Ardaya, el cerebro del Gerente
Tarija despide hoy a un Gerente con mayúscula, a un tipo con vocación de servicio, a un hombre que aprendió a canalizar su soberbia intelectual , a un magnífico seleccionador de personal, a un negociador implacable e incansable, a un soñador pragmático, a un tarijeño.



Rubén Ardaya era un ser político por sobre todas las cosas, y también un tipo feliz. Había sido padre en su madurez justo a la vez que ocupaba su lugar vital en el mundo con la naturalidad de los líderes y de los intelectuales, esos que saben lo que tienen que hacer y disfrutan haciéndolo. Hacía 25 años que había decidido que lo suyo no era pelear como autoridad electa y que amaba la gestión pública, a lo que se dedicó en cuerpo y alma - cuando le dejaron - y que por eso había encontrado su espacio al frente de la cartera de Gestión Institucional en la Gobernación de Adrián Oliva.
Con su acento medio chaqueño medio camba, sociólogo y estudioso de la descentralización y sus beneficios, Ardaya, después de una sólida trayectoria entre Ministerios y secretarías de planificación y participación, se convirtió en un militante de la autonomía tarijeña. Trabajó con Mario Cossío en sus primeras gestiones en la Prefectura y como muchos de la época, se vio obligado a salir del país cuando el Gobierno de Evo Morales estrechó el círculo contra sus opositores exhibiendo causas de corrupción jalando de cualquier hilo.
Tras unos años en el Paraguay, Ardaya retornó a Tarija, asumió defensa convencido de que era inocente, pero además, capaz de revertir la situación en los tribunales pese al contexto, y así lo hizo. Limpio de polvo y paja y aun con ofertas de ONG y Fundaciones de todo tipo y color, quienes lo conocían sabían que más temprano que tarde se sumaría a la Gobernación, porque su pasión real era la Gestión Pública y no las tan jugosas como inútiles consultorías ocasionales.
Entró al equipo de Oliva en su primera remodelación de Gobierno en 2016, luego de que ya se había roto la alianza con los antiguos cuadros de la gestión de Mario Cossío para aportar conocimiento y experiencia. Con todo, Ardaya recibió el respaldo unánime para asumir la cartera en cuestión, que a la vez se convirtió en un gran cajón de sastre donde iban cayendo todos los asuntos complejos que requerían análisis y negociaciones de alto nivel.
Ardaya pasó a ser el cerebro pensante y negociador del Plan de Rescate primero, que posicionó la crisis en Tarija, identificó culpables y soluciones, y en el responsable de las negociaciones del Pacto Fiscal nacional después. En su empeño por llevar las discusiones hacia el terreno de los datos y sacarlo del de la testosterona, Ardaya impulsó estudios que derivaron en el Censo Departamental; en el Índice de Pobreza Multidimensional, el del bienestar y otros indicadores que realmente convierten a Tarija en un departamento que se conoce a sí mismo por los datos y no solo por la historia o los pálpitos.
Su última batalla fue contra el Covid, que como en una tragedia griega, se lo ha llevado por delante. Desde la presidencia del COED impuso racionalización a las cuarentenas secantes que decretó el Gobierno de Áñez, apostó decididamente por las pruebas rápidas para frenar los contagios, contribuyó a armar el dispositivo hospitalario de emergencia – único que no ha colapsado en Bolivia – y, estudioso él, acabó manejando datos mejor que los epidemiólogos, algo que solía hacer con casi todo y que acababa enervando a los teóricos expertos, a los que llevaba al límite y exigía intensamente. Su última apuesta fue por la compra independiente de vacunas contra el Covid, entendiendo que Tarija podía hacerlo más rápido y mejor sin esperar al Gobierno Nacional, que evidentemente no avanza.
Tarija despide hoy a un Gerente con mayúscula, a un tipo con vocación de servicio, a un hombre que aprendió a canalizar su soberbia intelectual hacia la pedagogía y la disciplina de trabajo, a un magnífico seleccionador de personal que supo captar y promocionar a jóvenes valores, a un demócrata intransgiente, a un negociador implacable e incansable, a un soñador pragmático, a un tarijeño.
QEPD