el que lo saca a recorrer la comarca durante todo el mes previo a la fiesta de San Roque. San Roque y San Jacinto tienen su fiesta el mismo día: el 16 de agosto. San Roque es el patrón y San Jacinto es el peón. Resulta que el muñador le comentó a don Benito que todos los días al amanecer lo despertaba el santo. “¡Arriba, ya está saliendo el sol! Tenemos harto camino todavía por recorrer. El mundo nos espera” Este muñador lo acompañó hasta que murió de viejo.
No conozco ningún promesante de la fiesta grande de San Roque en la ciudad de Tarija sin una historia de curación milagrosa. Algunas veces son curaciones simples que se podrían interpretar como casualidades, pero otras veces son historias dramáticas de enfermedades incurables y pacientes desahuciados que solo pueden ser explicadas como milagrosas. Y dicen que la nueva imagen no mira con los mismos ojos que el San Roquito original que está guardado en la iglesia.
Como antropólogo no puedo afirmar que estas historias sean verdaderas. Pero yo los escucho a los santos, y mas de una vez lo he visto a San Roque en Tarija y la he visto caminar a la virgen de Purísima en Tojo. Claro, no espero que nadie me crea. Pero lo que si puedo jurar como verdad científica es que la gente cree en estos santos, y que la devocionalidad popular se basa en este tipo de historias.