Crónicas de cuarentena: El positivo de mi amigo Antonio



De Trinidad para abajo, o para el oeste, Antonio es seguramente el periodista de papel más conocido en las redacciones, sobre todo porque era un fijo en los cursos de la Fundación para el Periodismo cuando trabajaba en La Palabra. Como era buen tipo, robusto como mojeño y con pinta de abrazable, aunque se ruborice y diga que no lo entiende, pues soñaba proyectos que quedaban abiertos por todo ello.
El nuestro se llamaba Lo que el Eje no Ve, con una intención clara de intercambiar las cosas que pasan en el país más allá de las tres capitales. Al principio creo que había más changos, pero al final solo quedábamos él, yo y el amigo Álvaro de La Patria, que creció como la espuma en la redacción orureña.
El proyecto arrancó en 2016. Ni siquiera salimos a farrear una sola noche juntos en aquel curso matador con la Olga y el Juan Mascardi. Nunca hicimos nada conjunto. Ni un reportaje, ni un blog, ni siquiera una investigación o una nota de opinión, pero puta, ahí estaba el grupo de wsp e intercambiábamos información chura, chismes y miserias de la política. Había algunas cosas en común además de estar fuera del eje. Por ejemplo, en Tarija, en Beni y en Oruro quedaban – y quedan, creo – restos del MNR y hasta del FRI.
La cuestión es que dejó La Palabra y se puso a hacer crónicas para Página Siete y luego televisión, o más bien, streaming que le dicen ahora, que tiene mérito con las condiciones demenciales del internet en el Beni. Cada rato nos quería pringar al Álvaro y a mí con colaboraciones, ya había olvidado, parece, lo que era cerrar edición de periódico a diario. En elecciones amagamos. Cuando se fue Evo también, pero ya con lo del coronavirus acabamos aceptando por aquello de conservar la red, je.
Era muy al principio de la emergencia. Por entonces Oruro tenía los ocho positivos del comienzo pero se vanagloriaba de llevar no sé cuántos días “en silencio epidemiológico”; el Beni y Tarija no tenían ninguno. El Álvaro jodía con los chistes de chapacos lentos y benianos selváticos que solo se pueden explicar con emoticonos y ayuda de los Simpsons.
En ese programa hablamos de la situación del Covid con un anestesiólogo local de Trinidad que luego fue nombrado director del Hospital y luego lo botaron, aunque sigue de anestesiólogo porque no es que haya para mucho más en Trinidad. Hablamos de pruebas, sí, era marzo, parecía que hablábamos de chino, pero ya advertíamos un falso silencio.
Luego se me rompió un piño y no pude entrar en vivo unos días en los que entrevistaron al glamoroso alcalde de Oruro, que ya pensaba en su reelección por su buena labor en la cuarentena. Al día siguiente reventó la cosa allá. Luego cuando me lo arreglaron – y el amigo beniano entendió que me refería a “diente” – entrevistamos a Anapo, el Gobernador del Beni, que también exhibía la fortaleza mojeña, la leyenda de la yunta y toda la buena preparación ante la pandemia. A los dos días explotó en Trinidad y el propio Anapo entró dos veces en aislamiento, la segunda ya en serio. Ya no hicimos más “streamings” y en Tarija no ha explotado, aunque este argumento no tenga ningún soporte científico.
La cuestión es que la cosa se puso fea en Trinidad y Antonio, que ya se había acostumbrado a no salir a la calle, acabó advirtiendo que iba a dar positivo, porque alguien cercano había dado positivo lo que acabó desencadenando una serie de inestabilidades emocionales que no vienen al caso.
Era como 4 o 5 de mayo, porque ese fin de semana en el que todos se pusieron a hablar de la ivermectina como locos, él ya la había tomado. Contó en el chat que estuvo un día entero indispuesto y sudando con una fea (sensación, aunque el Álvaro no lo entiende). Luego que se le quedaron los ojos amarillos. También dice que su médico le dijo que era una sola dosis. También que si no hubiera ido al médico particular nadie le hubiera atendido. También que su médico no era Unzueta.
Antonio, nombre que odia pero que disimula, fue como tres veces al médico a que le tomaran la prueba, y nunca le tomaron porque no había personal, no había “kits” o no había lo que fuera. Tardaron como una semana en levantar su ficha epidemiológica, justo después de que Áñez y compañía hicieran el show llevando los respiradores de la polémica, pero antes de que ensayaran la campaña de #AyudaalBeni 40 días después.
Este lunes, cuando ya nos habíamos cansado de preguntar por el positivo nos vino a confirmar que al fin llegó la prueba y que las sospechas eran ciertas. Tomó las precauciones, siguió las indicaciones médicas y no ha dejado de bromear. Es fuerte, joven y todo lo demás que se dice de un superviviente darwiniano como para poder escribir esta pieza con optimismo. En Trinidad está tan generalizado que esperemos no haya ningún cojudo que le quiera quemar la casa. Ojalá todo el mundo lo pudiera enfrentar como él, en positivo. Ojalá pudiéramos hacer algo para ayudarlo. Para ayudarles.
¿Qué para qué escribo esto? Pues no lo sé, pero #QuédateEnCasa