Cuatro apuntes a tener en cuenta sobre el encapsulamiento en Tarija
Que los casos suban es bueno, pues antes se cortarán los contagios y se recuperará la normalidad económica, siempre que sean bien tratados



Los casos tienen que crecer: La única forma de saber si el encapsulamiento sirve o no sirve es comprobar que los casos positivos aumentan significativamente, pues supone que el rastrillaje con pruebas rápidas ha identificado a pacientes que de otra forma no se hubieran reportado por tener síntomas leves o ser asintomáticos, pero sin embargo sí hubieran seguido dispersando la enfermedad.
En el caso de Tarija, los casos han pasado de 206 que había el viernes 19 de junio, cuando se determinó el encapsulamiento, a 514 el sábado 27 de junio.
El reporte del Sedes indica que solo en Cercado, más de cien pruebas han dado reactivos, y más de la mitad han sido confirmadas con pruebas PCR.
Los casos no son de ayer: El periodo de incubación del virus hasta que se manifiesta la enfermedad Covid-19 es de entre cinco y quince días, es decir, todos los casos identificados en esta semana se contagiaron, mínimamente, la semana anterior.
De cumplirse a cabalidad el encapsulamiento y lograr aflorar los casos hasta la fecha, se corta la cadena de contagios y se reduce la transmisión.
Los países europeos, por ejemplo, retardaron sus estados de confinamiento para después abordar rápidamente los contagios y sus contactos mediante pruebas rápidas. España, sin ser ejemplo de la gestión de la crisis, apenas decretó su estado de emergencia una semana antes que Bolivia y registró días de 10.000 contagios y mil muertos, detuvo completamente su economía dos semanas en Semana Santa. Actualmente ha retomado la normalidad con menos de 200 contagios y 10 fallecidos por semana.
El miedo destruye la economía: El precario sistema sanitario boliviano precipitó las cuarentenas en todo el país para evitar que se colapsaran los hospitales. En Tarija estuvimos desde el 22 de marzo hasta el 4 de mayo en cuarentena total por apenas tres casos confirmados.
El temor al contagio limita el consumo y la muerte limita la inversión, los resultados son las crisis económicas de largo plazo que proyectan los organismos internacionales. La cuarentena continuada e infinita hace más daño a la economía que el encapsulamiento total de dos semanas, pues además modifica patrones de consumo a largo plazo.
Los que “ganan del día” preocupan tanto o más que los que trabajan en unidades productivas que ya no venderán o los de unidades de servicios, como las cafeterías o las tiendas de ropa, que verán limitada su venta. La falta de confianza es clave y los economistas advierten que eso no se modifica con el levantamiento de la cuarentena sino con la erradicación del virus.
La tasa de letalidad es la más alta: Aprender a vivir con el virus es una cosa y faltarle al respeto es otra, las medidas de bioseguridad son claves, pero su generalización es todavía limitada.
La tasa de letalidad del virus (número de muertos respecto al total de infectados) es la más alta del mundo. En Bolivia, aun con condiciones de no saturación en hospitales, ronda el 3,17 por ciento. El de la gripe común está entre el 0,13% y el 0,22%.
Apenas Brasil está experimentando las consecuencias de “dejar correr libre el virus”, aunque los Estados federados sí han tomado medidas y restricciones en contra de las instrucciones del presidente Jair Bolsonaro. Hoy suma 1.313.813 contagios y 57.070 fallecidos sobre sus más de 200 millones de habitantes, es decir, una letalidad del 4,3, una incidencia de 6.255 casos por millón de habitantes y una mortalidad de 271 personas por millón de habitantes.