Una solución creativa y empática
Padrinos del internet, el milagro en el barrio San Luis de Tarija
Cómo garantizar que un núcleo escolar continúe activo? Muchos exigieron ítems, fibra óptica y hasta computadoras. Más la respuesta para vecinos y maestros de la unidad educativa San Luis nunca estuvo en el Gobierno
Y sin conocer siquiera su nombre, la forma de su rostro o su edad, Mariel desde hace meses atrás se convirtió en madrina. Quién es su ahijada o ahijado, no lo sabe, pero de algo si está segura, con su contribución alguien en algún rincón de San Luis, El Temporal u otra comunidad aledaña, recibe mes a mes una oportunidad para seguir estudiando.
Todo empezó en 2021 cuando el Ministerio de Educación confirmaba un año más de la modalidad virtual pero, nuevamente sin considerar la brecha de pobreza y sin acciones claras para disminuirla permitía que la desigualdad ahondara en la deserción escolar.
¿Cómo garantizar que un núcleo escolar continúe activo? Muchos exigieron ítems, fibra óptica y hasta computadoras. Mas la respuesta para vecinos y maestros de la unidad educativa San Luis nunca estuvo en el Gobierno ni en las autoridades de turno.
Según el último informe del Banco Mundial. En Bolivia, este organismo calcula que la tasa de deserción escolar podría rondar el 20 por ciento, situando al país como uno de los de mayor abandono escolar en América Latina y el Caribe en pandemia.
"Internet para los niños de la Unidad Educativa San Luis" decía la imagen que recorrió los grupos de WhatsApp en abril, y cuando la convocatoria se había extendido, hasta personas de otros barrios de Tarija decidieron convertirse en madrinas y padrinos.
Este proyecto social primero identificó a quienes serían los beneficiarios, para ello las maestras y maestros de este colegio empezaron a conocer de cerca la situación económica y social de sus estudiantes, desde el kínder hasta sexto de secundaria.
Este primer paso, implicó llamadas e incluso que llegaran hasta la casa de los menores de edad para interiorizarse de la situación real en la que se encontraban viviendo. Fue allí, que se dio una relación profunda que casi jamás había existido cuando las clases eran presenciales.
"Vimos familias viviendo en extrema pobreza, con hasta cuatro hijos en la misma escuela y un solo celular. Los padres son peones, las mamás también trabajan y no es que no quieran que no estudien las wawas, pero no hay los medios" señala el director de la unidad educativa San Luis, Cliver Gallardo.
Una vez generadas las listas, la junta de padres de familia, la presidenta de ese barrio y vecinos, entre ellos Mariel Paz, se movilizaron para que 65 ahijados encuentren una familia que los apadrine.
El reto y el compromiso que asumió cada uno de ellos, fue el de enviar cada mes una recarga de crédito por el valor de 40 bolivianos al maestro encargado de la unidad educativa, éste es quien se encarga de reenviar los pines a los tutores de cada curso y éstos a su vez a los ahijados.
Se creó todo un flujo de movimientos para que las recargas lleguen a sus beneficiarios finales, más, es importante resaltar que la seguridad de niños, adolescentes y jóvenes prima en esta iniciativa. Pues, en ningún momento es permitido que el padrino o madrina tome contacto con el estudiante al que ayuda. La identidad de ambas partes es desconocida, incluso existe un comité que vela porque las acciones sean totalmente transparentes.
Cada ahijada o ahijado activa su día de doble carga, de modo que, el crédito por Bs 40 se duplica a 80, garantizando su conexión a las clases virtuales.
Esta iniciativa logró garantizar que el 95% de 380 estudiantes de la unidad educativa San Luis sean regulares en sus clases virtuales, dejando atrás el abandono escolar a causa de la pobreza.
Este colegio rural y olvidado de alguna forma por la ciudad, no sabía que contaba con un tejido social tan fuerte que, aunque no garantizó la presencia de pequeños en sus aulas, aseguró el acceso a la educación como un milagro, como un derecho frente a la pandemia mundial.