Se constituyeron en una herida abierta en Todos Santos
Los fallecidos por Covid, sus mesas, misas y recuerdos
Las mesas como la de Justina Sotelo, que murió hace 20 días por Covid a los 40 años, se levantaron en las casas de todos sus hermanos, pero también de sus padres, aquellos ancianos de más de 80 años que siempre desearon que sus hijos los entierren primero



El día de Todos Santos y de los difuntos llegó en medio de una caótica situación, pues nunca antes tantísimas familias habían perdido a sus seres queridos de una manera tan inexplicable y dura. La mayoría no pudo despedirse de ellos, no hubo entierros como los tradicionales y el duelo tan improvisado se abrió entre miles de interrogantes, miedo y desamparo.
Las mesas como la de Justina Sotelo, que murió hace 20 días por Covid a los 40 años, se levantaron en las casas de todos sus hermanos, pero también de sus padres, aquellos ancianos de más de 80 años que siempre desearon que sus hijos los entierren primero, pero nunca no al revés. “Estas fechas duelen, la pérdida es reciente” dice Florentina Farfán, mientras aprieta la mano de Paulino Sotelo, su esposo, quien “a la antigua contiene las lágrimas, pero tiembla”.
El domingo el Ministerio de Salud reportó 76 contagios nuevos de Covid-19, con un total acumulado de 141.833 casos y el número de fallecidos subió a 8.731 con 6 decesos registrados en las últimas horas.
Pero detrás de esos más de 8 mil fallecidos, hay historias de dolor y luto. A nivel internacional en países como Perú, región que posee la tasa de mortalidad más alta en el mundo por la pandemia, se recordaron a las decenas de miles de personas que han fallecido por Covid-19, éstas fueron homenajeadas en un misa celebrada por todos los obispos de la región Lima y del Callao en la Plaza de Armas de la capital.
En varios momentos emotivos de la ceremonia se proyectaron en la fachada de la Catedral las fotografías de mujeres y hombres, ancianos, adultos, jóvenes y niños, que murieron por Covid-19. Las fotos fueron enviadas al Arzobispado por sus familiares. También se mostraron imágenes de santos como el Señor de los Milagros, Santa Rosa y San Martín de Porres, mientras un coro religioso entonó cánticos en idioma quechua.
La Plaza de Armas de Lima fue iluminada con cientos de velas, en una ceremonia atípica por el Día de todos los Santos, pues la pandemia obligó a mantener cerrados los cementerios del país “Esta noche hemos venido algunos pocos para celebrar esta misa porque, como dice el evangelio, hemos pasado días en que hemos llorado, en que hemos sufrido, en que el hambre y la sed de justicia ha sido muy grande”, afirmó el arzobispo Carlos Castillo en su homilía.
Pero situación similar se vivió en nuestro país, aunque de manera más específica, la Policía de Cochabamba recordó este pasado domingo de Todos Santos a los 15 policías que murieron este 2020 a causa de la pandemia de Covid-19 y pidió por su descanso eterno. Además, elevaron sus plegarias por otros uniformados que perdieron la vida en accidentes en cumplimiento de su deber.
La mesa se instaló en la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP), ubicada en la avenida Heroínas. Ésta poseía los elementos centrales de la ofrenda como las t’antawawas, urpus, cruces y escaleras de pan. En el altar se colocaron plaquetas con los nombres y fotos de los uniformados que perdieron la vida.
El comandante de la Policía, Javier Mendoza, dijo que la mesa fue preparada por un camarada “con mucho cariño, porque su recuerdo sigue latente”.
Con la herida abierta
Claudia Téllez ha perdido hace un mes a su esposo y aún la idea de no volver a verlo no se ha asentado en su cabeza. Pese a ello sus hermanas le han ayudado a armar una mesa para recibirlo. Al respecto cuenta que fue muy duro preparar cada uno de los detalles, pues ponerle en la mesa todos sus gustos ahora en esta condición es algo que no asimila.
“Mis hijos han llorado al pie de la mesa todo el día. Uno tiene 15 años y el otro 18. Realmente no imaginábamos que en este Todos Santos a la foto de mi abuela le acompañaría la foto de mi esposo en la mesa”, dice al mismo tiempo que explica que su conyugue trabajaba como transportista de mercadería.
“Se resfrió, sí, pero nada parecía grave hasta que un día le vino el dolor en el pecho, le faltó el aire, lo llevamos de inmediato al hospital, lo internaron en terapia intensiva y poco después nos dijeron que sus pulmones estaban prácticamente destruidos y que el diagnóstico no es bueno. Duró una semana ahí, finalmente se fue el 20 de octubre en la madrugada”, concluye.